Chapter 1: 1 - Divorcio
Chapter Text
Su colegio era exelente, sí era sincero.
Podía quedarse ahí toda la semana, en los dormitorios que les proporcionaban, había buena comida y varias actividades extracurriculares que podía prácticar con total libertad.
Era bueno en varias de estas actividades, pero en la que más le ponía empeño era el baloncesto.
No porque fuera su deporte favorito, sino porque le cansaba.
Correr de un lado a otro, saltar, apartar a las personas... Tanto tiempo en la cacha le ayudaba a olvidar que, para el día siguiente, debía de regresar a su casa.
El terapueta del colegio le dijo que era 'Una forma sana de canalizar sus emociones'. ¡Él no necesitaba canalizar nada! Estaba perfectamente bien.
Sostuvó el balón con una de su mano, dando el saltó más alto que logró, metiendo el balón en la canasta, sosteniendose de ella por un segundo antes de soltarse y caer.
Los rechinidos de sus zapatos hicieron eco en el gimnasio vacío. Ya todos se habían ido de ahí desde hace más o menos una hora, pero realmente no quería salir.
Se recostó en el suelo, observando el techo, respirando hondo, tratando de hacer que su corazón dejará de estar acelerado.
—¿Gojo?
Satoru levantó la cabeza, observando a Mei Mei.
—¿Qué haces aquí todavía?
La chica elevó los hombros, usando su tacón para mover uno de los balones.
—Me quedaré este fin de semana.
—Pensé que viajarías con tu familia.
La contraria sonrió.
—Iba, pero papá tuvo que areglar unos asuntos en la empresa.
—Te va a dar el dinero del viaje, ¿Verdad?
La sonrisa de Mei Mei creció.
—Sí.
Satoru soltó una risita, usando su camisa para limpiar su sudor y levantarse del piso.
—¿Y tú?
El albino elevó una ceja.
—¿Yo qué?
—Los problemas en tu casa.
—Yo no tengo problemas en mi casa —Satoru bufó— solamente es lo de siempre.
Mei Mei levantó los hombros una vez más, observando como Satoru comenzaba a levantar los balones que había regado por el gimnasio.
—¿Me vas a ayudar o solo me vas a ver?
—Te ayudó si me pagas.
Satoru rodó los ojos.
—Entonces no hagas nada.
—Tienes dinero. Que tacaño.
✿ -------------------- ✿ ----------------------- ✿
Satoru odiaba el silencio. Odiaba la soledad que le transmitía, odiaba que lo hicera sentir solo, odiaba quererlo más que el ruido que estaba en su casa.
Su televisión estaba encendida, a todo volumen, la película más ruidosa que conocía se reproducia por segunda vez en el día.
Todo era ruido en su casa, el que más odiaba era desde la cocina, las voces de sus padres estaban elevandose, en discusiones que parecían que había escuchado mil veces desde que era niño.
En realidad, sí las había escuchado desde hace cinco años.
Satoru se encogío en su cama, cubriendo sus oídos con la almohada, sus ojos sin despegarse de la pantalla, tratando de que su mente solo se enfocará en eso.
Ahora recordaba que era lo que se suponía que debía de canalizar.
Le hubiera gustado que su mente cooperará en ese momento, pero era imposible, no importaba cuan grande era su casa, porque la discusión siempre tenía el poder de atravesar cualquier pared que se le impusiera.
No importaba que tan alto pusiera la música, los mensajes que compartía con Shoko, Nanami o Mei Mei, los vídeos de comedia que guardaba en su computadora, ni siquiera los audiculares que un día de esos le rompería los timpanos.
Todo servía sí lo ayudaba a apartar los gritos que se colaban a las paredes de su cuarto. Pero ese día no lo pudo lograr.
—¡Tenías que ir por Satoru hoy! —gritaba su padre.
—¡Tenía cosas importantes que hacer! —le respondió su madre.
—¡¿Más importante qué tu hijo?!
Satoru saltó en su cama cuando el sonido de un golpe resonó por la casa, pauso la película, acercandose a la puerta en silencio.
—¡No pongas palabras en mi boca!
La voz de su madre se escuchaba lenta, furiosa, casi conteniendo las lágrimas.
No alcanzaba a ver nada desde su cuarto, por lo que suspiró y regreso a su cama, hundiendose entre sus sábanas.
A veces, le gustaría que sus padres en lugar de discutir por él, recordarán que estaba ahí, escuchando las frases repetidas que llevaban años diciendose entre ambos.
Gracias a cualquier dios o ente divino se apiado de él, el silencio en la casa al fin apareció.
Algunos murmurllos se escucharon después de unos segundos, Satoru esperaba nuevamente los gritos, pero en lugar de eso, pasos pesados se escucharon por la escalera.
Segundos después, alguien toco su puerta, haciendolo alzar la vista de la almohada donde la había enterrado.
—¿Hijo? ¿Puedo pasar?
Era la voz de su padre, baja, cansada, pero aún suave.
El albino pauso la película, tocando su cara para asegurarse de que no se le habían escapado lágrimas sin querer.
—Sí —respondió con suavidad, aclarado su garganta, su voz era apenas audible— pasa.
Satoshi abrió la puerta en silencio, una sonrisa en su cara, triste, con las ojeras marcadas, tal como lo había ido a recoger al colegio, pero esta vez una enorme marca roja estaba en su mejilla.
—¿Te golpeó?
Su padre se sentó a los pies de la cama, dejado espacio entre ellos para que Satoru no se sintiera incomodo, dandole la oportunidad de acercarse, solo si él quería.
No respondió la pregunta de manera directa, solo se cubrió la mejilla con cuidado y le sonrió.
—¿Te despertamos?
Satoru entrecerró los ojos, no necesitaba una respuesta directa, ahí estaban las pruebas.
Finalmente, solo suspiró y negó con la cabeza.
—No —le dijo, aunque era claro que mentía.
Su padre bajó la mirada, observando el anillo de bodas que aún estaba en su mano.
—Esto no es justo para ti —comenzó a decir con cuidado, sin mirarlo, su voz rota, como si le doliera pronunciarlo.
Satoru no sabía sí hablaba de él o sobre sí mismo.
—Quería esperar un poco más, tratar de... Arreglar las cosas con tu madre, pero ya ni siquiera tiene sentido intentarlo. Saori y yo nos vamos a separar.
Silencio.
Satoru había esperado escuchar eso desde hace tantos años que pensó que celebraría, que diría 'al fin', que gritaría, pero no.
Solo bajo la cabeza, se acercó un poco más, dejando que sus piernas colgarán sobre la cama y recargo su cabeza en el hombro de su papá.
—Ya sabía —le susurró— se nota cuando las personas ya no se quieren... O se soportan.
—Yo quiero a tu madre —Satoshi le dijo con suavidad, rodeando a su hijo con un brazo.
—Pero ella ya no te quiere.
Su padre asintió, recargando su propia cabeza sobre la de Satoru.
—No, no lo hace.
—¿Tiene otra familia?
—No que yo sepa.
—Pero eso quiere, ¿No?
Su padre elevó con cuidado los hombros.
—No lo sé, no me lo dijo —su padre soltó un suspiró pesado— lo intentamos solamente por ti.
—Yo no les pedí que lo hicieran —Satoru le respondió, apartandose, tal vez de una manera más brusca de la que pretendía— lo siento, papi, solo... Estoy cansado de todo esto.
Satoshi se volvió a acercar, revolviendole el cabello de Satoru con cuidado, un gesto cariñoso que los años no habían arrebatado.
—¿La custodia?
—Compartida —le dijo con cuidado— aún no lo arreglamos, pero me gustaría que terminarás tus estudios en tu colegio.
—¿Te vas a ir? —le preguntó, casi dolido.
—Vas a vivir conmigo en vacaciones —su padre le aseguró— vacaciones, fechas especiales y siempre que tu quieras, te prometo eso.
—Y todo lo demás con mamá.
—Es tu madre, Satoru.
—Ni siquiera hablamos tanto.
—Pero te quiere.
—¿Si? ¿Y por qué no esta aquí?
Satoshi le sonrió un poco, aún acariciando su cabello. Pero no le respondió.
Satoru tragó saliva pesadamente, mirando el piso.
—¿Dónde vas a vivir tú?
La mirada de su padre se llenó de un poco de emoción, sosteniendo los hombros de Satoru.
—Es un lugar tranquilo. Esta cerca de Kioto, ¿De acuerdo? Es un pueblito pequeño, con casas amplias, no tanto como esta, claro, pero tiene el cielo despejado, hay mucho pasto, silencio, a veces, y animales.
Satoru frunció el ceño y apretó los labios.
—¿Animales? PomPom esta bien, pero, ¿No recuerdas el infarto que nos dio cuando una paloma entró por la terraza?
Satoshi rió, Satoru también, antes de negar con la cabeza.
—Quiero cambiar de aire.
—¿Y yo tendré que ir debido a tu crisis por separación?
—Sí —dijo su padre, abrazandolo— porque eres mi precioso hijo.
Satoru apoyó su cabeza en su hombro.
No era realmente lo que quería, no era lo que imaginaba para él, pero si tenía que elegir entre los gritos o animales... Bueno, prefería estar con los animales y la voz de su padre hablando con tranquilidad, como en ese momento.
—Tendré señal en mi celular, ¿Verdad?
Satoshi entrecerró los ojos.
—¿En mi computadora?
—Pues... A veces.
—Voy a morir.
—Claro que no lo harás —su padre le dijo, apretando sus mejillas.
Satoru trató de apartarse, pero su padre no lo dejo hasta que soltó una risita.
No estaba del todo convencido, pero era suficiente saber que estaría con su padre en dos semanas cuando saliera de vacaciones.
Comenzaría a empacar esperaba encontrar, al fin, después de cinco años, un poco de paz en su propia casa.
Chapter 2: 2 - Mudanza
Chapter Text
Hubo algunas peleas más.
Su madre estaba enojada, quería dos de las casa de su padre, uno de los edificios a su nombre además de la mitad de la colección de autos.
No hablo mucho sobre la custidia.
No era algo que a Satoru le sorprendiera, su madre no era la más cariñosa con él, se había acostumbrado a eso.
Y, aunque sabía que ese día llegaría, fue difícil que sus manos no le temblaran cuando los abogados llegaron.
No era una ceremonia demasiado formal, solo un par de firmas, rostros serios, abogados que hablaban casi como robots.
Al final, su padre le entrego todo lo que su madre quería, más algunas otras cosas que Satoshi aseguraba, no necesitaría.
Satoru regresó en sus pasos y se fue a meter a su cama, mirando el techo.
Se había acostumbrado tanto a las peleas que olvidó que el silencio lastimaba igual.
Su padre se había retirado luego de firmar los papeles, no regresaría a esa casa hasta el final del ciclo escolar.
Tomó su celular, vagando por sus contactos antes de seleccionar uno, colocando el aparato en su oreja, su mano libre la usaba para abrazarse a si mismo.
—Hola —respondió Haibara y aunque Satoru no lo veía, sabía que tenía una sonrisa en sus labios.
—Hola, Yu.
—¿Sucede algo? No suele llamar, Gojo-san.
—Sí, sí, solo... Necesitaba escuchar a alguien.
Haibara no respondió por un momento, antes de soltar un suspiró.
—Hace unos días, en MySpace, encontré un post que decía que Digimón no era un buen programa.
Satoru casi se atragando.
—¡¿Qué?!
—¡Lo sé! —le dijo su amigo— quería dejarle un comentario muy extenso de lo mal que estaba su razonamiento, pero perdí la conexión.
Satoru bufó.
—Encontraré a ese idiota —prometió— yo le diré algunas cosas.
Haibará soltó una risita, sonriendo cuando Satoru terminó la llamada. Sabía que su amigo no estaba "bien", pero esperaba que se distrajerá, por lo menos, un momento con eso.
✿ -------------------- ✿ ----------------------- ✿
El día llegó más rápido de lo pensado. Era su última tarde en la cuidad.
—¿Te irás todas las vacaciones? —preguntó Nanami.
—Sí —Satoru rascó su nuca— papá compró una casa en un pueblo, así que estaré ahí.
Mei Mei soltó una carcajada seca, recibiendo el cigarrillo que Shoko le pasaba.
—¿Tú en un pueblo? ¿Qué harás? ¿Hablar con una gallina?
—Cállate —se quejó Satoru, apartandose un poco junto a Haibara cuando Nanami, Mei Mei y Shok encendieron sus cigarrillos.
—No te ves del tipo que soporta estar en un pueblo.
—¡Claro que no lo soy! Pero papá irá ahí, así que debo ir también.
—¿Por qué no le dices que quieres quedarte en la cuidad? Tú mamá no estará, ¿O si?
Satoru negó con la cabeza.
—Irá a Suiza hasta que se deba volver por mí, pero papá insiste en que me irá bien un cambio de aire o algo así.
Sus amigos se quedaron callados, sin saber bien que decir, hasta que Haibara hablo.
—¿Nos seguirás escribiendo?
—Cada que pueda —prometió— no puedo dejar que piensen que los dejaré de molestar.
Los fumadores crónicos rodaron los ojos, Haibara río.
—Te voy a extrañar, Satoru —Haibara dijo, viendo el auto de los Gojo detenerse frente al parque.
Satoru elevó las cejas, sorprendido por la repentina mención de su nombre y la falta de sufijos honoríficos, pero al final, solo sonrió.
—Yo también, Yu —Satoru se recargó un momento contra él, antes de señalar a los otros tres— no dejes que se les pudran los pulmones.
—Lo intentaré.
Shoko lo abrazo antes de irse, Mei Mei y Nanami solo golpearon su hombro por un momento.
—Buen día, Satoru-sama.
—Hola, Ijichi —susurró Satoru, dejando su mochila en el asiento, observando a sus amigos por última vez antes de que el auto acelerará.
—¿Está bien? —Ijichi le preguntó con suavidad, observando como Satoru se tallaba varias veces el rostro.
—Perfectamente —susurró— me lanzaron el humo de los cigarrillos a la cara, es todo.
✿ -------------------- ✿ ----------------------- ✿
Sus maletas ya estaban en la sala cuando llegó a la casa.
—¿Tan ansiosa estás por deshacerte de mi?
Su madre lo miró mal.
—No digas eso, sabes que no.
—¿Y papá?
—No tardará en llegar —ella le aseguró, acercandose y acariciando su mejilla— compórtate, ¿Si?
El albino no respondió al instante, pero terminó por asentir.
—No le daré problemas.
Ella sonrió, dandole un suave beso en la mejilla cuando la puerta se abrió, Satoshi entrando a paso calmado.
—Saori —le dijo con suavidad.
Su madre dudó, pero terminó por regresar la reverencia.
—Satoshi.
Satoru se quedó en medio de ellos por un momento, no había lágrimas, solo un suave eco de la relación rota que algun día existio.
—¿Listo, campeón? —su padre le preguntó, tomando tres de las maletas de Satoru y guíando el camino.
—Definamos 'listo' —Satoru le respondió, tomando la última maleta y saliendo de la casa.
Satoshi sonrió, acomodando las cosas en la cajuela.
—Te prometo que te gustará —le aseguró, abriendo para él la puerta del copiloto.
