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Español
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Published:
2025-11-23
Updated:
2025-12-01
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Chapters:
8/?
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Guía para erizos primerizos

Chapter 2: 01. Casa

Chapter Text

Era una de esas mañanas que parecían hechas a mano. El cielo estaba despejado, el aire olía a flores recién abiertas y las calles vibraban con el buen ánimo. Todo lucía tan en calma que hasta el paso del tiempo parecía ir más despacio para poder disfrutar del presente.

Definitivamente había iniciado la primavera, y la ciudad entera estaba contagiada de esta.

Había algo extraño en el aire, esa sensación que trae el cambio de temporada, esa que te motiva a iniciar algo nuevo, a cambiar la rutina, a crear algo con amor, algo que florezca, como las flores de aquella primavera.

Shadow y Amy no eran ajenos a la situación. Aprovechando el buen clima, habían decidido hacer las compras para la semana, esta vez sin sacar la lujosa camioneta de Shadow o el convertible de Amy.

No.

Querían disfrutar de la mañana, del aire fresco y el buen paisaje, dejarse llevar, más por petición de Amy, por las buenas energías que traía su temporada favorita, por lo que decidieron caminar, deleitarse del clima, y, de paso, pasear un poco por la ciudad.

—Esta semana quiero intentar nuevas recetas —comentó la rosada mientras enlazaba su brazo con el del azabache, un gesto que se les había hecho común y que al mayor le gustaba más de lo que admitía—. ¿Se te antoja algo en especial?

El contrario recibió gustoso el brazo de su compañera, mientras caminaba tranquilamente con el resto de las bolsas en su otro brazo, como si de plumas se trataran y no de casi medio supermercado.

Nada fuera de lo normal.

Iban de regreso a casa, a paso ligero, dejándose envolver por el bonito día. Amy irradiaba alegría, fulgor, calidez, se notaba en la radiante sonrisa que portaba. Se sentía en su elemento, en su salsa. Shadow, a pesar de su fría personalidad, se había visto inevitablemente contagiado por la energía positiva de su pareja, reflejado en su relajado caminar y en la minúscula sonrisa que se formó en su rostro.

—¿Quizás algo picante? —respondió pensativo, fingiendo no haber visto cómo la rosada se llevó todo tipo de ajíes solo porque le parecieron de colores muy bonitos.

—¡Excelente! Entonces puedo probar algún platillo peruano. Leí que por allá se consume muchísimo. Creo haber comprado ají ama-

De repente el paso de la rosada se detuvo abruptamente, al mismo tiempo que sus palabras.

Shadow frunció el ceño, no por molestia, aunque quizás si le molestaba tener que dejar de escuchar la entusiasmada voz de su amada, sino por curiosidad. Confundido por la repentina pausa, dirigió su mirada a los ojitos verdes de que tanto le gustaban, para darse cuenta que estos miraban maravillados una venta de garaje, como si hubiera descubierto un tesoro oculto.

Antes de que pudiese decir algo, ya estaba siendo arrastrado hacia las mesitas llenas de objetos bajo la sombra amable del árbol de un jardín que pertenecía a una casa del vecindario cercano al suyo, y en donde dos ardillas terminaban de acomodar las últimas cosas que ponían en venta.

Amy, a punto de arrasar con todo, entonces se volteó a verlo, y con la mejor expresión tierna que pudo darle, le sonrió.

—Solo una vista rápida, ¿si? Te prometo que no tardo —pidió.

El azabache enarcó una ceja, divertido. Negó levemente con una sonrisa. Sabía que su esposa amaba las ventas de garaje tanto como amaba las tiendas de todo por un ring, y estas últimas las amaba tanto como disfrutar de su postre favorito.

No entendía cómo hacía para encontrar tan buenos productos a tan buen precio,  supuso que era una habilidad suya. Y así, tal como era, él la amaba.

Por eso la había elegido para toda su vida.

Amaba como incluso en las pequeñas cotidianidades, Amy podía darles el significado más dulce y profundo que podía haber conocido jamás.

No la cambiaría por nada.

—Adelante, creo que yo también daré un vistazo —asintió mientras buscaba algo de su interés, encontrando así unas bonitas gafas de sol.

