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De nuevo, era una vil mentira. Sólo pensarlo era una completa estupidez.
Ness se enamoró perdidamente de Kaiser desde el momento que lo vió, el trato quedaba de lado, le sería fiel con o sin este.
Pero amarlo le costó caro, perdió su autoestima y soportó miles de iniquidades. Acomodó y simplificó sus pases haciéndolos fáciles, sólo para él y su comodidad.
¿Y qué recibió a cambio? Maltratos e insultos.
Lo único en lo que Alexis podía pensar era;
«Si no te vas de mi vida, yo me iré de la tuya»
Sabía que no era indispensable para Kaiser, cualquier mediocampista tendría buena sinergia con él. Pero no cualquiera soportaría su rudo comportamiento, preferían irse aunque el rubio tuviera talento.
Si la única forma de olvidar a Kaiser por completo, borrar los amargos y buenos recuerdos que construyeron juntos, era romperle el corazón para que este no lo volviera a buscar;
Lo haría.
Después de todo, Kaiser se lo rompió innumerables veces antes. Una sola vez que Alexis lo hiciera no haría daño.
—Sé que estás mintiendo, Alexis. Sé que me amas y créeme que yo también.
Alexis levantó la mirada.
—Lo que sea que haya pasado entre nosotros se acabó el día de mi expulsión. Enterré mi carrera de futbolista y cualquier sentimiento inútil que haya sentido por tí. Juro que jamás volveré al fútbol.
Kaiser tomó ambas manos del chico, poniéndolas en su pecho.
—Y yo juro que jamás me perdonaré que por mi culpa tu carrera haya terminado. Sonará ridículo, pero mi corazón sólo late por tí, me haces sentir vivo como nunca antes, Ness.
Alexis quitó sus manos.
—Sí, te sientes vivo cuando me mataste un millón de veces con tus acciones. Si lo que quieres es que te perdone lo haré, pero vete de aquí y no me busques más.
Las palabras de Ness eran puntuales, filosas y su oratoria no flaqueaba. Su respiración era irregular pero lograba suprimir sus sentimientos.
Kaiser jadeaba en desesperación al ver que el contrario no estaba dispuesto a aceptar sus sentimientos. Buscó su ropa interior y su pantalón, vistiéndose.
Se bajó de la cama, arrodillándose ante el menor con la cabeza baja.
—No me hagas irme, sólo quiero estar a tu lado. Te lo imploro, Alexis.
Ness sólo apartaba la mirada, incapaz de procesar el hecho de que la persona más orgullosa del mundo estaba de rodillas al frente suyo.
Todo pensamiento se esfumó de su cabeza al escuchar sollozos provenientes del tatuado.
Nada le aseguraba que Kaiser cambiara su actitud realmente, y tampoco estaba dispuesto a descubrirlo. Ya había sufrido lo suficiente.
La única forma en la que Michael fué capaz de reconocer sus sentimientos fué haciéndole daño; pasó tanto tiempo y sólo se le ocurrió confesarse cuando Alexis juntó el coraje necesario para salir de ese círculo vicioso.
Lo dudó por una milésima de segundo; pero un suave «No» salió de los labios de Ness.
El mundo entero de Kaiser se acabó en ese instante.
Los segundos pasaron, y Alexis juró que jamás olvidaría la última mirada que Michael le propinó antes de irse.
En esos ojos azules llenos de lágrimas sólo había arrepentimiento puro. Brillando como las estrellas a la decadente iluminación de la recámara. Parecía como si su mirada hablara y le rogara que se quedara; pero se oscurecían con cada minuto que pasaba. Su esperanza se desvanecía.
Quizás en otro universo, profundamente en los más grandes anhelos de Kaiser, Alexis le dijo que se quedara; que conversaran y arreglaran la situación. Resignándose a soñar con ese final feliz todas las noches restantes de su vida.
Porque ese no sería el caso esta noche.
—Volveré algún día por tí, Alexis.
El azote de la puerta sacó a Ness de su ensoñación. Miró a su alrededor, parecía como si nada hubiera pasado; y que lo recién sucedido fué solo una pesadilla.
Escondió su rostro entre sus manos, sintiendo las lágrimas correr a través de estas.
—Le dije que no lo amaba, le mentí... —murmuraba para sí mismo.
Se desplomó en su cama en ese instante. Sucumbiendo ante el cansancio, deseando no volver a despertarse.
Su nueva rutina era cansada, aburrida y poco emocionante. Extrañaba la adrenalina de las prácticas en Bastard.
Era malo haciendo amigos, pero afortunadamente logró congeniar con más de una persona en sus clases.
Lograba decir que tenía una vida universitaria común y corriente. Se desvelaba leyendo para sus exámenes y bebía energizantes para seguir el ritmo de sus sesiones de estudio.