Satoru le trató de sonreír mientras lanzaba su mochila al asiento trasero, el auto estaba lleno de botellas de agua, las galletas favoritas de Satoru y suave jazz saliendo por la radio.
Era díficil dejar ese lugar, pero la sonrisa de su padre, más brillante ahora, hacia que las cosas fueran un poco menos duras. Solo un poco.
—¿Te despediste de tus amigos? ¿O quieres qué te lleve con ellos un rato?
Satoru negó con la cabeza.
—Ya lo hice, deben estar ocupados ahora.
Satoshi asintió, respirando hondo antes de comenzar a conducir.
—¿Sacaste licencia?
Su padre asintió con una sonrisa.
—No podía llevarme a Ijichi, así que tenía que hacerlo yo.
—Podemos traerlo —Satoru dijo con una risita— así no chocaremos.
—¡Oye! —se quejó el mayor, pero una sonrisa estaba en su rostro mientras empujaba con suavidad el hombro de su hijo.
—¿Qué quieres que diga? ¡No has conducido ni una sola vez desde que tengo memoria!
—Y por eso mismo, Ijichi merece unas vacaciones.
Satoru rodó los ojos.
—Bien, pero si chocamos, dejame decir desde este momento, que yo te lo advertí.
Satoru debloqueó su celular, mirando las notificaciones.
Haibara le había mandado otro texto de que lo extrañaría, Shoko le dijo que tratará de no morir, Mei Mei le dijo que, de encontrar una serpiente muerta, le llevará la piel, pues podía venderla.
Eso último era asqueroso, pero era Mei Mei, ya nada le sorprendía de ella.
La cuidad, siempre rápida, no tardo en quedar atrás.
Los edificios comenzaron a desaparecer.
El parque donde jugaba de niño, la primaria a la que asistió, el lugar de patinaje donde su padre le enseño a como mantener el equilibrio, la pisicina comunitaria a la que iba con sus amigos, la cancha de baloncesto a donde su madre lo acompañaba de niño.
No quería llorar, enserio que no.
No era como si nunca fuera a volver, así que no había necesidad de drama.
—Gokoyama te va a encantar —Satoshi le prometió luego de un buen rato de silencio cómodo— el aire es más limpió, casi no hay ruido de autos, hay espacio para todo, no más empujones al caminar.
Satoru giró la cabeza hacia él, parpadeando varias veces para que sus ojos dejarán de arder gracias al brillo de su celular, llevaba más o menos tres horas viendolo fijamente y por la forma en la que ardían, creía que ni siquiera había parpadeado en ese tiempo.
—Hum... Que bien.
—También es mucho más fresco que aquí.
Satoru entrecerró los ojos.
—¿Vamos a vivir en una montaña?
Satoshi hizo un movimiento con su mano.
—No es una montaña-montaña, al menos, no nuestra casa... Más o menos.
Satoru respiró hondo, girando la cabeza hacia atrás, dónde había quedado la cuidad.
Estaba por hacer un comentario sarcastico hasta que algo capto su atención antes.
Frunció el ceño, observando nuevamente su celular.
No tenía servicio.
—¿Pero qué...? ¿Qué le pasó a mi señal? —preguntó, girando la cabeza hacia su padre tan fuerte que su cuello tronó en protesta.
Satoshi soltó una risita breve.
—Es que estamos por llegar a nuestra casa, Satoru, entonces la señal no estará muy estable.
Satoru frunció el ceño, sacando la mano por la ventana con su celular para tratar de obtener señal.
—¡No! ¡Papi, debo hablar con mis amigos! ¡No puedo hacer eso sin señal! ¿A dónde me trajiste a vivir? ¡¿A dónde!?
—Vamos, Toru. Sé que no es la cuidad, pero es bonito, ¿No?
—¡Claro que no! ¡Bonito sería una torre de señal! —Satoru dijo, volviendo a meter la mano para revisar su celular.
Nada.
—Voy a desaparecer de este mundo, quita el seguro de mi puerta, me arrojaré a la montaña.
—No lo harás.
—Pero, ¡¿Qué tal si pasa algo!? ¡¿Si uno de mis amigos me escribe y creen que los estoy ignorando?! ¡O si otro idiota habla mal de Digimón y no estoy para pelear!
—Sobrevivirás, lo prometo.
Satoru subió las piernas al asiento, meciendose como si acabará de entrar en crisis, esperando que su padre diera media vuelta y regresaran a Kioto.
Pero no.
Su padre siguió conduciendo, los árboles cada vez más grandes, caminos de tierra se cruzaban con los pavimentados, casas dispersas, algunas personas en bicicleta y muy pocos autos.
—Es horrible —dijo Satoru.
De hecho, la estructura era algo linda.
Casas tradicionales, muchas con una pequeña siembra de arroz fuera. Era claro que acababa de llover, considerando el aspecto del lugar.
Pero parecía un lugar donde no pasaba nada. Jamás.
Un lugar aburrido.
—Dicen que aquí los peces que ves brillan al amanecer.
Satoru frunció el ceño.
—Uno; No creo que sea posible y dos; ¿Yo por qué querría ver eso? ¿Parezco anciana jubilada?
Satoshi rió, sin siquiera ofenderse, así era su hijo.
Siguió conduciendo por el camino, dejando atrás la gran mayoría de las casas.
—Eso es... ¿Un caballo?
Su padre definitivamente le mintió cuando dijo que no vivirían en la montaña.
—Sí, es un caballo.
Aquí había menos casas, Satoru solo había contado tres, largos campos que brillaban en verde adornaban la mayoría del lugar.
Había caballos cerca, tres.
Un rebaño de ovejas más adentro de la cosecha y unas cuantas vacas pastando con tranquilidad.
No podía estar en un lugar tan horrible.
—Esta es nuestra casa —anunció su padre con entusiasmo.
Satoru miró por la ventana, frunciendo el ceño.
La casa era sencilla, bastante parecida a las demás, trandicional, con paja como techo, madera que seguramente en algún momento estuvo pintada pero desapareció con el tiempo, una siembra de arroz estaba cerca, tenía varios árboles alrededor, una hamaca entre dos de ellos.
Un caballo se paseaba por el lugar, comiendo un poco de pasto cada tanto.
Satoru bajó del auto lentamente, no había sol, las nubes lo acultaban. Eso, junto el olor a tierra mojada y paja, lo hizo fruncir la nariz.
—Papi —dijo con suavidad, girando la cabeza hacia él— ¿A dónde carajo me trajiste? —
Satoshi sonrió, aún bajando las maletas, pero acercandose para rodear a su hijo con un hombro, palmeando su hombro.
—Vamos, Toru. Acabas de llegar, al menos dale una oportunidad al lugar.
Satoru negó con la cabeza, suspirando varias veces, pensando en que decir.
—No puedo, lo odio.
Su padre le sonrió, apretando una de sus mejillas y haciendolo negar con la cabeza.
—No hagas eso —el adolescente se quejó, soltandose de su agarré y caminando hacia el auto, sacando la mochila y colgandola en su hombro.
Volvió a observar la casa por un momento y otro suspiró se le escapó.
Todo apuntaba a que estaba condenado a vivir el peor verano de su existencia.
Chapter 3: 3 - Los caballos me quieren muerto
Chapter Text
Satoru abrió la puerta de su casa despacio, muy, muy, despacio, como si esperará que algo saltará sobre su cara y lo matará en el acto.
—No hay nadie —Satoshi le dijo, dandole una palmada en la espalda antes de aventar a su hijo hacia adentro.
Satoru elevó las manos, cubriendo la cara para evitar que lo golpearan ahí.
Pero el golpe no llegó.
Apartó solo un poco sus manos, mirando a su padre caminar con tranquilidad por la sala.
Por dentro no estaba tan horrible.
Sillones nuevos, grandes ventanas una puerta que daba al jardín trasero y fotos de él por todas partes.
De él en sus torneos de deportes, en las salidas de la escuela, o simplemente fotos que Satoru ni siquiera recordaba.
Sí se había preguntado donde habían terminado, pero pensó que su madre las había echado a la basura luego de que su padre se había ido.
—Este es tu cuarto —le informó, haciéndole un gesto para que se acercara.
—La cochera de casa es más grande que esto.
Su padre le sonrió, acariciando su cabello.
—Es lo que hay.
Forzó una sonrisa, asintiendo y entrando al cuarto.
Cuando su padre fue a la cocina, Satoru arrastró las maletas hacia adentro, lanzando estás debajo de la cama.
—Listo —se felicitó, sacudiendo sus manos y volviendo a tomar su teléfono.
Tenía menos señal que en la carretera, si eso era siquiera posible.
—¡Papi! —le llamó Satoru— ¿Hay wi-fi?
—Sí —contestó su padre, abriendo la puerta y sonriendo un poco— pero si no hay señal, tampoco hay wi-fi.
La sonrisa que se había comenzando a formar en la cara de Satoru se esfumó al momento.
—Por dios —susurró, dejándose caer en la cama y poniendo su celular contra su rostro— esto es horrible.
—Llevas menos de una hora aquí, Satoru —Satoshi se acercó, sentándose en la cama y volviendo a acariciar su cabello.
Era como un tic que tenía cuando hablaba con Satoru, al menos, cuando ni siquiera estaba seguro de cómo explicar las cosas.
Cómo la vez que Satoru le pregunto si era posible que un dragón volará hacia su casa, rompería el techo y lo secuestrará.
Su padre no tuvo corazón para decirle que los dragones no existían.
—¿Podrías intentarlo?
Satoru abrió los ojos, su padre era un hombre muy paciente. Demasiado para su propio bien.
Sabía que estaba siendo algo dramático, pero no podía evitarlo.
—Sí, papi —susurró de regreso, sentándose en la cama y como pudo, sonrió— lo intentaré.
El mayor sonrió, besando la frente de Satoru y abrazándolo después de eso.
—Ese es mi niñito —susurró con cariño— ¿Qué tal si preparo la comida? ¿Te gustaría?
Su estómago rugió al instante, la comida de su papi siempre era la mejor.
—Por supuesto —accedió.
Satoshi volvió a sonreír, rompiendo el abrazo con cuidado y levantándose de la cama.
—Ahora mismo empiezo, ¿Tú pones la mesa?
Satoru asintió.
—En cinco minutos voy.
Cuando su padre salió de su habitación, Satoru se cubrió la cara con las manos.
No quería estar ahí. Prefería morir a estar ahí.
—Carajo —susurró al ver nuevamente su celular. Nada. Ni una miseria linea de señal.
Metió el aparato debajo de su almohada y se levantó, sacudiendo su ropa del inexistente polvo que tenía para salir de la habitación.
—¡Papi! ¡¿Dónde están los platos?!
—No hay necesidad de gritar, Satoru —su padre le respondió, ya con un delantal puesto— están en ese cajón.
El albino se tomó su tiempo, más cuando se dió cuenta que estaba sacando para tres personas.
Tomo dos de los vasos y los colocó cuidadosamente, haciendo líneas inexistentes en la mesa para que los bordes de ambos quedarán de alineados.
Los cubiertos fueron de la misma manera y aún jugueteaba con los platos, pensando en como ponerlos.
Satoshi sonrió, la comida ya estaba lista, pero no quería interrumpir a su hijo. No cuando al fin había dejado de quejarse.
—Perfecto —declaró Satoru, girando la cabeza para ver a su papá— ya puedes servir la comida.
—Gracias, hiciste un trabajo exelente.
Satoru sonrió, sentándose en la mesa, agradeciendo en un murmuró sin sentido su comenzando a comer.
Satoshi se sentó frente él, comiendo con tranquilidad.
Los cubiertos de Satoru golpeando la cerámica, sus pequeños murmullos de lo deliciosa que estaba la comida y sus pequeños resoplidos al sonreír llenaban el silencio en la casa.
El mayor de los Gojo se sentía tranquilo así.
—Oye, papi.
—¿Si?
—¿No hay forma de comunicarse? —preguntó, jugando con la última pizca de su comida— quiero decirle a mis amigos que ya llegué. Se los prometí.
—¿Y a tu madre?
—Ah, sí... Sí, a ella también.
Satoshi sonrió un poco, levantándose para sacar algunas monedas que guardaba sobre un ropero pequeño.
—Hay un teléfono fijo, solo debes caminar en linea recta y llegarás.
Satoru sonrió, terminando la comida y bebida antes de levantarse, tomando las monedas con alegría.
—¿Quieres que vaya contigo?
—No, papi, ya estoy mayorcito, gracias —declaró Satoru, antes de darle un beso en la mejilla a su padre, entrar a su cuarto para tomar una chaqueta y salir corriendo de la casa.
Pero ese pueblo le daba escalofríos.
No aquellos llenos de adrenalina que tenía cuando jugaba un partido o los suaves que le provocaban el frío.
No.
Eran como esos escalofríos que tenía de niño cuando se levantaba por la noche y caminaba por el pasillo apagado mientras fingía que no le tenía miedo a los fantasmas que podrían salir.
Satoru conocía bien esos porque a veces aún le daban.
Podía sentir también unas cuantas miradas sobre él, pero cada vez que giraba la cabeza, las cortinas se cerraban y el lugar parecía estar en una calma que le volvió a provocar otro escalofrío.
—A dos cuadras —se susurró, caminando más deprisa.
Esperaba que el teléfono tuviera una cabina, porque parecía que estaba a punto de llover una vez más.
—¡Cuídado! —Satoru no tuvo mucho tiempo para reaccionar luego de eso.
Todo paso muy rápido, un momento estaba en el camino y en el segundo siguiente un caballo relinchó a su lado, parandose en sus patas traseras.
Satoru soltó el mayor gritó que logró, dando pasos hacia atrás.
—No, no, ¡Espera...! —gritó el chico, levantando una mano.
Pero era tarde. Satoru resbaló y lo siguiente que supo era que estaba empapado con agua helada.
—¡Mierda! —gritó el albino, sentandose en el agua, titireando un poco.
El chico bajó de su caballo, venía vestido con tejanos y una camisa suelta, ¿No tenía frío?
—Te ayudó —le dijo, acercandose al cultivo de arroz, ahora medio destruido por su caída.
Satoru frunció el ceño, pero tomo la mano del chico y se levantó como pudo.
Si no estuviera prácticamente congelandose, el chico incluso le hubiera parecido guapo.
—¿Estás bien?
Satoru abrió la boca con ofensa.
—¡Claro que no estoy bien! ¡Tu bestia trata de asesinarme!
El contrario ladeó la cabeza, tenía un mechón rídiculo en la cara, quería destacar eso, pero seguramente él se miraba peor.
—Él no trato de asesinarte —dijo Suguru— veniamos rápido y no te vimos, así que traté de frenar y... Bueno.
—¿No podías frenar en otro lado? —Satoru llevó las manos a su cabello, soltando un quejido al sentir que lo desordenado que estaba— ¿Sabes cuánto tarda mi cabello en estar perfecto?
Suguru lo miró, tenía el cabello cortó, ¿Cuál era el drama?
—No sé, ¿Muy poco?
—¡Más de dos horas! —se quejó Satoru.
Tal vez estaba exagerando un poco los tiempos, sí. Él despertaba y estaba perfecto. Como casi siempre.