Luego de un rato, Amy cargaba nuevas 4 bolsas llenas de cosas, entre ellas adornos para la casa, algunos nuevos electrodomésticos para la cocina, reliquias muy buenas por cierto ya que ya no las fabricaban de esa calidad, algunas prendas vintage para ella y un par de accesorios para Shadow.

Tenía una sonrisa de suficiencia.

Sabía que había conseguido buenas gangas.

Por otro lado, el azabache se encontró hojeando algunos libros y enciclopedias que le habían resultado bastante llamativas, cortesía del dueño de casa, quien tenía un buen gusto en literatura. Eran tantos papeles encuadernados, títulos nuevos, tapas desgastadas que no sabía cuáles llevar.

Todos eran de su interés, pero no quería ser tan avaricioso, y tampoco tenía muchas ganas de armar una nueva repisa para su propia biblioteca.

El dueño, una ardilla ya bastante mayor, viendo tal indecisión, se acercó con una caja hacia él, quien, con el ceño fruncido, intentaba decidirse por dos libros de literatura antigua.

—Decisión difícil, ¿eh? —comentó amistosamente, colocando la caja en el piso.

Shadow apenas levantó la vista.

—Tal vez... —musitó. Estaba realmente concentrado en su tarea.

El mayor soltó una risa baja.

—Tranquilo, hombre, hagamos algo —propuso al intuir que el erizo podría desencadenar una guerra silenciosa entre ambos libros y el ganador sería llevado a casa. No quería que algo así tuviera como escenario su jardín.

Dicho esto, el azabache volteó a verlo. Había captado su atención y curiosidad.

—Veo que tu chica se llevó casi todo lo que teníamos a la venta —continuó—. ¿Qué te parece si, en agradecimiento, te llevas toda mi biblioteca? Es una colección que me tardó años en completar, pero a donde nos mudamos no puedo llevarla. Me parece que tendrán un mejor hogar con ustedes.

Shadow lo observó, pensando en la propuesta. Era demasiado buena para ser real.

La colección era de una calidad superior, algo que le costaría mucho más en recolectar.

—¿Está seguro? En verdad no es necesario, lo puedo pagar —intentó negociar.

—No te preocupes, hijo, de todas maneras, tenemos que deshacernos de todo lo que podamos lo más pronto posible —respondió la ardilla mientras metía los libros en la caja y la cerraba—. Es una colección bastante variada, encontrarás de todo, recetarios, literatura clásica, revistas, y alguna que otra sorpresa.

Sin más, le tendió la caja ya cerrada a Shadow, quien dudo un poco más antes de tomarla con cuidado, como si se le fuese otorgado algo más que peso. Algo más frágil, especial.

—Muchas gracias.

El mayor asintió, mientras volvía a entrar a la casa.

—A ustedes. Mucha suerte, que lo disfruten.

Dicho eso, el erizo regresó junto a Amy, quien se despedía de la otra ardilla al ver que su pareja ya se acercaba para regresar a casa.

—Gracias por esperarme —le dio un beso rápido en la mejilla, percatandose así de la gran caja que el contrario cargaba—. Vaya, al parecer encontraste más cosas que yo. Esa caja se ve muy pesante —rió.

—Bueno, me hizo una muy buena oferta, una que llevaba tu nombre por cierto, y que la verdad no podía rechazar —respondió divertido, insinuando que Amy un poco más y compraba la vivienda en venta—. Y también hay cosas que pueden interesarte. Mencionó algo de recetarios clásicos...

A la rosada se le volvieron a iluminar los ojos, imaginando las miles de recetas clásicas que podría recrear. Una pequeña "o" se formó en sus labios.

Shadow relajó un poco su semblante, enamorado de la forma en la que Amy se emocionaba. Definitivamente haría todo lo posible por hacerla así de feliz todo el tiempo.

—Entonces vamos a casa, mientras más pronto lleguemos, más pronto podrás revisar todo lo que hay.

Amy asintió, aferrándose al pecho de su esposo, y esperó el Chaos Control que los llevaría, junto a todas sus compras, a casa.

Una casa que pronto no solo se llenaría de libros nuevos.

 

~°ᰔ🍼₊˚⊹

 

Ya bien almorzados, cortesía de un delivery de Shadow provocado por el cansancio que las compras habían dejado en ambos, Amy llevó la caja al jardín trasero de su casa.

Estaba emocionada.