Todo volvió a la normalidad desde esa noche. Donde maldijo al tatuado que consideraba su peor decepción amorosa cuando nisiquiera lograron ser amigos genuinos.
Se jodía en el día que decidió entrar al club, quizás su destino siempre fué ser un triste científico resignado a vivir una vida monótona pintada en tonos grises.
Los lejanos recuerdos que atesoraba del Bastard München le empezaban a aborrecer, comenzaba a odiar cualquier cosa que le recordara esa triste mirada azul.
Se odiaba por haberle mentido esa noche, por decirle que no lo amaba; pero se odiaría aún más a sí mismo si aceptaba y todo resultaba ser una mentira.
No quería volver a ser maltratado.
Desde niño encontró la magia en su amado deporte, luego la sintió como mariposas en su estómago al conocerlo a él.
Dudaba, muy a menudo.
Quizás debió concederle el perdón esa noche, tal vez en ese momento estarían felices juntos.
Pero no podía amar en ese estado, se sentía inestable y vulnerable.
Maldeciría el día de su suerte hasta el día de su muerte.
Los días eran oscuros y las noches lúcidas, bebiendo en ocasiones queriendo volver a sus memorias en su borrachera; y deseando escapar de sus recuerdos en su sobriedad.
Meses pasaron en un abrir y cerrar de ojos, tachando un día nuevo en su calendario al despertarse.
Faltaban pocas semanas para los días festivos de Navidad, en el pasado le traía alegría, pero ahora sólo estaba cargado de melancolía y nostalgia.
Encendió la TV con las noticias, escuchando el pronóstico del clima, caería nieve pronto. Quizás eso le suba el ánimo.
Revisó su buzón como de costumbre, algunas facturas y cosas poco interesantes. Pero una carta algo peculiar llamó la atención de Ness. La presente estaba firmada y sellada en una bella caligrafía cursiva.
Atte; Marc Snuffy.
Alexis dejó caer la carta al suelo quedando paralizado.
...
El frío azotó en la cara de Kaiser al salir del apartamento de Ness aquella noche. La impotencia de no poder hacer nada hacía que las lágrimas en sus ojos no paren, sino aumentar.
Sus ojos brillaban a la luz de los faroles de las calles, su visión volviéndose borrosa por sus lágrimas y sorbiendo su nariz.
Su aliento era visible al exhalar, sus manos comenzaban a doler y tornarse pálidas debido al frío.
Miró a través de la ventana del tren que lo llevaría de vuelta a Berlín; murmurando entre dientes maldiciones por no conseguir el perdón del chico que ama.
Su enojo predominaba hacia Noel Noa, por utilizar a Alexis de una forma tan estúpida, pero ese sentimiento fué desvaneciéndose al meditar sobre todas las ocasiones que trató a Ness como un perro.
Todas las veces que lo hizo llorar. La culpa era suya y de nadie más.
Y quién lo diría, los papeles se han intercambiado. Ahora Kaiser lloraba desconsolado por haber perdido a la única persona que lo amó en este mundo.
Alexis le había devuelto la alegría en sus días oscuros, quizás si hubiera tenido una infancia normal hubiera sabido manejar sus emociones y aceptar desde el inicio que amaba a Ness; nada de esto habría sucedido.
Desvió su mirada de la ventana por un momento, viendo cómo en algunas filas de asientos más adelante había una bonita pareja; ambos hombres, abrazados tiernamente para darse calor el uno al otro.
Los ojos de Kaiser estaban rojos y un poco hinchados de tanto llorar, sus cejas ligeramente arqueadas hacia abajo en resignación y sus ojos apagados sumido en pura tristeza.
Pensaba en la mínima posibilidad de que hubieran sido ellos dos en esa situación; Exhalando al darse cuenta que no era más que una fantasía.
Abrazados, tomados de la mano mientras se decían palabras cursis de amor.
Pero no, lo había arruinado todo por completo por mano propia. En ese instante dejó de culpar a terceros por sus acciones y se mortificó a sí mismo por ser el responsable de que Alexis ya no sonriera más.
El tren llegó a su destino, se bajó de este y se resignó a su nueva realidad sin Ness a su lado.
Los primeros días fueron los más difíciles, en los meses pasados la pequeña esperanza de recuperar a Alexis persistía, pero esa flama se había apagado casi por completo.
Se juró a sí mismo mejorar su personalidad y trabajar esos aspectos que tenía tanto miedo de cambiar.
Sería mejor para Alexis.
Quizás abandone Bastard München y empiece una nueva carrera con su oferta en La Real, no le importaría ni cómo Noa podría llegar a reaccionar.
Después de todo, ya no tenía una razón para seguir siendo la estrella de Bastard München.
El tiempo jamás perdona; los días pasaban y el reloj simplemente no se detenía. Sus característicos mechones azules poco a poco se desteñían y su corte de cabello perdía la forma.