¡Menos en ese momento!
—Lo lamentó —volvió a decirle, extendiendo la mano y revolviendole el cabello.
—¿Qué te pasa? —se quejó.
Él era alto, estaba llegando al metro setenta y ocho, pero el chico le ganaba con unos cinco centímetros.
Pero no importaba, estaba en crecimiento. En pocos meses le ganaría en altura, de eso estaba seguro.
—Sueltame —se quejó, dandole un manotazo a Suguru, apartando su mano.
Quería quejarse más, pero su cuerpo temblaba demasiado como para hacer otra cosa.
—Te llevó a tu casa.
—¡Ni loco! —Satoru se quejó, echandose a correr— ¡Tu caballo va a buscar la manera para matarme!
La lluvia efectivamente comenzó, pero más que lluvia, parecía diluvio.
—¡Satoru! —su padre salió de la casa, corriendo fuera para encontrarlo.
El albino corrio lo más rápido que pudo, pero la lluvia le cortaba la respiración, lo que lo hizo detenerse.
—Ya te tengo —su padre jadeó, sosteniendo los hombros de Satoru, quitandose la chaqueta para cubrir su rostro— tranquilo, tranquilo, ya casi llegamos a casa.
Satoru se tambaleó, aferrandose a los brazos de su papá para seguir caminando a su lado como podía.
—Ya estamos ahí. Ya casi.
El caballo que se paseaba por la casa también salió corriendo, sacandole otro grito a Satoru, que estaba a punto de terminar en el piso si su padre no lo estuviera sujetando.
—Solo es Tornado —Satoshi le susurró, abriendo la puerta y dejando que Satoru entrará.
—Ni siquiera logré llegar al telefono —susurró Satoru mientras su padre corría por una toalla para él.
—Lo lamentó —Satoshi le arropó con la toalla, incluso cuando él mismo estaba temblando— debí llevarte yo.
—N-no pasa nada —Satoru le aseguró, no era culpa de su papá— yo fui quién insistió en salir.
Su padre le sonrió con suavidad, agarrando su cara con cuidado.
—Pero yo soy quién te debe de cuidar —su padre le dejo un pequeño beso en la frente, sonriendo— calentaré un poco de agua para que te des un baño caliente, ¿Si? Y cuando salgas, prepararé tu cena favorita.
A Satoru se le hizo agua la boca, antes de asentir.
—¿Con dango de postre?
—Haré lo posible —aseguró.
—Gracias, papi, eres el mejor —le dijo, caminando escaleras arriba y sorbiendo un poco la nariz.
✿ -------------------- ✿ ----------------------- ✿
Su cercana experiencia a la muerte le hizo apreciar un poco más la vida. Solo un poco.
Hasta que la mañana siguiente, su padre, no conforme con llevarlo a vivir a el peor lugar del mundo donde los caballos insistían en atormentarlo, decidió que irían a un mercado.
¡Un mercado!
¿Qué se suponía que iba a hacer en uno? ¿Comprar comida de dudosa procedencia?
Probablemente, sí. Sí había dulces lo haría.
Pero culparía a su padre cuando terminará en el hospital.
—Oh, mira —le dijo, tomando su manga y llevándolo a uno de los puestos— los Geto venden los mejores vegetales de todo el pueblo.
Chapter 4: 4 - Mario kart une a la gente
Chapter Text
—¡No quiero vegetales, papi! —se quejó Satoru mientras Satoshi lo arrastraba hacia el puesto de verduras.
—Oh, Satoshi-san, buenos días —dijo un adolescente.
Satoru frunció el ceño, girando la cabeza hacia la voz, era un adolescente de su edad, con el cabello atado en un moño descuidado y una sonrisa pequeña en su rostro.
Entrecerró un poco los ojos, antes de jadear.
—¡Tú! —gritó, señalando a Suguru.
El contrario miró fijamente a Satoru, antes de jadear un poco.
—Ah —susurró, rascando su frente por unos pocos segundos— tú.
Satoshi ladeó la cabeza con cuiriosidad.
—¿Sucede algo?
—¡Él fue quién me arrojó al agua!
—¡Yo no te arrojé al agua! ¡Tú te resbalaste después de asustarte con mi caballo!
—¡Tú caballo me quería matar!
—¡No te quería matar! ¡Solamente se detuvó!
—¡Me quería patear!
—¡Que no!
—¡Sí! —gritó Satoru, palmeando la tabla donde estaban los vegetales.
—¡No! —Suguru le regresó el gritó, también golpeando la mesa.
Satoshi agarró los hombros de su hijo, moviendolo de un lado a otro.
—Deja de gritar, chiquito.
Satoru frunció los labios, antes de negar con la cabeza.
—¡No! ¡Él casi me mata!
—¡Que no! ¡Fue un accidente que tu te cayeras!
Satoshi volvió a sonreír, agarrando los hombros de Satoru un poco más fuerte.
—Chiquito, por favor, deja de gritar. Es de mal gusto.
Satoru respiró hondo, bajando un poco la cabeza y terminar por asentir.
—Sí, perdón.
Suguru sonrió, cruzando sus brazos.
—Consentido.
—¡¿Cómo me dijiste?! —Satoru volvió a gritar, agarrando una manzana y a punto de arrojarla a Suguru, sino fuera porque su padre le agarró de la muñeca.
—Satoru.
—¡Pero...!
—Debes calmarte, y volver a pedir perdón.
Satoru entrecerró los ojos, jugando con la manzana en sus manos.
—Perdón —dijo al fin, soltando un suspiró.
Satoshi sonrió, abrazando a su hijo con cariño.
Suguru elevó una ceja, pero finalmente asintió.
—Sí, perdón también.
—¿Por tratar de asesinarme?
—No te quería asesinar —Suguru soltó un suave susupiró, antes de asentir— pero supongo que sí.
Satoru asintió con suavidad, respirando hondo una vez más.
—Gracias —dijo al fin— pero manten a tu caballo lejos de mi.
—Por supuesto —dijo con una sonrisa— se mantendrá completamente lejos de ti.
Satoru sonrió un poco más, extendiendo la manzana a su padre para que la guardará en las cosas que estaba comprando.
Satoshi tomó la manzana, metiendola en la bolsa y asintiendo un poco.
Satoru se balanceó en el lugar, sin saber que más hacer.
—¿Quieres venir a mi casa? —preguntó Suguru al fin— tengo un nintendo.
La mirada de Satoru se iluminó un poco, antes de girar la cabeza hacia su padre.
—¿Puedo, papi? —preguntó con una sonrisa— yo no pude traer el mío, ¿Puedo ir?
—No sé, Satoru —dijo su padre, mirando al adolescente y a su hijo— la casa de Suguru queda lejos de la de nosotros.
—¡Pero no me va a pasar nada! —Satoru aclaró—... Tal vez.
—También puedo llevarlo a tu casa —Suguru dijo con suavidad— y así no tienes que ir a mi casa.
Satoru asintió.
—¿Ves? Alguien que quiera hacer algo no diría algo así.
Satoshi dudó, pero al ver la cara iluminada de Satoru al final asintió.
—¿Tu madre estará de acuerdo, Suguru?
—Sí —dijo con rápidez— no hay muchas cosas que hacer después de las lluvias, así que no habrá problema.
Satoru saltaba a su lado, esperando una respuesta de su padre.
—Bien —dijo al fin, sonriendo al ver la gran sonrisa de Satoru.
Satoshi dejó el dinero en la mesa, era más de lo necesario, pero estaba bien, Suguru ya ni siquiera se quejaba, sabía que el señor Gojo le diría que no.
—Puedes venir cuando quieras —Satoru dijo— ¡Pero sin caballo! Ya tengo suficiente con él que esta en mi casa...
Suguru sonrió, levantando una mano, en una promesa silenciosa.
—Sin caballos, iré a pie esta vez.
✿ -------------------- ✿ ----------------------- ✿
Suguru tomó los cables del nintendo, agarrando los controles y poniendo todo en una saca.
—¿A dónde vas, Suguru?
—Con los Gojo.
Su madre sonrió un poco.
—Ah, esa familia me agrada —dijo con suavidad— bueno, solo conozco al señor Gojo, pero por como habla de su hijo, estoy seguro de que es un encanto.
Suguru no sabía si Satoru se podía definir como "encanto", pero le agradaba, así que terminó por asentir.
—Sí —dijo con suavidad— un encanto.
Su madre sonrió un poco más.
—Me alegra que tengas más amigos, Suguru.
—Ya tengo amigos, mamá, ¿Recuerdas?
—Sí, sí, Manami... Miguel... —su madre suspiró, negando con la cabeza— y Larue.
Suguru soltó una risita
—¿Por qué no te agradan?
—No es que no me agraden —su madre aclaró— solamente... Siento que podías encontrar mejores amigos. Al menos algunos que no fumen.
—No hay nada de malo con eso —Suguru dijo con suavidad— no es que yo haga lo mismo.
—Sé que no, eres un buen niño —su madre soltó un suave suspiró— lo lamentó, no quiero hacerte sentir mal con tus amistades.
Suguru soltó una risita.
—No lo haces, mamá —le aseguró, dejandole un besito en la mejilla— me voy, vuelvo en un rato.
—Cuídate.
—Tú igual.
La casa de los Gojo estaba algo lejos.
Su casa tenía cultivos de arroz, además de verduras y un poco de frutas. Tenían tres caballos que pastaban por todo el terreno, los patos que ayudaban en el cultivo de arroz nadaban con tranquilidad en el agua.
La casa de Satoru era grande, pero no lo suficiente para tener más que un pequeño cultivo, así que estaba hasta el otro extremo del pueblo.
—¿Sugu-chan?
El nombrado giró la cabeza hacia su amigo, sonriendo y asintiendo.
—Hola, Miguel, Larue.
—¿A dónde vas?
—Con los Gojo.
Miguel sonrió, soltando un poco de humo y asintiendo.
—¿Por qué vas con un viejo?
—Ew, no, voy con su hijo.
Larue soltó una carcajada.
—¿Conseguiste a alguien con dinero? ¡Bien por ti!
Suguru rodó los ojos.
—Ni siquiera lo conozco bien —bajó un poco la voz— y no digas eso en voz alta, alguien puede escuchar.
Su amigo asintió.
—Cierto, lo lamentó.
—¿Y Manami?
—Entrenando con su padre, creo.
Suguru asintió.
—Bueno, diganle hola de mi parte —les dijo con suavidad, caminando hacia la casa de los Gojo con un suspiró.
Tornado, el caballo de los Gojo, estaba contra la puerta, observando fijamente quién llegaba.
—Creo que me doy cuenta de porque Satoru te tiene miedo —le dijo con suavidad, acariciando el hocico del caballo, quién movió la cola, pero no alegremente, más bien, pareció querer golpear a Suguru.
—Ah, Suguru —Satoshi dijo con suavidad, abriendo la puerta.
—¿Y Satoru?
El adultó apuntó hacia atrás, donde Satoru se encontraba trepado a un árbol, telefono en mano, estirado lo más que podía.
—¡¿Qué haces?! —Suguru le preguntó, dejando la saca en una de las esquinas de la casa y levantando la cabeza para ver al albino.
—¡Aquí hay señal! —celebró Satoru, aferrandose con las piernas al árbol, tratando de escribir sin mover mucho su celular.
Suguru elevó las cejas con sorpresa.
—Bueno, eso sí es pera celebrar —Suguru dijo con suavidad, recargando su espalda contra el árbol.
—¡Lo sé! ¡No puedo creerlo! —Satoru bajó la cabeza para ver a Suguru, pero en ese movimiento, su cuerpo resbaló un poco, por lo que su mano se movió.
Perdiendo la señal por completo.
—¡No! ¡No! ¡Papi! —chilló el albino— ¡Ya no tengo señal!
—Que pena, hijo —Satoshi le respondió, comenzando a dejar comida en el comedero de Tornado.
—Me voy a dejar caer.
Suguru abrió los ojos con sorpresa, poniendose alerta al instante, extendiendo los brazos, tratando de capturar a Satoru.
Pero Satoshi no parecía preocupado.
—Una pena —dijo con una suavidad que sorprendió más a Suguru— porque el pastel estará listo en quince minutos.
Satoru jadeó, bajando correctamente del árbol y lanzandose contra Suguru.
—¡¿En serio?!
El contrario se tambaleó un poco, luchando por sostener correctamente a Satoru, pero fue imposible, el albino se movía demasiado.
Ambos terminaron en el piso, manchando su ropa del barro aún fresco en el piso.
Satoru saltó del lugar como un gato en el agua.
—¡Esta ropa es cara! —se quejó, mirando su cuerpo— ¡Mi papi va a tardar en lavarla!
¿Eso era un reproche hacia Suguru?
—Pues lavala tú.
Satoru lo miró como si un tercer ojo le hubiera crecido en la cara.
—Mis manos no están hechas para lavar, ¡Me salen ampollas!
Suguru rodó los ojos, levantandose y quitando lo que podía del lodo.
—No creo que eso sea posible.
—¡Pues lo es! ¡Tú solamente eres ignorante!
—¡¿Qué?!
—¡Claro! Además, estoy casi seguro de que me dejaste caer a próposito.
¿Cómo podía Satoru cambiar de personalidad tan rápido? Suguru se había quedado en la parte dónde iban a jugar mario kart.
—¡Tú fuiste quién se lanzó contra mi sin avisar!
—¡Tenías los brazos extendidos! ¡Parecías listo para hacerlo!
—¡Te lanzaste a mi espalda, no a mis brazos!
—¡Aún así debiste sujetarme!
—¡¿Por qué!?
Los gritos continuaron hasta que el olor a pastel recién hecho llegó hacia el patio.
Satoru detuvó sus gritos, girando la cabeza hacia la casa.
—Oh, pastel —dijo con una sonrisa, señalando a Suguru su casa— debes probar el pastel que hace mi papi, brazos flojos.
—¿Me llamaste brazos flojos?
—Sí —Satoru dijo sin problema, tomando la saca que Suguru había dejado en la puerta y entrando.
Suguru frotó su nuca, mirando hacia arriba.
—¿A dónde me metí?
Aún así, entró a la casa y observó como Satoshi apagaba el ventilador que estaba detrás del pastel.
Sonrió un poco, acercandose y tomando el plato que le extendían.
—Gracias.
Satoru ya tenía los labios manchados de betún, sus ojos se cerraban de deleite y murmuraba algunos elogíos para su padre.
Suguru lo miró un momento, antes de desvíar la mirada con rápidez, metiendo un pedazo de pastel a su boca para que no le preguntaran nada.
Después de cinco rebanadas de pastel, Satoru ya parecía alegre otra vez y Suguru seguía sin entenderlo.
El albino saltó hacia la sala, comenzando a conectar todo antes de tomar uno de los controles.
—Yo seré la princesa Peach —declaró— y pelearé si también la quieres.
Suguru soltó una risita, antes de negar con la cabeza.
—Claro que no —le dijo, cruzando las piernas arriba del sillón y tomando el control— yo seré Mario.
—Buu —Satoru hizo una seña que Suguru, otra vez, no entendió— personaje sobrevalorado.