El azabache le había comentado que encontraría de todo un poco, que podía quedarse con lo que le gustara y curiosear todo lo que quisiese.

No era una gran fan de la lectura, pero leía de vez en cuando. Todo lo contrario a su pareja, que tenía una gran colección de libros de todo tipo que cada fin de mes se iba agrandando un poquito más.

Le gustaba ver como Shadow intentaba comprender mejor las cosas a través de las letras, y no negaría que se veía muy guapo concentrado. Sonrió de tan solo recordarlo.

Además de nuevos recetarios, esperaba encontrar uno que otro libro de romance. Un pequeño capricho suyo, para nada secreto.

Y es que el amor que irradiaba Amy Rose necesitaba alimentarse de alguna otra fuente que no fuera su propia naturaleza y corazón.

Se sentó con cuidado bajo el gran árbol que adornaba el jardín, un cerezo que Shadow le había regalado en su primer aniversario de bodas. La brisa suave agitaba las hojas, dejando caer una lluvia ligera de pétalos rosados a su alrededor, haciendo que la escena pareciera mágica.

Entre ese susurro celestial y el aroma de sus preciadas flores, Amy se sintió en calma.

Se dejó envolver un poco más por la sensación cálida antes de ponerse manos a la obra y curiosear aquella caja de una buena vez.

En efecto, habían muchísimos libros, de distintos temas, tapas, grosores y colores. Separó algunos por género, para que así el azabache pudiera colocarlos en la biblioteca de la casa sin problema alguno, y se quedó con otros que le llamaron la atención, los cuales pondría en su mesita de noche para disfrutarlos antes de dormir.

Sin embargo, quedaba un libro más en aquella caja.

Diferente.

Uno que no se había dignado a tomar todavía, pues, a diferencia del resto, este realmente se encontraba desgastado. Las letras del título, que en su mejor momento fueron doradas como el amanecer, ya casi ni podían leerse, como si la noche las hubiera cubierto permanentemente. El azul bebé de la cubierta, bastante desteñido por cierto, se encontraba con algunas manchas de antigüedad y las hojas tenían el típico tono amarillento en los bordes.

Era una reliquia. Un libro que parecía haber cargado con mucho y ser muy querido por alguien, pues a pesar de tu natural deterioro, no se encontraba dañado.

Amy lo dejó al último para chequearlo con detenimiento antes de organizarlo.

Terminada su tarea, finalmente lo tomó con cuidado, con una extraña sensación de respeto. A simple vista, no le llamaba la atención, sin embargo, sentía que tenía algo importante en su interior, que no era un libro cualquiera.

¿Un álbum de fotos? ¿Un diario personal? No lo sabía, pero se sentía muy íntimo, muy cálido, muy familiar.

Lo puso sobre su regazo, limpiando delicadamente el polvo que tenía sobre la tapa con el dorso de su mano. Definitivamente el título era inteligible, lo que le causaba aún más curiosidad por descubrir de qué rayos trataba aquel misterioso montón de papel encuadernado.

Ya con la ansiedad al tope, abrió el libro. La primera página le reveló el título completo, y de golpe sintió un nudo en el estómago.

Se quedó inmóvil. Sus mejillas se tiñeron de un rubor tenue.

No estaba preparada para lo que sus ojos visualizaban.

No en ese momento.

Abrió los ojos de par en par.

Algo muy profundo, un instinto que tenía guardado con cariño y recelo, se removió en su interior.

Shadow, quien la observaba curioso desde el marco de la mampara que daba hacia su muy amplio y bien cuidado jardín, gracias a Amy, decidió acercarse hasta sentarse junto a ella al ver que, con ese libro, la rosada tuvo una reacción diferente que con los demás, pues se quedó congelada un buen rato con el texto entre las manos, sin moverse tan solo un solo centímetro y con las mejillas levemente sonrojadas.

No podía identificar si era asombro, felicidad, enojo o curiosidad, su semblante era indescifrable, pero no se quedaría con la duda. Si algo había hecho incomodar a su esposa, lo arreglaría de inmediato.

—¿Qué pasa? ¿Encontraste que no te gustó? —preguntó con suavidad mientras se acomodaba a su lado.