Recordaba con melancolía las tardes completas que Alexis dedicaba a cuidar de su cabello, teñirlo y darle forma.
Era de madrugada, miraba el reloj en su mesa de noche; distinguió las tres de la mañana, los minutos eran irrelevantes. Se levantó hacia el lavabo mirándose fijamente al espejo.
Se miró, completamente irreconocible.
Marcadas ojeras bajo sus ojos, su cabello lleno de negligencia y sus labios resecos.
«Así que este es el efecto de tu ausencia en mi vida...»
Ya no se veía a sí mismo como la estrella que todo el mundo le decía que era.
Desvió ligeramente su visión hacia un lado, donde en una mesita yacían unas tijeras. No recordaba por qué razón estaban ahí.
Se lo atribuyó a la bendita suerte.
No lo pensó, fué pura inercia. En dos cortes certeros sus característicos mechones azules estaban en el suelo.
Siguió cortando las capas crecidas de su cabello, dejándose un improvisado y extraño mullet. Se desprendió de lo único que Alexis le había dejado.
Volvió a verse en el espejo, su cabello corto y rubio natural lo dejaron irreconocible.
Exhaló en una incoherente mezcla de arrepentimiento y alivio.
En los días siguientes tuvo que soportar cuestionamientos inútiles por parte de sus compañeros. Maldita sea, ¿tan importante es un corte de cabello?
Sus entrenamientos eran más intensivos, crecía tanto física como mentalmente. Todos quienes lo conocían se preocupaban al notar cómo Michael comenzaba a saludar en las mañanas en una inquietante sonrisa que en el fondo parecía genuina.
No era propio de él, pero tampoco se quejarían.
Era amistoso con casi todos sus compañeros, a excepción de su maestro; Noa. Parecía como si una mínima parte del resentimiento aún estuviera ahí. Aunque Michael lo negara, ese sentimiento jamás se iría.
Noa se limitaba a observarlo, sin intervenir en lo absoluto. Sabía que Kaiser buscó a Alexis y que este falló miserablemente, lo notó desde el primer día.
Su plan había sido exitoso, desde que Ness dejó el club; Kaiser estaba dando excelentes resultados en todos los ámbitos. Su determinación no flaqueaba y este no hacía más que evolucionar.
Tomó la decisión correcta.
Kaiser se miraba más enfocado que nunca, su rendimiento aumetaba cada temporada y con ello los fichajes llegaban. La Real seguía insistiendo, querían a Michael en su equipo. Hasta que por fin el día llegó.
Aceptaría irse a España; despidiéndose del Bastard.
Noel se sumió en un profundo silencio ante la noticia, claramente no lo permitiría. Kaiser era el proyecto en el que estaba trabajando y no iba a abandonarlo por nada en el mundo.
El silencio en la oficina de Noa era inquebrantable, parecía como si sólo sus latidos acelerados hicieran eco en el lugar.
—Espera una temporada. Eso es lo único que te pido. Si no te convences de seguir en Bastard después de eso no te detendré.
Noa estaba intranquilo, su mejor jugador estaba a punto de irse. Necesitaba darle un motivo para quedarse.
—Bien... Pero cuando haga mis maletas no me pongas excusas. —determinó el rubio.
Noel dió un larguísimo suspiro.
—Como quieras, Michael. Sabes que no te dejaré irte tan fácilmente.
Kaiser no respondió.
Salió del lugar sin dirigirle la mirada a su maestro. Irónicamente saludó a Grim de buena gana, quien sólo iba pasando por el lugar.
Debía prepararse para el próximo partido que tendría lugar en un mes. Miraba videos de sus oponentes, realmente lo odiaba.
El equipo alemán jugaría un amistoso contra Ubers en Berlín.
Miraba la grabación, al maldito devorador de Ases, una defensa impenetrable, era impecable. En el video del partido notó otra cara muy familiar; un ¿integrante de Blue Lock...?
Leyó los comentarios del video;
"El Rey Barou abandonó Blue Lock decidiendo quedarse en Ubers, que emoción"
"Es refrescante ver su estilo de juego tan egoísta"
Kaiser se quedó desconcertado.
Otro aburrido oponente que analizar, no importaba su procedencia; iba a aplastarlos como acostumbraba.
Sí... Quizás debió fijarse en los jugadores sentados en la banca.
...
En un parpadeo estaba entrando al estadio; escuchaba los hinchas gritando y se maldecía por no haber dormido bien la noche anterior.
Noa le dió una palmada en la espalda.
—No dejes que lo que veas ahí dentro te desconcentre; Michael. Gana este partido a como dé lugar. —sentenció con una voz más profunda de lo normal.
Kaiser rodó los ojos asintiendo. No era un novato, tenía experiencia.
No iba a asombrarse con cualquier cosa.