—No dirás eso cuando te derroté —declaró, inclinandos hacia la panalla, la cuenta regresiva comenzando.
—Cómo si eso fuera posible —Satoru susurró, agarrando más fuerte el control, listo para dejar a Suguru comiendose el polvo de la princesa Peach.
Chapter 5: 5 - Mario kart realmente no une a la gente, los calambres sí
Chapter Text
Suguru llevaba jugando Mario kart desde los seis años, cuando su madre había ahorrado el dinero suficiente para comprarle la consola y solo un caset para esta.
Jugaba con ella, con Miguel, Larue y Manami, siempre ganaba.
Pero parecía que Satoru había nacido con un control bajo su mano, porque ya lo había superado con una vuelta completa.
Además, tenía una tortuga roja como poder, apenas lo arrebasará, se la arrojaría.
—Te dije que era un personaje sobrevalorado —se burló, sacando un poco la lengua para su concentración.
Antes de pasar la línea de meta.
Elevó los brazos, riendo mientras se recargaba en el sillón.
—¿Todavía no? —le susurró, aún con su irritante tono de burla.
Suguru rodó los ojos, pero finalmente logró cruzar la línea de meta. Treina y tres segundos después que Satoru.
—¿Cómo...? —preguntó, sin creer lo que veía.
—No te atormentes —Satoru volvió a tomar el control, inclinandose hacia adelante para la siguiente partida— quién es genial, es genial. No puedes cambiar eso.
Suguru gruñó, sosteniendo tan fuerte su control que este crujió bajo su agarré.
—Aw, ¿Ya te molestaste? —Satoru le sacó la lengua.
—No estoy enojado —Suguru susurró con los dientes apretados.
—¿No? —Satoru le preguntó, carcajeandose cuando la cuenta regresiva llegó a su fin y Mario se quedó en la línea de inició, ya que Suguru aceleró antes.
Suguru lo miró de reojo.
Tenía una sonrisa burlona en su rostro, sus ojos estaban entrecerrados, su lengua un poco afuera.
Era tan odioso.
Suguru logró conseguir una tortuga roja como poder, esperó el momento adecuando y cuando la Princesa Peach pasó a su lado, la arrojó, mandandola directo al agua.
—¡Oye! —se quejó Satoru, esperando con impaciencia como llegaban a sacarlo de ahí.
—¿Qué? ¿No te sienta bien la derrota?
Satoru rodó los ojos.
—La trampa, mejor dicho.
—¿Trampa? Por favor, es solo parte del juego.
Fue el turno de Satoru para gruñir en reproche.
Pero aún así, tomando el atajó por el pasto, logró superar a Suguru.
—¡¿Qué?! —gritó Suguru, empujando con su auto al de Satoru.
Contra todo pronostico, Satoru lo volvió a dejar en segundo con la pequeña diferencia de un segundo.
¡Uno!
—¡Ja! —Satoru le apuntó— ¡Te gané! ¡Te derroté!
Satoru se trató de levantar, pero un calambre le hizo doblar la pierna, cayendo al suelo.
—¡Mierda!
—¡Sin malas palabras en la casa!
—¡Perdón, papi! —Satoru dejó el control en el piso, antes de sostener su pierna con ambas manos, una mueca de dolor en su cara.
—¿Qué tienes?
Satoru soltó un quejido, dejandose caer en el piso por completo, su pierna aún rigida.
—La derrota de mi propio cuerpo.
Suguru soltó una risita, pero dejó su control y se acercó, sosteniendo el hombro de Satoru.
—¿Todo bien?
El albino negó con la cabeza, tratando de mover la pierna, pero no lo logró.
—Me duele.
Suguru se acercó a su pierna, antes de retirar las manos de Satoru.
—¿Me vas a romper la pierna?
—Claro que no —Suguru le susurró, comenzando a masajear la zona con cuidado,
—¡Duele!
—Lo sé —reconoció, pero no por eso dejó de masajear— pero tienes que entrar en calor.
Satoru hizo un puchero, era casi imposible de ver, pero ahí estaba.
"Lindo" pensó por un momento, antes de negar con la cabeza y seguir masajeando.
Satoru se quedó ahí, tirado en el piso como si fuera lo único que pudiera hacer, incluso sacó la lengua y cerró los ojos.
—¿Moriste?
—Sí —admitió.
—Solo es un calambre, pasará rápido.
—Pero duele.
Suguru asintió, masajeando un poco más suave.
Cuando la pierna de Satoru finalmente se relajó, Satoru ya estaba fingiendo una nueva muerte.
Suguru palmeó con suavidad su piel, sonriendo.
—Ya deja el drama.
Satoru abrió los ojos, moviendo con suavidad la pierna antes de sonreír.
—Gracias —dijo bajito, como si no estuviera acostumbrado a agradecer.
—No es nada —le respondió, levantandose para volver a tomar su control remoto— ¿Listo para perder?
Satoru rodó los ojos, levantandose, esta vez con las piernas extendidas.
—Ya quisieras.
✿ -------------------- ✿ ----------------------- ✿
Suguru se fue cuando el sol comenzó a desaparecer, dejando otra vez a Satoru solo.
—¿Chiquito? —preguntó su padre, haciendo que Satoru levantará la cabeza del sillón dónde estaba a punto de dormir.
—¿Si?
—¿Sucede algo?
El albino negó con la cabeza, sonriendo.
—Solo fue divertido que haya alguien aquí —admitió.
—¿Extrañas a tus amigos? —le preguntó, acercandose a él para abrazarlo.
—Nunca estaba solo cuando estaban ellos, siempre iban a casa o yo iba a las de ellos.
Satoshi asintió.
—Aquí también hay gente de tu edad, ¿Por qué no tratas de hacerte su amigo?
Satoru hizo una mueca.
—Yo no le agrado a la gente, papi.
Su padre lo apretó contra él, acariciando su espalda con suavidad.
Sabía que, de hecho, era cierto. Por más que le doliera, Satoru nunca había entendido como relacionarse bien con otras personas, los amigos que tenía habían sido casi un milagro.
—Pero ya eres amigo de Suguru, ¿No?
—Sí, pero no voy a estar pegado a él todo el tiempo. Eso sería incomodo.
Su padre le sonrió, acariciando su cabello.
—Sería bueno si viniera tus amigos.
Satoru resopló.
—Claro, ¿Crees que Mei Mei va a poder caminar entre tanto pasto? Se le atorarían los tacones y Shoko me va a odiar apenas vea que no hay señal.
—A Haibara le gustaría estar aquí.
—A Haibara le gusta estar en todos lados.
Satoru se recargó más cerca, cerrando los ojos cuando se sintió más cómodo.
—Supongo que sería lindo —susurró, bostezando— si vinieran...
✿ -------------------- ✿ ----------------------- ✿
—Pensé que tu sabías hacer estas cosas —Satoru se quejó, dudando en entrar.
Su padre extendió la mano, tomando la de Satoru antes de jalarlo para que entrará a la pequeña milpa que tenían.
—Sí, pero necesito ayuda.
Satoru hizo una mueca de asco cuando sus pies descalzos tocaron la tierra, moviendose en su lugar con imapaciencia.
—No me gusta esto.
—Aw, ¿Al mimado no le gusta trabajar?
Satoru dio un saltó en su lugar cuando la voz de Suguru apareció.
—Papi —se quejó— ¿Qué hace él aquí?
—Lo contraté —celebró su padre— nos va a ayudar con el arroz y a arreglar algunas cosas del jardín.
Satoru hizo una mueca, antes de asentir y salir del agua.
—Entonces no me necesitas.
Antes de que pudiera salir por completo del lugar, Suguru lo empujó de regreso.
—Buen intento, niño bonito —le susurró con una sonrisa— pero tu vas a ayudar.
—¡A mi no me pagan, a ti sí! —Satoru se quejó, dandose la vuelta para que Suguru no logrará ver su cara.
La cual, de hecho, estaba un poco roja.
¿Niño bonito? ¿Por qué le llamó así?
Sí era muy atractivo, ¡Pero no se lo tenía que decir al oído!
—Bueno —Satoshi dijo, saliendo con una sonrisa para acercarse al caballo— los dejo trabajar, yo sacaré a pastear a Tornado.
—¡Papi! —Satoru lo llamó, a punto de quejarse una vez más, pero Satoshi ya estaba lo suficientemente lejos para poder escucharlo.
—Bueno —Suguru le sonrió, entregandole una herramienta que Satoru ni siquiera sabía como utilizar— hay que empezar.
—No quiero.
—Ay, pobrecito. Pero no tienes opción, vamos, ayudame.
Satoru respiró hondo, antes de levantar la herramienta y enterrandola en la tierra de manera torpe.
Chapter 6: 6 - Creo que odio (más) este pueblo
Chapter Text
—¿Qué haces? —Suguru le preguntó con una ceja alzada.
—Trabajo —Satoru le informó, limpiando el inexistente sudor de su frente.
—Eso es un kama, se usa para cortar el arroz que ya creció, no para enterrarlo en la tierra.
Satoru curzó los brazos.
—¿Entonces por qué me lo das si no sirve de nada?
Suguru sonrió.
—Quería ver que tanto me podre burlar de ti —admitió, sacandole un jadeó indignado a Satoru.
—¡Nadie se burla de mi!
—Ya lo estoy haciendo, ¿No?
Satoru se dio la vuelta.
—¡Papi! —se quejó— ¡Saca a Suguru de aquí! ¡No me cae bien!
Pero Satoshi se encontraba más lejos de lo que Satoru pensaba, porque no le respondió.
—Vamos —Suguru le dijo, agarrandolo del cuello de la camisa y volviendo a estirarlo hacia el campo— es sencillo, solo debes sacar un poco de tierra, hasta tu podrías hacer eso.
—¿Hasta yo? —preguntó con una ceja alzada, ofendido.
—Sí, incluso alguien que nunca a tocado la tierra podría hacerlo.
Satoru hizo una mueca, agachandose para quitar un poco de tierra con las manos.
—¿Qué haces?
—Sacó tierra, dah —Satoru le respondió, rodando los ojos.
Pero cuando levantó la cabeza, Suguru sostenía una pala en sus manos, una ceja alzada para verlo.
—Ah —Satoru extendió la mano, levantandose para tomar la pala y comenzar a quitar la tierra— hum, es fácil.
—Lo estás haciendo mal.
Satoru se quedó callado un momento, antes de mirar a Suguru.
—Te odio.
✿ -------------------- ✿ ----------------------- ✿
Parecía que Suguru había decidido que Satoru era solo una mula de carga.
Hizo que moviera la tierra tres veces, que cargara baldes de agua de la agua hasta el pequeño cultivo, ¡Tenían manguera! Por dios, Geto solo quería hacerlo trabajar.
Pero lo peor fue cuando el caballo de su padre se la acercó, parecía un poco más tranquilo que otras veces, pero agarró a Suguru de la manga y lo puso frente de él.
—¿Qué haces? —Suguru le preguntó, limpiando el sudor de su frente y mirando a Satoru.
—Me quiere patear —Satoru le susurró, agachandose un poco para lograr cubrirse con el cuerpo de Suguru.
—Y tu plan es... ¿Qué me pateé a mi?
—Exacto, tu ya estás acostumbrado a estas cosas, yo no. Te dolerá menos.
—Una patada de un caballo siempre duele.
—Solo confirmaste lo que ya dije: Estás acostumbrado, podría morir, ¿Sabes? Podría darme en el corazón y morir.
—Así no funciona, Satoru —Suguru le trató de decir, pero soltó un suspiró cuando Tornado de acercó, sacandole un chillido al albino.
Lo miró un momento, antes de bajar la cabeza.
—Lo llevaré a su establo, ¿De acuerdo? —Suguru le dijo, levantando la cabeza y palmeando el cabello de Satoru— no te asustes, niño bonito.
—¿Asustarme...? ¡Yo no estoy asustado! —Satoru rodó los ojos, poniendo las manos en sus caderas y bufando— soy cauteloso, eso es todo. Son cosas diferentes.
—¿Si? ¿Por qué? —le preguntó mientras extendía la mano para sostener la cuerda que el caballo tenía.
—Bueno, es diferente en varias cosas, ser cauteloso es prevenir algo, asustarse es... No atreverse a hacerlo, yo me atrevó a hacer las cosas, pero no quiero salir lastimado, conozco los riesgos y los evito, pero no porque me de miedo...
Suguru dejó que Satoru divagara solo, caminando hacia el corral del caballo y tratar de mantener al caballo adentro, pero este solo soltaba bufidos de enojo.
Suguru finalmente lo logró luego de sobornarlo con un trozo de azucar.
—... Y es por eso que el tonto caballo no me da miedo, solo prefiero evitarlo —dijo, colocando sus manos en sus caderas y girando la cabeza para ver a Suguru, que estaba nuevamente a su lado— ¿Entendiste?
—Completamente —dijo el con suavidad, sonriendo— eres cauteloso, no asustadiso.
Satoru asintió, sonriendo.
—¿Y el caballo?
—En su corral.
Satoru se sorprendió, antes de asentir con una sonrisa.
—Ya lo sabía.
Suguru asintió, antes de entregarle un pequeño dulce que siempre guardaba en su bolsillo.
—¿Quieres?
Satoru tomo el dulce, metiendolo a su boca con una sonrisa y asintiendo.
—Sí —dijo— me gustan los dulces. Incluso los baratos como este.
Suguru rodó los ojos.
—Tenías que salir con tus comentarios.
—¿Qué tienen de malo? —preguntó con curiosidad, girando la cabeza— son la verdad.
Suguru rodó los ojos una vez más.
—Son de muy mal gusto.
—No es cierto —respondió, frunciendo el ceño— solo es... Algo que se dice, mis amigos también lo dicen.
—No me sorprende, deben tener los mismos privilegios que tu.
—Te siento enojado.
—¿Tú crees?
Satoru elevó las cejas.
—Oye, no es mi culpa que tu no tengas dinero como yo.
Suguru lo agarró de la camisa, casi en una manera de advertencia mientras se acercaba a él, antes de soltarlo y simplemente negar con la cabeza.
Satoru tragó saliva con dificiltad, el toque de Suguru, incluso através de su ropa... Hizo que su corazón se acelerá, pero se obligó a calmarse cuando escuchó sus palabras.
—Lo lamentó —logró decir al fin— no es tu culpa, en eso tienes razón.
Suguru se sacudió un poco el viejo pantalón antes de caminar hacia la salida.
—Dile a tu padre que me siento mal, volveré mañana.
Satoru lo observó marcharse, sin entender bien lo que había pasado, antes de que su padre saliera de su casa.
—¿Por qué Suguru se está marchando?
—No sé —dijo con sinceridad— dijo que se sentía mal.
—¿Le dijiste algo?
Satoru estaba por negarlo, pero no tenía secretos con su papá y se sentía mal mentirle.
—No creo que haya sido nada malo...
—Ven —le pidió, extendiendo la mano— me cuentas adentro.
✿ -------------------- ✿ ----------------------- ✿
Shoko
Si el servicio postal de este lugar es tan horrible como todo lo demás tendrás está carta, con suerte, en cincuenta años.
La única razón por la que escribo esto es porque un idiota dejo a una vaca afuera, al tratar de capturarla, le dió una patada al ÚNICO teléfono fijo que había y ahora ni eso tengo.