A pesar de todo, no quería romper aquella imagen angelical de Amy bajo el cerezo y las hojas adornándola. Se veía muy bonita, aunque su semblante tenso contrastaba con la calma del lugar.

Amy no respondió, ni siquiera se inmutó cuando el perfume de Shadow envolvió sus fosas nasales. Seguía mirando la página como si fuera un espejo que le mostraba un pensamiento demasiado íntimo.

El azabache, contagiado por la curiosidad y el silencio de su esposa, se acercó un poco más hacia ella, lo suficiente para leer con facilidad el contenido de la hoja y leyó el título en voz baja.

Guía para padres primerizos... —susurró.

Amy finalmente reaccionó y cerró el libro de golpe, sobresaltándolos a ambos.

Soltó el suspiro que había estado conteniendo por minutos que parecieron eternos.

Algo dentro de ella se había removido a tal punto de desequilibrarla. ¿Cómo es que cuatro simples palabras pudieran sacudir todo su mundo?

Bueno, no era imposible, ni mucho menos impensable.

Lo sabía, lo sabía muy bien.

Sabía muy bien que algo se acababa de abrir, y nunca más podría cerrarse.

Ya no más.

Quizás... quizás era el momento de finalmente hablarlo.

Recostó su espalda en el pecho del contrario, buscando algo de calor y valor para soltar lo que por mucho tiempo había evadido confesar en voz alta y a profundidad.

Durante años, el deseo de ser madre había latido silencioso en su interior. Desde muy pequeña tuvo ese instinto de querer ser madre y formar una familia, por lo que el crecer y planificar una se había convertido en algo muy importante y fundamental para ella.

Cuando empezó a salir con Shadow, no era fue tema que tocara seguido, solo breves palabras mientras se conocían el uno al otro. Cuando las cosas comenzaron a tornarse más serias, lo pensó con más cuidado, pero no se atrevió a decirlo, sin embargo, en silencio, empezó a evaluar a Shadow como el candidato para hacer posible su sueño.

Pero no podía ser egoísta. No era una decisión unilateral, tenía que hablarlo con él, pero tenía miedo. Se había encariñado tanto con él, que temía que por el pasado tormentoso del mayor este no quisiese formar una familia.

Entonces todo se acabaría.

Entonces llegó el compromiso, un paso importante en su vida, y ya no podía engañarse más. Recordaba como con lágrimas en los ojos, una semana después de que un bonito anillo de oro puro con un pequeño diamante rosa adornara su dedo anular, se aferraba a Shadow, asustada por lo que tenían que hablar, suplicando a todos los Dioses que por favor su ahora prometido no se cerrara a la idea.

No quería dejarlo, no quería que todo acabara, pero era necesario hablar de las cosas incómodas, de los miedos, para crecer y progresar.

Cuando por fin se calmó y pudo expresar su más profundo sueño, el rostro contrario no se contrajo, no se asustó, no la alejó y mucho menos la rechazó.

Shadow, con la mayor calidez y suavidad que pudo encontrar, acunó su rostro entre sus manos, y plantó un beso lento, amoroso, cargado de un sentimiento profundo y sincero, en sus labios salados.

—Ya habrá tiempo para hablarlo con más calma, Rose, pero si te pedí que fueses mi esposa es porque hace mucho tiempo tomé la decisión, y esa es que te quiero para siempre, para toda mi eternidad.

Le dijo aquella vez.

El corazón de Amy había encontrado por fin calma, pero aquel tiempo prometido no llegó.

No por esquivarlo o ignorarlo, simplemente la oportunidad no se había dado genuinamente. Sin que sea forzado, sin que sea una exigencia.

Hasta ese día.

Ya habían pasado dos años de la boda y tres del compromiso.

El momento había llegado de la forma menos esperada, menos buscada, pero finalmente, había llegado.

Shadow la acomodó mejor, levantándola y colocándola entre sus piernas mientras se recostaba en el tronco del cerezo para una mejor comodidad. Una de sus manos se dirigió a las púas ajenas, acariciándolas con ternura. Eran suaves y sedosas, emanaban un leve aroma a fresas, aquel que lo volvía loco y lo tranquilizaba.

Era su olor preferido en el mundo.

La eriza se dejó hacer, acomodándose de espaldas en el pecho de su amado, disfrutando por un momento más el silencio que aún no se atrevía a rasgar.