No había pasado ni cinco minutos cuando se retractó por completo de esas palabras.
Ambos equipos formaron filas paralelas, todos sus jugadores viéndose cara a cara, y ahí estaba él.
Su corazón ardió al ver a Alexis despreocupado, ignorando su presencia completamente. Verlo con esa camisa blanco y negro a rayas le dió un sentimiento indescriptible.
«El juró que no volvería al fútbol... Quizás me mintió para que no lo volviera a buscar...»
No... No se haría conclusiones estúpidas en su cabeza. Al menos no ahora, debía concentrarse.
—Asegúrate de darme unos buenos pases, Ness. —dijo Barou, autoritario como de costumbre. No era una sugerencia, era casi una orden.
Sus ojos azules se abrieron de par en par llenos de furia al escucharlo hablarle de esa forma tan despectiva.
¿Desde cuándo son tan amigos esos dos?
Hizo un recuento del tiempo transcurrido; había pasado casi un año desde que buscó a Alexis en su apartamento.
Sí, seguro ahora era un completo extraño para Ness.
—Sin problema. —respondió el contrario casi sin prestarle atención al japonés.
Alexis se veía diferente. Su semblante cambió por completo. Su sonrisa fué reemplazada por una cara seria indestructible. Una póker face absoluta.
Su antes delgado cuerpo debido a la universidad había desaparecido, mejorando su físico aún más que cuando jugaba en Bastard München.
Kaiser no podía descifrar qué rondaba por la cabeza de Alexis. Su corazón se detuvo por un milisegundo al ver cómo sus ojos se encontraban de nuevo.
Esos ojos magenta que extrañaba tanto...
Pero esos ojos se habían transformado en una mirada filosa, una que desconocía por completo.
Ese no era su Ness.
Ambos equipos comenzaron a ingresar al estadio, quedándose ciego por un instante ante las luces del lugar.
El corazón le latía a mil por hora. Odiaba el extraño reencuentro.
Las palabras de Noa aparecieron en su cabeza;
«No dejes que lo que veas ahí dentro te desconcentre...»
El imbécil de Noel sabía que Ness jugaría para Ubers, sabía que aún lo amaba... Y que no podía dejarse llevar por sus sentimientos en ese partido y perder.
Odiaba la situación.
Alexis parecía importarle una mierda su presencia, hablaba despreocupado con Barou y Lorenzo; quien recargaba su brazo en el hombro de Ness.
Una vena brotó en la mano tatuada de Kaiser.
Iba a matarlo.
Estaba tan hundido en rabia que nisiquiera escuchaba a sus fans gritar su nombre en las bancas. Nada de eso le importaba.
Un silbato sonó, dándole inicio al encuentro.
El campo ardía, ambos equipos buscaban desesperadamente la pelota.
Grim se hizo con el control del balón, dándole un pase preciso a Kaiser quien atacaría con un impacto.
Aprovechó la situación de que en el ángulo perfecto para su impacto no se encontraba Lorenzo; el que consideraba más odioso de esquivar. Ya que este había tratado de marcarle a Grim y se quedó atrás.
Los hinchas gritaban eufóricos al querer presenciar la potencia de un impacto Kaiser en vivo; pero todos se quedaron en un profundo silencio.
Michael acababa de patear el balón, en cuanto Alexis llegó desde la derecha pocos metros adelante. Con un salto robó la esférica en un milisegundo impactando en su pecho. Bastó un parpadeo para quitársela.
El estadio comenzaba a murmurar; Los fanáticos del equipo alemán gritaban en enojo al ver al equipo contrario interferir con el impacto. Mientras que los hinchas de Ubers gritaban eufóricos coreando el nombre de Alexis Ness por su hazaña.
Kaiser giró su cabeza hacia un lado, con su mirada desconcertada. Miró a Ness, quien analizaba a quién pasarle la pelota. Su determinación más flameante que nunca.
Pero lo notó, el impacto había hecho que se quedara sin aire. Su respiración se había tornado irregular, tanto que jadeaba en busca de oxígeno.
Pero en sus ojos magentas ardía el mismísimo infierno, encontrándose ambas miradas por una segunda vez. Kaiser se quedó congelado dándose cuenta de la realidad.
Alexis había detenido el impacto Kaiser.
Ness dió un pase largo a Barou deshaciéndose del balón, quedándose de frente a frente con Michael. Alexis tosía descontroladamente; entre insultos murmurados miró por tercera vez al rubio con una sonrisa inquietante.
—Vaya forma de recibirme, Michael.

galarianstnfisk on Chapter 4 Mon 15 Dec 2025 02:33PM UTC
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nana (Guest) on Chapter 4 Mon 15 Dec 2025 05:39PM UTC
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Marie_Antoinette_1793 on Chapter 4 Thu 18 Dec 2025 04:43PM UTC
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