No te extraño, no pienses eso, solo extraño estar en un lugar que me gusté (papi, si estás leyendo esto, deja de hacerlo y respeta mi privacidad).
Y no te atrevas a burlarte de mi por llamar a mi padre, papi, Shoko.
¡En fin! Estaba pensando en que tal vez podrían venir a visitarme. Ya sabes. Para compartir traumas.
Pero si no pueden, te los comparto aquí mismo.
Primero, ya sé que dije que no me importaba, pero mis padres se divorciaron y a mi mamá ni siquiera le importaba perder por completo mi custodia.
Segundo, mi papá decidió mudarse a un pueblo del que ni siquiera había escuchado hablar.
Tercero, ¡Un caballo casi me asesina! Creo que esa fue la peor parte.
También está este otro chico, Suguru. Es agradable. Le robaré su nintendo cuando se distraiga.
No será para siempre, antes de que empieces, solo por el tiempo que estaré aquí, después, lo regresaré, incluso le puedo pagar, no importa.
¡Y planté arroz! Ahora no puedes decir que tengo manos de princesa porque nunca hice trabajo físico, ¡Ja! Se te acaban las burlas, Shoko.
Y también quería preguntarte, tu no tienes el mismo dinero que yo o los demás, y tenía la curiosidad de sí te hacia sentir mal que... Bueno te lo acabo de decir.
Yo pensé que eran solo comentarios, pero mi papi dice que esos comentarios pueden herir a las personas, ¿Te he herido a ti?
Bueno, realmente no tengo nada más que decirte.
Dile a Haibara que moleste a Panmin por mí.
Recuérdale a Mei que si muero, nunca deje un testamento con ella como heredera.
Y a ti... Pues tú estás bien.
Tú muy grandioso,
guapo e irremplazable amigo,
Satoru.
Chapter 7: 7 - Una disculpa sincera
Chapter Text
Gojo
De manera sorprendente, tu carta sí llegó rápido. Aunque es un dolor de cabeza tener que responderte así.
Nanami estaba alegre ante la posibilidad de que no estuvieras aquí durante tanto tiempo, pero Haibara le bajó el humor. Se la ha pasado molestandolo.
Tal como se lo pediste, supongo.
Mei ya está inventando posibles "accidentes" que te pueden pasar para cuando regreses.
Ah, y ya falsificó tu testamento. Lo dejaste todo a su nombre.
Sobre los traumas no ha pasado nada relevante. Las cosas son aburridas sin ti aquí, lo admito.
Pero le dices a alguien que dije eso y yo les diré que aún me dices papi al señor Gojo.
Y por lo que me preguntaste, ¿En serio le dijiste eso al tal Suguru? Idiota.
A mí no me molesta. Nunca me ha molestado que mi situación económica sea menor a la de ninguno de ustedes.
Soy amiga de Mei desde el kínder, así que no era nada nuevo.
Pero hay personas que no piensan como yo, Satoru.
Tu tienes la suerte de que te pudieron dar todo desde que naciste.
Todo lo que querías, lo tenías. ¿Recuerdas aquella vez que querías una manzana con caramelo pero ya no había? Tú padre mando a Ijichi al otro lado de la ciudad por una.
Y cuando la trajo, tú ya no la querías.
O esa vez, cuando teníamos 8 y quedaste en segundo lugar en el torneo de deportes.
Hiciste un berrinche tan grande que te desmayaste por aguantar la respiración. Cuando despertaste, tu mamá te había comprado un trofeo de primer lugar.
Nunca vas a saber lo que es no tener algo que no quieras, Satoru. Nunca.
Y nadie te pedirá que renuncies a tus privilegios. Pero si te pido, solo para que hagas un amigo, que no pienses que todos en el mundo pueden tenerlos.
Eres un gran amigo cuando en serio quieres serlo. Así que pídele perdón y no vuelvas a ser un idiota.
Tu mejor amiga, la inigualable
Shoko
✿ -------------------- ✿ ----------------------- ✿
Suguru se mantenía lejos de él desde ese día. Seguía viniendo a trabajar, pero no entraba a casa y tampoco hablaba con Satoru.
Pero estaba bien, Satoru ya tenía todo planeado.
—Lo vas a incomodar si lo miras así —Satoshi le informó a Satoru.
Su hijo se agachó un poco más, tratando de observar los movimientos de Suguru desde la ventana.
—Es que estoy esperando el momento.
—No molestes al pobre chico, Satoru —le pidió con suavidad.
—No lo haré —Satoru le prometió, dandole un besito en la mejilla antes de salir silenciosamente al jardín.
El caballo estaba lejos, así que Satoru no tendría que tener problemas.
Aún así, sus manos estaban algo sudadas por los nervios. No solía hacer esto.
Sabía que era algo que tenía que hacer mucho, pero aún así... No, no recordaba ni una sola vez que lo hubiera hecho con sinceridad.
—¿Suguru?
El nombrado se puso tenso, pero a los pocos segundos volvió a encajar la pala en la tierra haciendo un nuevo agujero.
—¿Qué?
Le dolió un poco la forma de Suguru de hablar.
No llevaban mucho tiempo conociéndose, pero Suguru tenía una voz cálida, suave. Casi juguetona.
Pero ahora solo era una voz plana. Porque evidentemente no le quería responder.
—Te quería pedir perdón —Satoru logró decir, bajando la cabeza y respirando hondo— no fue... Amable lo que dije.
Suguru giró su cabeza, solo un poco para lograr ver a Satoru.
Tenía las mejillas rojas, sus manos se movían con rapidez, como si así pudiera expresarse mejor. Su cabello se movía con el viento y movía una de sus piernas en un pequeño tic.
—Esta bien, niño bonito —dijo después de unos segundos— te perdono.
—¡¿En serio?! —gritó Satoru con emoción, lanzándose contra Suguru.
Pero su pie piso uno de los agujeros que Suguru estaba haciendo y lo mando al suelo.
—¡¿Estás bien?! —Suguru le preguntó, mordiendo su labio para no reír mientras se agachaba para ver al albino.
Sator levantó la cabeza, su cara estaba llena de lodo y algunos mechones de su cabello también lo estaban.
—¡¿Me veo bien?! —Satoru le preguntó, soltando un quejido mientras se trataba de levantar.
—Aquí —Suguru le dijo, agarrando los brazos de Satoru y levantando su cuerpo del piso.
Satoru cerró los ojos cuando Suguru le acercó un paño a la cara, tratando de quitar un poco de la suciedad.
—No abras la boca o se te va a llenar de lodo.
Satoru asintió, dejando que Suguru lo guiará hacia la casa una vez más.
—¡Satoru! —exclamó su padre, mirando a su hijo con una mezcla de preocupación y diversión.
—Esta bien —Suguru le respondió, sonriendo con diversión— se resbaló, pero solo necesita lavarse la cara.
Satoshi asintió, acercándose y acariciando un poco el cabello de su hijo.
—Yo puedo llevarlo si no quieres, Suguru.
Él le sonrió.
—Se lo agradezco. Pero está bien, yo lo llevo.
El señor Gojo sonrió, soltando un suave suspiró.
—Esta bien. Cuídalo, ¿Si?
Suguru sostuvo una vez más los brazos de Satoru, guiando al chico hasta el baño.
Era inusual ver a Satoru en silencio, pero era cómodo.
Se sentía mejor después de su disculpa. Sus palabras le habían dolido, incluso cuando no había querido tomarlas tan en serio.
—Es una suerte que no hayas traído tus gafas —Suguru le susurró, poniendo un poco de agua en su mano y limpiando la cara de Satoru.
El albino se quedó quieto, con ojos apretados y la boca bien cerrada, pero dió un salto cuando la mano de Suguru tocó su mejilla.
—Esta bien —le susurró, agarrando su paño y enjuagando este.
Con cuidado, lo paso por su boca, que se había vuelto a llenar de lodo que le caía.
Luego, paso a los ojos, asegurándose de que no hubiera nada que lo pudiera incomodar.
Satoru los abrió con cuidado después de unos segundos, parpadeando varias veces para acostumbrarse a la luz otra vez.
—Que vergüenza —susurró, desviando la mirada.
Suguru sonrió, volviendo a mojar su paño y limpiando la mejilla de Satoru.
—¿Por qué? Solo... Te caíste.
—¡No te burles! —Satoru se quejó, observando como Suguru aguantaba la risa.
—Fue gracioso —le recordó— no puedes culparme por eso.
—Sí puedo.
Suguru le sonrió, picando la punta de su nariz con su dedo, ladeando la cabeza.
—No puedes.
Agradecía tener lodo en la cara para que Suguru no viera como se volvía a sonrojar.
—Sí puedo.
El contrario sonrió, tomando un poco de agua.
—Cierra los ojos.
Apenas tuvo tiempo para hacer lo pedido cuando Suguru le arrojo agua a la cara, haciéndolo jadear con indignación.
—¡Me tratas de ahogar!
—No se puede ahogar con un simple chorrito de agua.
Satoru respiró hondo, antes de hacer una mueca porque Suguru tenía razón.
—Yo puedo seguir limpiando mi cara —Satoru dijo con suavidad, acercándose al lavamanos para hacer las cosas el mismo.
Suguru asintió, dejando su paño ahí antes de caminar unos pasos más lejos.
—Es el karma —Satoru dijo cuando terminó de lavar su cara —por haberte hecho sentir mal.
—Pero el lodo es bueno para el rostro.
—¿En serio? —Satoru preguntó, elevando la cabeza para verlo— ¿No estás bromeando?
Suguru negó con la cabeza.
—Oh —Satoru de repente parecía feliz mientras seguía limpiando el rostro.
Suguru sonrió un poco, observando al albino usar una toalla para secarse cuando al fin terminó.
Se acomodo el cabello y giró para ver a Suguru.
—Listo, bonito como siempre.
Suguru quería hacer un comentario sarcástico sobre ello, pero no lo podía negar.
—Debo regresar a trabajar.
Satoru sonrió, asintiendo mientras corría hacia él para caminar a su lado.
—Te puedo ayudar.
Suguru soltó una risita.
—¿Seguro?
—Solo mantén al cabello lejos de mí y ayudaré en todo lo que pueda.
Asintió con suavidad, revolviendo el cabello de Satoru con una risita.
—Mientras no vuelvas a caer en un agujero, está perfecto.
Satoru rodó los ojos.
—No dejaras que lo olvidé, ¿Verdad?
—Nunca.
Satoru exageró uno de sus suspiros, pero salió de la casa con una sonrisa.
—Creo que es justo.
Chapter 8: 8 - Ayuda
Chapter Text
Satoru estaba muy seguro de que él podía hacer todo lo que Suguru hacía en el jardín.
Podía levantar pacas, hacer agujeros en la tierra, controlar a los animales...
Bueno, al menos tenía la confianza en que él podía hacer eso. Pero el mundo le hizo ver lo contrario.
¡Él era un chico de la ciudad, caray!
—Satoru, en realidad debes tomarla de los lados para que...
Tarde. Satoru ya había agarrado la paca por dónde pudo, el peso ocasionando que se le resbalara de las manos, dejando caer varias de las ramitas.
—Ay —susurró, mirando a Suguru— lo lamento.
Suguru negó con la cabeza.
—No hay problema, solo lo levantamos.
El albino asintió, agachándose para recoger ramita por ramita el desastre que había hecho.
—Lo lamento —volvió a decir.
—Ya te dijo que no había problema —le respondió, alzando la mano y revolviendo el corto cabello de Satoru— es solo un accidente.
Asintió con suavidad, desviando la mirada con vergüenza.
—Bueno, seguro qué puedo hacer otra cosa.
—No hay nada de malo, Satoru. Ya te dije que no estoy molesto.
—Bueno, seguro que al demonio que mi papi tiene por mascota no le gustará comer lo que esto sea sucio.
—¿Sabes qué es lo que come?
Alzó los hombros, frunciendo el ceño.
—¿Paja?
Una risita se escapó de sus labios, negando con suavidad.
—¿No te enseñan eso en la escuela a la que vas?
—No realmente —admitió—, es más como... No sé, no sé centran realmente en los animales, al menos no en las clases que llevo.
Dudo un momento, pero igual hablo.
—¿Tú... Tú vas a una escuela?
—Hay una escuela pequeña en el pueblo, por la mañana es escuela y por la tarde secundaria. No hay preparatoria.
—¿Y no la estudian?
No sonaba disgustado, ni burlón como antes, solo... Curioso, intrigado.
—Bueno, puedes salir del pueblo para ir a otra, el autobús se detiene en la entrada, cerca de la iglesia.
—¿Vas a la iglesia?
—A veces —soltó una risita— no es como que me emocioné mucho, pero mi mamá es religiosa, así que...
—Mis padres no son religiosos.
—Suerte la tuya.
Su cabeza se ladeó un poco, frunciendo el ceño.
—¿Es malo?
—Depende de lo que seas —Suguru susurró, casi demasiado bajo para que Satoru lo pudiera escuchar, pero lo hizo— o de lo que sientas.
Sin embargo, no le dió tiempo a Satoru de preguntar a qué se refería cuando se levantó, cargando la paca que él no logro levantar.
—¿Qué tal si me ayudas con las flores? Tu papá quiere que plantees algunas.
—No creo que quiera que lo haga yo, pero está bien. ¿Para eso eran los agujeros?
Suguru asintió, empujando con su pierna la pala para que cayera en sus brazos.
—Para eso eran, ¿Por qué no haces algunos más mientras yo traigo las flores?
Satoru asintió, tomando la pala en sus manos, sonriendo.
—Ajá, ya verás lo bien que hago esto.
—Claro que sí, niño bonito.
✿ -------------------- ✿ ----------------------- ✿
—¡Suguru! —Manami dijo con una sonrisa al verlo llegar— ¿Cómo estás?
El chico sonrió un poco.
—Bastante bien —dijo con suavidad—. Vine por los crisantemos que Gojo-san encargó.
La chica asintió.
—Te los traeré —le respondió, caminando hacia el pequeño almacén que la florería tenía.
Suguru miró alrededor, observando las flores que llenaban el lugar. Nunca se cansaba de estar en la florería.
Claro, todo el pueblo rebosaba en verde la mayoría del año, pero ahí se sentía más tranquilo.
Su vista se poso sobre unas pequeñas flores azules, eran de un tono más abajo, no eran igual. Claro que no lo eran.
Pero se parecían a los ojos de Satoru.
—Tus flores —Suda le dijo, sonriendo mientras se inclinaba hacia él—. ¿Qué miras?
—-Nada —Suguru respondió, tomando la caja con crisantemos y dándose la vuelta— muchas gracias.
—Vamos a tener una fogata el fin de semana, ¿Quieres venir?
—Sí, creo que tengo tiempo.
Su amiga sonrió un poco más, despidiéndose con la mano.
El camino hacia la casa de Satoru no estaba muy lejos de la florería. Al menos, podía ir a pie sin cansarse.
Aún así, aceleró el paso hacia la casa de los Gojo, ni siquiera estaba seguro de por qué, pero quería regresar lo antes posible.
Sin embargo, cuando estaba a solo unos cuantos metros de ahí, un estridente gritó resonó.
—¡Papi! ¡Papi! ¡Ayuda! —Satoru gritó, corriendo hacia afuera de la casa, aventando la pala hacia atrás.
Aún así, el cabello lo siguió persiguiendo, resoplando detrás de él.
—¡Suguru! —gritó cuando lo vio, corriendo hacia él con desesperación.
Sabía que no debía, pero una pequeña sonrisa se formó en sus labios, bajando las flores y preparándose para lo inevitable.
Satoru lanzándose a sus brazos, aferrándose a él con toda la fuerza que tenía.
—¡Suguru! —seguramente era el miedo, porque Satoru seguía gritando a pesar de estar contra su oreja— ¡Suguru! ¡Otra vez me quiere matar!
Tornado se paró en dos manos frente a ellos, pero Suguru tiro con suavidad de la cuerda que el caballo tenía, haciendo que bajara.
Aún estaba enojado, resoplando y sacando tierra con sus patas, pero pareció más calmado.
—Eres como... Cómo un domador de caballos.
—Claro que no, solo no me asusto como tú.
—Ya te dije que no me asusté —susurró, enterrando su cabeza en su hombro— soy...
—Precavido —finalizo Suguru— lo sé.
El albino asintió, bajando con cuidado, no le quería ver la cara, tratando de ocultar el sonrojo que se apoderaba de sus mejillas.
—Llevaré las flores yo, tu llévate al demonio este.
Suguru soltó una risita, guiando a Tornado con cuidado hacia la casa.
—¿Por qué te perseguía?
—Creo que malinterpreto mis movimientos cuando escarbaba en la tierra, ¡Se puso como loco! —se estremeció con un temor reprimido— ¡Me comenzó a perseguir! Cuando papá trató de detenerlo solo se puso peor. Creo que está celoso de mí.
—¿Celoso? ¿Por qué un caballo estaría celoso de ti?
—Bueno, para empezar, mi cabello es mejor que el de él y... Pues papá lo adoptó cuando llegó aquí, pero luego llegué yo...
Sus ojos se entrecerraron un momento.
—Sí, seguro qué está celoso. Soy muy genial. Más que él.
Y como para confirmar sus palabras, Tornado resopló, lanzando una patada hacia atrás que por poco le daba a Satoru.
—Oh —Satoru frunció los labios, la caja de flores que mantenía en brazos había salido volando gracias a la patada, llenando su cabeza de tierra una vez más.
Suguru giró la cabeza hacia él, dejando a Tornado un momento antes de acercarse.
—¿Todo bien?
—Lo lamento —Satoru susurró, tratando de quitarse la tierra del cabello— arruine tus flores.
Suguru negó con la cabeza.
—Lo importante es que estés bien, ¿No te lastimó?
Él negó con la cabeza.
—Solo lleno de tierra... —respiró hondo, frunciendo un poco los labios— dime qué no tenía lombrices.
Suguru se quedó callado.
—Dime... Que no tenía lombrices —pidió, parpadeando varias veces.
No quería llorar, realmente no se sentía triste, más bien estresado, tal vez abrumado.
—No —mintió Suguru, tomando su mano para llevarlo a la casa, guiando a Tornado con la otra.
—Puedo caminar solo —susurró el albino, tratando de limpiar su cara con la manga de su suéter.
Aunque no por eso dejo de sostener su mano.
✿ -------------------- ✿ ----------------------- ✿
Shoko.
Gracias por los consejos, me disculpé. Fue difícil, pero lo hice. Así que me siento muy orgulloso.
Vuelvo a ser su... Amigo, supongo. Trabaja para mí papi y lo estoy ayudando un poco.
Al menos, eso intento, pero parece que todo me sale mal, es más difícil de lo que pensé. Pero estar a su lado es divertido.
Me gusta estar con él, creo que es el primer amigo que tengo desde ustedes, ¿Hace cuánto de eso? ¿Ocho años?
En fin, aléjate de los caballos, son más peligrosos de lo que crees.
Tu guapo, inolvidable
y perfecto amigo,
Satoru
Chapter 9: 9 - Charlas
Chapter Text
—¿Otra vez? —Satoshi preguntó en cuanto vio a Satoru entrar a la casa.
—Los caballos me odian, papi —se quejó el albino, dejándose caer en una silla y rascándose el cabello.
Se detuvo un momento, pasando saliva pesadamente.
—¿Suguru?
—¿Si?
—¿Estás seguro de que esa tierra no tenía lombrices?
Suguru se acercó, colocando sus manos en el corto cabello del otro.
—Totalmente seguro —aseguró, rascando el cabello de Satoru y sacando una lombriz que estaba ahí— ¿Lo ves? Nada.
Asintió, una sonrisa en sus labios al fin apareció.
—Iré a ducharme... Otra vez.
Su papá asintió, dándole una palmadita en la espalda al verlo marcharse.
—Tenía lombrices, ¿Verdad?
—Solo una —Suguru aseguró, caminando hacia el jardín— iré a dejarla en algún lado.
—Gracias —el señor Gojo le dijo con sinceridad—. Por cuidarlo, aún no se acostumbra a estar aquí.
Suguru asintió, él entendía eso.
—No hay de que, puedo estar con él sin problema.
—¿En serio?
Asintió con una sonrisa, asegurándose de que la lombriz se quedará en sus manos.
—Me gusta estar con él, es divertido.
Satoshi sonrió, asintiendo con suavidad al ver a Suguru salir al jardín.
✿ -------------------- ✿ ----------------------- ✿
—Me mentiste, ¿No es así?
Suguru giró la cabeza hacia atrás, Satoru estaba cubierto con una gran chaqueta que le llegaba hasta las rodillas y el gorro lo cubría por completo del frío.
Se veía como un pingüino.
—¿Con qué? —le preguntó, tratando de no ponerle atención a lo baja que sonaba la voz del albino.
—Sobre las lombrices, me encontré una en mi brazo cuando me bañaba, creo que me quedé afónico. No puedo hablar bien. Suerte que ya no estabas cuando paso.
Sonrió un poco, colocando un crisantemo en la tierra.
—Me di cuenta.
—¿Por qué me mentiste? ¡Que cruel! —se quejo, arrodillándose a su lado.
—Vas a ensuciar tu ropa.
—No pasa nada —le aseguró, tomando una de las flores y colocándola en el agujero— ¿Por qué no me dijiste?
—No quería que te alteraras por nada.
—¿Por nada? Son lombrices, esas cosas... Dan asco.
Seguro que quería decir otras cosas, exclamar y elevar la voz, pero no podía. Era algo tierno verlo así.
—No te dan asco si te acostumbras a ellas.
Satoru se aclaró la garganta, frunciendo el ceño al tratar de hablar una vez más.
—¿Tu estás acostumbrado a esas cosas?
—Un poco, solía jugar con el lodo, así que salen bastantes por aquí.
—¿Hacías pasteles de lodo?
—Claro, una vez trate de comerme uno.
Satoru soltó una risita, quejándose a los pocos segundos.
—¿Estaba rico?
—No cuando la boca se me llenó de piedras.
—¿Cuantos años tenías? ¿Cinco? —preguntó, tomando otra flor para colocarla.
—Tres, y, en mi defensa, ese pastel se veía delicioso.
—No lo dudo.
—¿Tu hacías pasteles de lodo? ¿O te molestaba ensuciarte?
—Mamá no me dejaba —Satoru dijo con suavidad—. No le gusta cuando llegó sucio.
—Te estás ensuciando ahora mismo.
—Ella no está aquí, ¿O si?
—¿Cómo es ella?
El albino elevó los hombros.
—Era... Cuando yo era niño era más cariñosa conmigo, pero no le gustaba que me ensuciará o gritara al jugar. A los cinco comenzó a alejarse.
—¿Por qué?
Elevó los hombros.
—Se le acabo el amor por papá, supongo que, por defecto, también se le acabó el que me tenía a mí.
Suguru observó a Satoru un momento, sin saber que decir.
—Mi papá abandonó a mi mamá y a mí cuando yo solo tenía una semana de nacidos.
—Me ganaste.
Soltó una risita, asintiendo.
—Creo que lo hice, sí.
—¿Lo extrañas?
—No —admitió sin pensar—. Realmente no lo conocí, no tengo fotos de él y mamá tampoco cuenta mucho de como era.
—Yo podría ayudarte a buscarlo —le dijo con suavidad—, solo si quieres.
—Gracias —respondió con honestidad, arrojando un poco de lodo a la cara de Satoru.
El albino abrió la boca con indignación.
—Tienes formas curiosas de agradecer —susurró, aclarando su garganta una vez más.
Metió la mano al bolsillo de Suguru, sacando el pañuelo que él siempre tenía ahí y comenzó a limpiarse.
—Esta suavecito.
—Ya lo sé.
Satoru miró el paño, ahora completamente sucio y soltó un suspiró.
—Te lo regreso limpio.
—¿Vas a lavar? Estás lleno de sorpresa.
—Solo es meterlo a la lavadora —se encogió de hombros—. Es fácil.
Suguru sonrió, observando a Satoru por unos segundos.
—¿Quieres venir a una fogata? Será pasado mañana, puedo venir por ti si quieres ir.
El albino ladeó la cabeza, guardando el pañuelo en su propio bolsillo luego de hacerlo bolita.
—¿Una fogata? No sé, el olor del humo siempre me ha dado asco.
—Todo te da asco.
—Solo la mayoría de las cosas —Satoru corrigió—. Estoy acostumbrado a vivir diferente.
—Me doy cuenta —sonrió un poco, cerrando la tierra de un crisantemo y soltando un suspiró—, ¿Cómo sientes tu garganta?
—Me duele al hablar, pero no pienso dejar de hacerlo.
Suguru giró la cabeza hacia él, observando con curiosidad a Satoru.
—Te traeré un té, debería ayudarte con el dolor.
—Solo debería quedarme callado y mejoraría —aceptó—. Pero el té suena genial a comparación de eso.
Suguru se levantó, observando el pequeño espacio de crisantemos que ahora estaban ahí.
—Florecerá un poco más.
Satoru se levantó, sacudiendo un poco su chaqueta para borrar el lodo, aunque quedó una pequeña mancha ahí.
—¿Quieres que te ayude con otra cosa?
—Sacaré a Tornado, ¿Quieres hacer eso?
—Carajo, no —respondió, caminando hacia la casa—. Iré a llenarme la garganta de miel.
Suguru soltó una risita, sacudiendo sus manos para acercarse al corral, no sin antes asegurarse que Satoru estaba dentro.
✿ -------------------- ✿ ----------------------- ✿
—¿Una fogata? —preguntó Satoshi—. No sé, Satoru, sé que necesitas amigos aquí, pero no me gusta que salgas por la noche.
Satoru elevó los hombros, tomando una cucharada de miel y metiéndola a la boca.
—Tampoco estoy seguro de ir, odio el olor que queda después, pero va a estar Suguru, así que no creo que la pase mal.
Su padre soltó un suspiró, negando con la cabeza.
—Debo pensarlo, no quiero ponerte en riesgo.
Se quedó un rato callado, solo comiendo miel mientras pensaba en que decir.
—Esta miel sabe rara.
—Es que es natural. La puse en la botella del oso para que la probaras.
—No soy un bebé, papi —se quejó, acercándose a la ventana para observar a Suguru.
—No, no lo eres. Pero te voy a cuidar como a uno por el resto de mi vida.
Una risita salió de sus labios.
—Tu tonto caballo quiere a Suguru.
—¿Celoso?
—El caballo es quién está celoso de mí —Satoru aclaró, rodando los ojos—. Yo solo opinaba algo.
—¿Suguru te agrada?
—Bastante —admitió—. Por eso pensé en ir a la fogata.
—¿Estarán sus amigos?
—Eso supongo —al fin dejo la miel abajo, soltando un suspiró—, no quisiera ir si están ellos.
—¿Por qué?
—Porque me van a odiar. Eso es seguro.
Satoshi se acercó, abrazando a su hijo por los hombros.
—No te van a odiar, Satoru.
—Sí lo harán y después, odiaran a Suguru por haberme llevado.
Su papá lo abrazo más fuerte, acariciando su cabello.
—Tal vez debas ir.
—¿En serio después de todo lo que dije me quieres enviar allá?
—Te haría bien.
Satoru negó con la cabeza, riendo al ver a Suguru resbalar cuando Tornado se puso en dos patas.
Aunque su garganta volvió a doler en proceso.
Chapter 10: 10 - Preparaciones
Chapter Text
Suguru se enorgullecía de decir que los adultos lo veían como alguien confiable. Una buena influencia. Alguien que debía de ser amigo de sus hijos.
Pero estar en la sala, frente a Satoshi, que lo miraba como si fuera la mayor amenaza del mundo, lo estaba poniendo nervioso.
Se movía repetidamente en su lugar, entrelazando sus manos para evitar que se notaba que temblaban. No estaba acostumbrado a esto.
—Mira, Suguru, tu me agradas mucho. Eres una buena influencia para Satoru.
Sintió como sus hombros se relajaban al instante, soltando un suspiró pequeño.
—¿Si?
—Sí. Pero Satoru es... Difícil, para muchas personas.
—¿Esto es por lo de la fogata?
—Creo que sería bueno para Satoru ir contigo.
—Yo también lo creo, se la pasa aquí encerrado, con temor de que la tierra lo toque.
—No creo que le de miedo la tierra, solo asco —, Satoshi le sonrió—. Pero a ti nunca te molesto eso.
—¿Por qué lo haría?
La sonrisa del señor Gojo creció aún más.
—¿Dónde será la fogata?
—Casi a la salida del pueblo.
—¿Cuánta gente habrá?
—A lo mucho, unas diez personas.
—¿Habrá adultos?
—Uh... No.
—¿Alcohol?
—No.
—¿Drogas?
—Tampoco.
—¿De verdad?
—Sí. Lo prometo.
Satoshi respiró hondo, antes de levantarse, colocando una mano en la cabeza de Suguru.
—Mi hijo es lo más importante que tengo en la vida, Suguru. Te pido que lo cuides bien.
El adolescente levantó la cabeza, mirando a los ojos al mayor.
—Lo voy a cuidar.
—Lo sé. Por eso dejaré que vaya contigo, si Satoru, o tu necesitan algo, lo que sea, llámame. Iré por ustedes en un santiamén.
—Le llamaré si Satoru necesita algo.
—O tú —Satoshi le recordó, alejándose nuevamente—. Tu también eres importante.
Suguru no supo que responder en ese momento.
Su madre había estado con él, claro, pero nunca de la misma forma que Satoshi lo estaba para Satoru. Su padre mucho menos.
Pero ahí estaba él.
Las palabras del señor Gojo, por alguna razón, le formaron un nudo en la garganta.
—¿Estás bien?
Suguru asintió, levantándose del sillón para acercarse a la puerta.
—Sacaré a Tornado de su corral. Seguro que quiere salir.
El contrario asintió, observando como Suguru salía de la casa con demasiada rapidez.
Suguru se recargo contra la puerta apenas la cerró, mordiendo su labio para controlarse.
No podía dejar que unas palabras tan simples le afectarán.
—Seguro que solo fue amable —susurró para si mismo, caminando hacia Tornado.
✿ -------------------- ✿ ----------------------- ✿
Suguru podía sentir la mirada de Satoru en su nuca, espero que hablará primero, pero cuando no lo hizo, tomo el primer paso.
—¿Entonces irás a la fogata?
—Papi quiere que vaya —Satoru respondió, sin acercarse.
—Hum —respondió, desenredando el pelo de Tornado—. ¿No quieres?
—No creo que sea lo mejor para tu vida social.
—¿Aparecer con un niño bonito no impulsará mi popularidad? Vaya, yo pensaba que sí.
Satoru lo pensó un momento, antes de asentir a medias.
—Tienes razón. Soy bastante impactante.
Una sonrisa creció en sus labios, girando la cabeza para ver a Satoru.
—Eres un tonto.
Satoru hizo una pose.
—Si por 'tonto' te refieres a deslumbrante. Sí, estoy de acuerdo contigo.
—Con 'tonto' me refiero a que eres un idiota.
Satoru presionó su mano contra su pecho, jadeando con exageración.
—¡¿Cómo te atreves?!
—¿Por qué no vienes y me golpeas?
—Lo haré —Satoru prometió, señalando a Suguru—. Cuando te apartes de tu guardaespaldas.
Suguru resopló, antes de abuchear al albino.
—Miedoso
—¡Ya te lo dije! Solo soy precavido. La precaución es buena. Mantiene a la gente con vida.
Una carcajada se le escapó, negando con la cabeza, regresando su atención al caballo.
—Como digas, niño bonito.
Satoru soltó un gruñido, colocando una mano en su garganta cuando está dolió.
Se quedó callado unos segundos, antes de volver a hablar.
—¿Y que debería ponerme?
Suguru giró la cabeza hacia él una vez más, observando su ropa.
—Esa ropa está bien.
Satoru rodó los ojos.
—Para quedarme en casa, tal vez. ¡No para una fogata!
—Estoy seguro de que nunca has ido a una.
—No —coincidió—. Pero definitivamente no iré vestido así a la primera.
—Como quieras.
—¿Tu irás vestido así?
—Seguramente.
Satoru asintió, cruzando sus brazos.
—Tal vez podamos ir con ropa a juego.
—Oh, claro. Eso definitivamente impulsará tu vida social.
—Puedo sentir tu sarcasmo.
—Que bueno. Así no irás a juego conmigo.
—¡Grosero!
✿ -------------------- ✿ ----------------------- ✿
A pesar de todo, Satoru logró arrastrar a Suguru a su habitación, comenzando a mostrarle sus opciones.
—¿Qué tal esté?
—Me gusta. Deberías llevarlo.
Satoru respiró hondo, vagando la ropa a la cama y mirando mal a Suguru.
—Has dicho eso de todo lo que te muestro.
—¡Porque todos están perfectos!
—¡Mentiras!
—¿Por qué crees que todo es mentira?
—¡Porque ni siquiera me estás mirando!
Suguru finalmente levantó la cabeza, no quería hacerlo porque, bueno, Satoru no tenía la camisa puesta.
Y no es que él no hubiera visto gente sin camisa antes, lo había hecho. Cuando iba al lago con sus amigos.
Pero Satoru era otra cosa completamente diferente.
No era delgado, tampoco era demasiado musculoso, pero tenía indicios de músculos que seguramente entrenaba.
Era alto, su cabello brillaba aunque no hubiera luz directa en la habitación, sus ojos estaban ocultos por las gafas de sol, pero estás se le resbalaban por la nariz y dejaba ver la forma en que resplandecían.
Respiró hondo, sacudiendo la cabeza para evitar seguir pensando. No era bueno seguir con esos pensamientos.
—Todo te queda bien, de verdad.
—Pues sí soy muy bello, pero no quiero... Destacar de más.
—¿No? —preguntó con sorpresa.
—No hasta que conozca a todos. Entonces sí podré destacar todo lo que quiera.
Suguru sonrió, rebuscando entre la ropa que Satoru había puesto en la cama.
—Ten —le dijo, comenzando a pasarle algunas de las prendas—. Lleva esto.
—¿Ves? ¡Esto es de lo que hablaba!
Satoru tomo las cosas, corriendo de regreso al baño para ponerse lo que él le dió.
Suguru respiró hondo, dejándose caer en la cama unos segundos. La ropa de Satoru seguía ahí, oliendo a nada más que aromatizante.
—No seas raro —se reprendió, levantándose de la cama.
—¿Qué tal me veo?
Suguru giró la cabeza hacia Satoru, la chaqueta tenía un enorme gorro que le cubriría sin problema cuando comenzará a hacer frío, le quedaba hasta la mitad de los muslos y con sus manos en sus bolsillos...
—Pareces un pingüino.
—¿En el buen sentido?
—¿Decir que pareces un pingüino parece un halago para ti?
—Depende —Satoru se miró al espejo, antes de alcanzar los hombros—. Creo que es en el buen sentido.
Unos cuantos toques en la puerta llamaron la atención de ambos, Satoshi se asomó a los pocos segundos.
—Quería ver si estaban listos.
Satoru asintió, acomodándose las gafas.
—Yo si, no sé si Suguru necesita algo.
El nombrado negó con la cabeza.
—Todo bien.
—¡Entonces vamos! —dijo Satoru, tomando el antebrazo de Suguru y jalando de él para ir a la puerta.
—Lo que necesiten —Satoshi les recordó mientras salían de la casa—. Solo llamen.
—No creo que haya señal, ¿O si? —Satoru susurró a Suguru una vez que estuvieron fuera.
—Lo más probable es que no. Pero no te preocupes.
Suguru le dió un suave apretón en la mano al albino, antes de apartar su mano con suavidad.
—No dejaría que te pasará nada.
Chapter 11: 11 - Fogata y problemas
Chapter Text
Satoru comenzó a arrepentirse de acompañar a Suguru exactamente tres minutos después de salir de su casa.
El frío comenzaba a ser más pronunciado apenas se alejaron un par de metros de su casa, había salido antes, como cuando acompaño a su padre a comprar cosas, cuando salio corriendo porque Tornado decidió que parecía un buen postre.
Pero a cada paso que daba, la incertidumbre comenzaba a crecer.
Se sentía raro, como si no tuviera que salir de la casa o todo se iría al demonio. Tal vez debería regresar, aún estaba cerca de su casa, podría irse.
—¿Pasa algo?
A pesar de todo, Satoru negó con la cabeza. No quería hacer sentir mal a Suguru.
—Nop —aseguró—. Todo bien, solo hace frío.
Suguru frunció un poco el ceño, girando la cabeza hacia él, pero todo lo que vio no fue más que las mejillas rojas de Satoru.
—Sí, hace algo de frío.
El albino asintió, metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta y tratando de hacerse uno con la prenda.
—Cuando estemos en la fogata no deberías seguir teniendo frío.
Satoru sonrió.
"Solo oleré a humo por el resto de la noche" Satoru pensó, pero no quería decirlo porque seguramente haría que Suguru se sintiera mal.
El contrario asintió, guiandolo por el oscuro camino. ¿Cómo no se perdía ahí? Satoru estaba seguro de que habían pasado por el mismo lugar cinco veces, y, aún así, cada lugar parecía diferente.
¿Eso era posible? ¿Acaso habían caminado tanto que habían creado un punto en el tiempo y espacio que los regresaba al punto de origen pero cambiaba el camino cada vez que estaban a punto de salir?
Era lo más probable.
—Pareces nervioso —Suguru le susurró—. ¿Quieres regresar? Puedo llevarte a tu casa otra vez.
Satoru sonrió, negando con la cabeza.
—No, no, tranquilo. Deberíamos ir, ya estamos lejos de mi casa.
—¿Seguro? No quiero que te sientas mal.
—Nah —Satoru le sonrió—, estoy bien. ¿Qué podría hacerme sentir mal? Nada.
—¿Tornado?
—Ese es un demonio. Esta fuera de mis posibilidades. Además, Tornado no esta aquí.
Suguru sonrió, palmeando el hombro de Satoru.
—Tienes razón, pero si te quieres ir, dime, ¿Si?
Por la palabra 'fogata', Satoru había pensado que serían unas cuantas ramas en el piso, de esas donde se asan malvaviscos y la gente se ríe, como en las películas.
Pero no.
Era un enorme fuego, se elevaba más o menos un metro de altura, unas linternas que iluminaban demasiado, colgadas en los árboles, iluminando donde el fuego no alcanzaba.
Satoru ensayó diez frases seguras como saludo en diez segundos, pero cuando estuvieron cerca, las palabras se le olvidaron.
✿ -------------------- ✿ ----------------------- ✿
Suguru sonrió cuando miró a sus amigos ahí. Estaba Miguel, Larue y Manami, reunidos en uno de los troncos que estaban cerca del fuego.
Aunque su sonrisa dudo cuando miró a Mahito y Kenjaku ahí.
—Ven —le susurró a Satoru, señalando hacia donde estaban sus amigos.
Quería tomarlo de la manga, pero no lo hizo, solo camino y esperó a que Satoru lo siguiera.
—Suguru —Miguel dijo, elevando las manos—. ¡Pensé que nunca vendrías!
El nombrado elevó una de sus cejas, observando la botella de licor que había en su mano.
—Pensé que ellos no vendrían —susurró.
—Nosotros pensabamos lo mismo.
Suguru giró la cabeza hacia Satoru, de pie como un tronco detrás de él, mirando fijamente la botella.
—También dijiste que no habría alcohol.
—No iba a ver —Larue confirmó—. Pero sí hay. No pasa nada.
Suguru rodó los ojos. Girandose nuevamente hacia Satoru, señalando el espacio en el tronco.
—Ven. Solo es un poco, nada de que preocuparse.
Satoru asintió por inercia, y Suguru debía admitir que eso lo puso un poco nervioso.
Si Satoru pensará en beber... O si quiera el olor a alcohol se impregnaba un poco, no podía evitar pensar que Satoshi lo mataría.
Tal vez deberían irse en ese momento. Sería lo mejor.
✿ -------------------- ✿ ----------------------- ✿
Tuvieron que haberse ido.
Enserio tuvieron que haberse ido.
No sabía porque, había sido una semana difícil cuando llegaba a su casa. Se aseguró que solo sería un trago, pero ya llevaba dos botellas del aguardiente que alguien ahí había hecho.
—Hey —Satoru le susurró, picando su hombro.
—¿Quieres?
—No —negó con la cabeza—. Pero creo que deberías dejar eso.
Satoru tenía los labios ligeramente abultados, ¿Estaba haciendo pucheros? Que bonito se veía.
—Solo han sido dos —respondió, sus palabras un poco arrastradas—. No pasa nada.
De hecho, estaba algo mareado, pero no le veía la importancia.
Aún podía ver y estaba seguro de que podía caminar recto hacia su casa. Mientras no traspasara ese límite, todo estaría bien.
—¡Gojo! —dijo Miguel, sonriendo mientras le pasaba un brazo por los hombros.
El albino se tensó, pero de igual forma le respondió.
—¿Si?
—¿Planeas quedarte mucho tiempo?
—Hasta que terminen las vacaciones solamente.
—¿Pero volveras?
—Eso supongo.
Suguru cerró los ojos, las llamas de la fogata comenzaban a marearlo de más. Tenía que estar bien, tenía que regresar a Satoru a su casa.
—¿Y dónde esta tu mamá?
—Oh, no. Ella no vendrá. Mis padres se divorciaron.
—Eso es duro, amigo.
Satoru pareció algo feliz al escuchar el 'amigo'. Una sonrisa apareció en sus labios, haciendo que la tensión que había estado en sus hombros disminuyera.
—Nah. Las cosas ya iban mal desde antes. Creo que lo prefiero así.
—¡Hey!
Sintió que el mundo se detenía unos minutos, Mahito acababa de hablar. Había sido demasiado bueno, sin nada que los molestará.
Sabía que, con Mahito y Kenjaku ahí, no todo sería tranquilo, pero realmente tenía esa esperanza.
—Tu papá es el rico que se mudo, ¿No? El de la casa grande.
Satoru asintió.
—Ah, sí. Él es mi papi...
La voz de Satoru se cortó de golpe, tragandose el resto de la frase.
Pero Mahito y Kenjaku lo habían escuchado.
—¿Tu qué? —preguntó Mahito, soltando una risita tonta.
—Nada —respondió muy rápido—. Mi papá.
—No, no, dijiste mi papi, esa... Es una forma curiosa para llamarlo. ¿Qué edad tienes? ¿Cinco?
—Kenjaku, no lo molestes —Larue le dijo.
Satoru comenzó a sentir como las orejas se le ponían rojas, bajando la cabeza para que el cabello le tratara de cubrir los ojos.
Sabía que era estúpido. Sabía que era una palabra infantil. Que ya no era un niño pequeño, y su aspecto tampoco ayudaba mucho a que se viera natural.
Pero él siempre lo había dicho así. No estaba listo para que se rieran. Y aunque los amigos de Suguru no lo estaban haciendo, aún se sentía mal.
Giró la cabeza, buscando en silencio el apoyo de Suguru.
Pero Suguru también estaba riéndose.
No de una manera cruel como los otros dos. No parecía tener intención de lastimarlo. Pero sé estaba riendo. Su risa era suave, cálida y hasta contagiosa.
Sin embargo, en ese momento, no se sentía bien.
—No es gracioso —le susurró a Suguru.
Eso solo hizo que la risa de Satoru aumentará.
Las risas de Mahito se seguían escuchando, Suguru se tambaleaba en el tronco y fue cuando Manami le quitó la botella.
—Ya no deberías beber, Suguru.
La risa solo aumento ante eso, como si fuera incapaz de detenerse.
—¿Estás bien? —Miguel le susurró.
¡Claro que no estaba bien!
Se sentía chiquito, humillado, con mucha vergüenza.
Tal vez no de la situación. Si no de sí mismo.
Sus ojos picaron, antes de levantarse de golpe, Miguel, aún a su lado, se tambaleó.
—¿Gojo-kun? —Larue preguntó.
—Voy... Voy a caminar —anunció, dandose la vuelta y alejandose del lugar.
La risa de Suguru y las persistentes burlas de Mahito y Kenjaku lo siguieron hasta que estuvo lo suficientemente lejos para no escucharlos.
✿ -------------------- ✿ ----------------------- ✿
El camino era oscuro, no estaba seguro de donde quedaba su casa, pero solo quería alejarse.
El lugar estaba en silencio. Demasiado. El único ruido era el que sus propios pasos hacian contra las ramas sueltas del piso.
Tenía la sensación de que alguien lo miraba, pero tenía miedo de girar la cabeza hacia atrás. Contuvó la respiración, acelerando el paso.
—¡Satoru!
Tembló.
Enserio tembló en ese momento.
La voz era arrastrada, casi dificultosa, pero, definitivamente, acababa de escuchar su nombre. Comenzó a correr, tratando de lo que fuera que estuviera detrás de él no lo atrapará.
—¡Satoru!
Un golpe sordo fue lo siguiente que escuchó, junto con una queja.
Se detuvó unos segundos, dudando.
Su corazón le latía con fuerza en el pecho y en contra de todo lo que sentía, giró la cabeza hacia atrás.
—¿Hola?
No escuchó respuesta, lo que hizo que su corazón se acelerará aún más, el pánico creciendo en su cuerpo.
Y corrió.
Tropezó un par de veces, casi se cayó más de una vez, pero siguió avanzando, esperando que, lo que fuera que lo perseguía, se cansará antes que él.
El sonido de un buhó se escuchó, sacándole un grito a Satoru.
—¡Me rindó! ¡No me comas!
—¡Satoru! —se volvió a escuchar la voz, un poco más compuesta.
Satoru frunció el ceño, girando la cabeza hacia atrás.
—¿Suguru?
—¡Sí! —Geto jadeó—. ¡Necesito ayuda!
Satoru resiró hondo, girando la cabeza y regresando en sus pasos.
—¿Estás bien? ¿Qué pasó?
Suguru estaba recostado en la base de uno de los árboles, aferrado con ambas manos a su tobillo. Un gesto de dolor en su rostro.
—Me caí.
—¿Puedes levatarte?
Suguru lo pensó un momento, antes de cerrar los ojos y negar con la cabeza.
—No... No creo. Creo que me torcí el tobillo.
Chapter 12: 12 - La triste familia Geto
Chapter Text
Aprendió a callar a los tres años. Cuando tomo conciencia de lo que pasaba a su alrededor.
Nadie era demasiado rico en el pueblo, todos trabajaban desde el alba hasta el anochecer, era normal ver a gente cansada, con la ropa sucia o sin ninguna pizca de alegría al pasar.
Era lo normal, ¿No? El trabajo desgastaba. Pero sabía que habían cosas en su familia que los demás sí tenían.
Para empezar, su familia solo se confirmaba por dos personas, no como las de sus amigos.
Su mamá era una mujer... Difícil. Endurecida por la vida, decía su abuela. Él no tenía ni idea de que significaba eso.
Hasta que comenzó a verla con más atención. Cómo no dormía, rodeada de papeles que Suguru apenas y sabía leer. Cómo la comida era la misma toda la semana y solo en porciones para él, no para ella.
La ropa, mil veces arreglada, se desgarraba con algo nuevo cada semana. Sin cumpleaños, sin celebraciones, cuando su abuela falleció, sin sonrisas.
A la edad de siete años, Suguru entendió que lo que se necesitaba era el dinero, con dinero, su mamá podía estar más tranquila.
Cuando había dinero, era más dulce con él, cuando había dinero, había comida y cuando había dinero, había paz.
Así que consiguió un trabajo.
Él mismo araba la tierra de sus vecinos con una azada demasiado grande para él. Le comenzaron a salir ampollas ese mismo día.
Le dolían las manos al regresar a la casa, sus piernas ya no podían sostenerlo y la tarea que debía de terminar seguía ahí, olvidada en un rincón.
Aún así, se paró orgullosamente frente a la mesa y dejo el dinero que había ganado frente a su mamá.
Su mamá no pareció saber que decir por un rato, antes de asentir y tomar el dinero.
—Ve a dormir. Tienes que ir a la escuela mañana.
Suguru obedeció, aún orgulloso de sí mismo. Tiro de la sabana que había entre la unión de cuartos y se fue a su cama.
Debía terminar la tarea, pero apenas intento escribir, sus manos dolieron. Las miró unos segundos, para después mirar su libreta una vez más.
Decidió que el dinero era más importante que aprender a hacer divisiones. Así que se quedó dormido.
Sus calificaciones comenzaron a bajar casi al instante, dejo de entregar varias tareas y siempre buscaba una excusa para salir temprano de las clases.
Después de todo, mientras más rápido comenzará a trabajar, más tarde podría salir y tendría más dinero.
No recordaba haber recibido un agradecimiento por parte de su mamá. Pero los golpes habían desaparecido luego de unos meses, los gritos seguían ahí, ajenos, hasta convertirse en comentarios que dolían.
Pero al menos tenían comida en la mesa. Así que se aferró a eso como si fuera su salvavidas.
✿ -------------------- ✿ ----------------------- ✿
La expresión preocupada de Satoru lo preocupo a él.
—Lo lamento —dijo, luchando por conectar las palabras de una manera adecuada.
El aguardiente le quedaba la garganta, sus tímpanos tenían un leve sonido irritante que no dejaba de sonar y sus sienes palpitaban.
—No creo que haya sido tu intención caerte.
Satoru lo sostuvo del brazo, tratando de estabilizarlo antes de simplemente levantarlo en brazos.
—Eres fuerte.
—No se nota aún, pero hago bastante ejercicio —presumió el albino, antes de mirar a sus lados—. No podemos ir a mi casa.
Un hipo salió de sus labios, combinándose con una risita involuntaria
—¿Me puedes llevar a la mía?
Satoru dudo, aún mirando los oscuros caminos. Por su parte, quería bajar y decir que él podía solo, pero a este punto, prefería concentrarse más en no vomitar encima de Satoru.
—No se donde queda.
Se llevó la mano a la boca, no estaba lejos del piso, pero estaba mareandose un poco. Más de lo que le gustaría.
—Mejor camino.
Satoru lo bajo con cuidado, demasiado. Quería decirle que no estaba hecho de porcelana, que podía aventarlo al lodo y seguiría bien.
Pero no negaría que le gustaba que lo tratarán así. Incluso si Satoru lo hacía de manera torpe.
El albino lo agarro, dejando que recargara la mitad de su peso contra el y dando pasos vacilantes por la tierra.
No hablaron mucho, solo guío a Satoru por una larga fila de árboles, algunas casas y seguramente personas que se asomaban por sus ventanas.
—Oye.
—¿Hum?
—Perdón por haberme burlado.
Sonrió como Satoru se tenso al instante, sus manos sujetándolo más fuerte por unos segundos antes de relajarse.
—No pasa nada. Sé que es ridículo.
Se apresuró a negar con la cabeza, aunque un mareo lo hizo detenerse.
—No lo eres. El ridículo fui yo por burlarme de ti.
—No esperaba que lo hicieras.
—Yo tampoco —admitió y tal vez, gracias al alcohol en él, hablo más de lo que debería—. Estaba celoso.
La bonita cara de Satoru se frunció, sin entender lo que estaba diciendo. No lo culpaba, él tampoco estaba seguro de lo que estaba por decir.
—Tú papá —aclaró—. Te dije que yo no tuve uno, y Satoshi-san... Es tan atento contigo, te cuida tanto... No puedo evitar preguntarme si... Si el mío sería de esa forma.
Satoru giró la cabeza hacia él, sus ojos estaban más bajos, sus cejas fruncidas con preocupación. ¿Por qué era tan lindo incluso en estás circunstancias?
—No es tu culpa. Y tampoco justifica que me haya reído. Lo lamento.
Satoru asintió, caminando un poco más rápido cuando el sonido de un búho rompió el silencio.
—Aceptó tu disculpa.
—No tienes por qué.
—No me importa. Ya lo estoy haciendo.
Suguru resopló, señalando, finalmente, una casa, un poco más alejada de las demás.
—¿Qué le digo a tu mamá?
—Dejame a mi hablar, ¿De acuerdo? Tu solo entra y mírate bonito. Nada difícil.
Mirar cómo las mejillas de Satoru se sonrojaban siempre era una pequeña victoria personal.
—¡¿Dónde estabas?! —la voz de su madre fue clara apenas entro. Firme, enojada. Y de repente, la poca borrachera que tenía encima, se esfumó.
A su lado, Satoru dió un breve salto por la sorpresa.
—Estaba con unos amigos. Se lo había dicho.
Su madre entró a la sala, entrecerrando los ojos, parecía que iba a decir algo, hasta que vió a Satoru ahí.
—Tu eres... El hijo de Satoshi-san, ¿No es así?
Satoru asintió un par de veces, aún sin soltarlo, si era sincero, se sentía bien estar ahí.
Sabía que su mamá no diría nada más. Al menos, no con tanto enojo.
Así era ella, amable frente a las personas y... Bastante diferente cuando estaban a solas.
—Puedes dejarlo, yo lo cuidare.
Satoru dudo, su vista yendo de su mamá hasta Suguru, antes de negar con la cabeza.
—No pasa nada, señora Geto. Yo puedo cuidar de Suguru.
—No deberías...
—Quiero.
Suguru observó a su mamá, sabía lo enojada que se ponía cuando alguien la interrumpía. Pero tampoco iba a explotar contra el hijo de uno de sus mejores compradores.
—Claro —respondió, aunque con la mandíbula apretada—. Llévalo a su cuarto entonces.
Satoru lo ayudó a caminar una vez más, siguiendo el camino que Suguru le indicaba.
Cuando pasaron la sabana, Satoru miró al rededor con curiosidad. Era claro que sé estaba mordiendo la lengua para no decir nada.
—Ven, acuéstate.
Soltó un suspiró de alivio apenas estuvo en la cama. Su cuerpo relajándose contra su almohada.
Satoru no dijo nada, solo saco su celular, tecleando un mensaje con rapidez.
—No creo que tengas señal aquí.
—Son pruebas —Satoru aclaró—. Para cuándo mi papá preguntó por qué no llegué a casa, verá que intenté decirle algo.
Una punzada de culpa llegó a su pecho apenas escucho la palabra "papá", respirando hondo.
—No tienes que decirlo así.
—¿Te parece mejor decirle excusa?
—No me refiero al mensaje —aclaró—. Me refiero a la forma en la que llamas a Gojo-san. No tienes que cambiar algo que has hecho toda la vida solo porque fui un idiota.
Satoru no respondió, solo siguió mirando su celular, como si no hubiera nada más en la habitación.
—Iré por hielo —fue lo que respondió—. Tu tobillo lo necesita.
Suguru podía sentir la tensión de su mamá apenas Satoru puso un pie afuera de su habitación.
Pero, realmente, está vez no quiso decir nada. Se recostó un poco más en su cama, mirando el techo.
La culpa lo hacía sentir horrible. No quería que Satoru cambiara su forma de ser por su culpa.
Había sido una semana difícil, su mamá comenzaba a gritar más, como siempre hacia cuando las ventas eran bajas. Y aunque Satoshi-san le pagaba mucho, puede que no le estaba dando todo a su mamá.
Quería tener la posibilidad de, algún día, tal vez, irse de aquí. Quizás no a una cuidad demasiado grande. Quizás ni siquiera tan lejos del pueblo.
Pero no quería estar ahí.
Porque sabía la forma en la que vivían las personas iguales que él, cuando les comenzaba a gustar alguien como Satoru.
—Volví —dijo Satoru, entrando a la habitación con una bolsa de hielo—. Casi me da un infarto cuando escuché una borrega.
—Es una cabra —respondió con una pequeña sonrisa creciendo en sus labios.
—¿Si? —el albino entrecerró los ojos, sentándose en el borde de la cama.
Satoru tomo una manta que estaba en la cama, envolviendo el hielo y con cuidado comenzando a colocarlo sobre la torcedura.
—Sí. Vendemos leche también.
Satoru asintió, aunque frunció el ceño luego de unos segundos.
—¿De cabra?
—No sabe muy diferente.
—Si tu lo dices.
—Es la verdad.
A pesar de sus palabras, era claro que Satoru no se las creía ni un poquito.
—Oye.
—¿Hum?
—¿Entonces no irás a tu casa?
—Estás lastimado —Satoru le recordó—. No quiero dejarte así.
¿Podía ser él más tierno?
—Puedo cuidarme solo.
—Lo sé —aclaró—. Pero, como le dije a tu mamá, yo quiero cuidar de ti.

Pages Navigation
Flge0 on Chapter 1 Tue 02 Sep 2025 06:28PM UTC
Comment Actions
BlackBird17 on Chapter 2 Mon 11 Aug 2025 08:46PM UTC
Comment Actions
El_verdadero_My_one_and_only on Chapter 2 Mon 18 Aug 2025 07:48PM UTC
Comment Actions
BlackBird17 on Chapter 3 Mon 18 Aug 2025 09:16PM UTC
Comment Actions
El_verdadero_My_one_and_only on Chapter 3 Mon 25 Aug 2025 09:19PM UTC
Comment Actions
Cote_346 on Chapter 3 Thu 21 Aug 2025 04:25PM UTC
Comment Actions
El_verdadero_My_one_and_only on Chapter 3 Mon 25 Aug 2025 09:20PM UTC
Comment Actions
BlackBird17 on Chapter 4 Mon 25 Aug 2025 09:51PM UTC
Comment Actions
El_verdadero_My_one_and_only on Chapter 4 Mon 01 Sep 2025 09:02PM UTC
Comment Actions
BlackBird17 on Chapter 5 Mon 01 Sep 2025 09:42PM UTC
Comment Actions
El_verdadero_My_one_and_only on Chapter 5 Mon 08 Sep 2025 10:22PM UTC
Comment Actions
Cote_346 on Chapter 5 Tue 02 Sep 2025 03:39PM UTC
Comment Actions
El_verdadero_My_one_and_only on Chapter 5 Mon 08 Sep 2025 10:22PM UTC
Comment Actions
Flge0 on Chapter 5 Tue 02 Sep 2025 06:59PM UTC
Comment Actions
El_verdadero_My_one_and_only on Chapter 5 Mon 08 Sep 2025 10:22PM UTC
Comment Actions
BlackBird17 on Chapter 6 Mon 08 Sep 2025 10:31PM UTC
Comment Actions
Flge0 on Chapter 6 Tue 09 Sep 2025 09:51AM UTC
Comment Actions
BlackBird17 on Chapter 7 Mon 15 Sep 2025 09:00PM UTC
Comment Actions
El_verdadero_My_one_and_only on Chapter 7 Mon 22 Sep 2025 11:20PM UTC
Comment Actions
Flge0 on Chapter 7 Wed 17 Sep 2025 01:55PM UTC
Comment Actions
El_verdadero_My_one_and_only on Chapter 7 Mon 22 Sep 2025 11:20PM UTC
Comment Actions
Flge0 on Chapter 8 Mon 22 Sep 2025 09:05PM UTC
Comment Actions
BlackBird17 on Chapter 8 Mon 22 Sep 2025 09:36PM UTC
Comment Actions
Flge0 on Chapter 9 Mon 29 Sep 2025 08:54PM UTC
Comment Actions
El_verdadero_My_one_and_only on Chapter 9 Mon 24 Nov 2025 08:47PM UTC
Comment Actions
BlackBird17 on Chapter 9 Mon 29 Sep 2025 09:08PM UTC
Comment Actions
El_verdadero_My_one_and_only on Chapter 9 Mon 24 Nov 2025 08:48PM UTC
Comment Actions
Cote_346 on Chapter 9 Thu 16 Oct 2025 03:54PM UTC
Comment Actions
El_verdadero_My_one_and_only on Chapter 9 Mon 24 Nov 2025 08:48PM UTC
Comment Actions
BlackBird17 on Chapter 10 Mon 24 Nov 2025 09:55PM UTC
Comment Actions
Flge0 on Chapter 10 Thu 04 Dec 2025 05:49PM UTC
Comment Actions
BlackBird17 on Chapter 11 Tue 02 Dec 2025 01:41AM UTC
Comment Actions
Pages Navigation