Nerviosa, entrelazó sus manos con la contraria libre, sintiendo el calor ajeno que tanto le gustaba.

Con lentitud y una precisión casi quirúrgica, las posó sobre su vientre.

Un movimiento genuino, casi instintivo, motivado por una sensación muy primitiva de su cuerpo por todo lo que se aproximaba.

—Shadow... —musitó finalmente. Su voz salió más quebrada de lo que esperaba.

El miedo volvía a apoderarse de ella.

¿Y si Shadow se había arrepentido? Él siempre supo que ella quería ser mamá, aunque lo haya mencionado pocas veces. No era de los tipos que olvidaban detalles así de importantes.

Pero la duda nuevamente se había instalado en ella, y esta vez con más fuerza.

Ahora estaban casados, tenían una relación sólida, proyectos de vida entrelazados. Un divorcio a estas alturas iba a ser complicado y muy doloroso.

El llamado, notando la tensión en el cuerpo que descansaba sobre él, acarició una vez más.

Claro que sabía lo que sucedía. El libro, su mano reposando sobre un inusual lugar del cuerpo contrario, la forma en que Amy se encontraba tensa, el hilo de voz que la acompañaba, y los pensamientos que supuso ya inundaban el corazón y mente de quien amaba.

No era tonto.

Sabía que había llegado el momento de la charla.

Una de las charlas más importantes de su vida, y, aunque no se sintiera de todo preparado para afrontarla, su decisión, su promesa y su respuesta no habían cambiado.

Ni siquiera tres años después de la última vez que hablaron del tema, si no es que todo se había reforzado aún más.

Sin embargo, ahora debía ser sincero y directo, debía darle una respuesta real, propia, a las tantas dudas que carcomían a su esposa por dentro.

No podía seguir haciéndole esto. No con un tema tan delicado para ella.

Juró no lastimarla, no hacerla llorar, no hacerla sufrir.

Pero, al igual que ella, él también esperaba que el momento llegara por sí solo. Sin forzar nada, sin ser influenciados, sin ser cuestionados.

Y era el ahora.

Era el momento de la verdad.

—¿Qué sucede, mi Rose? —respondió con suavidad. Quería transmitirle toda la tranquilidad posible, no hacer las cosas más difíciles.

Amy bajó la mirada hasta sus manos, sintiendo como las vibraciones de la voz ajena disipaban un poco sus ansiedades, y sin pensarlo mucho, finalmente lo soltó.

—¿Alguna vez... quisieras ser papá?

El silencio que la siguió fue desolador.

Shadow cerró los ojos por un momento, procesando la pregunta y evaluando una respuesta.

No la iba a hacer esperar más. Era ahora o nunca.

Ella ya se había sincerado, era su turno, era lo más justo.

—Amy... —comenzó—. Te voy a ser sincero, pero necesito que estés calmada, ¿si? Sé lo muy importante que es para ti este tema, y eso lo convierte en importante para mí también.

La rosada asintió levemente, sintiendo una pequeña opresión en su corazoncito.

El azabache continuó.

—Nunca pensé en ser padre, Amy.

Las palabras la atravesaron como dagas, dagas que se sentían suaves por el tono usado, pero dolían como el infierno.

Se paralizó por unos breves segundos, intentando procesar lo que acababa de ser confesado.

Su mayor miedo se estaba convertido en realidad, y, por primera vez, no podía hacer nada para arreglarlo.

No podía obligarlo, no podía amenazarlo, no podía cambiarlo.

No podía darle un martillazo y acabar con todo, como estaba acostumbrada.

Y ahora, todo se estaba terminando.

Bajó la cabeza, sintiendo como las lágrimas comenzaban a bañar su aún sonrojado rostro.

El mayor al notar esto, rápidamente la abrazó con el brazo que reposaba en sus puás rosadas hasta ese momento, queriendo contenerla, queriendo no romperla.

Aún era algo torpe con las palabras. Se maldijo por ello, y se apresuró a continuar.

No quería que ella derramara ninguna sola lágrima más, mucho menos por su culpa.

Le dolía también, y claro que iba a solucionarlo.

—Sin embargo, cuando te conocí, algo en mí sembró esa duda —continuó, provocando que los espasmos provocados por el llanto en Amy se detuvieran poco a poco—. Con el pasar del tiempo, pude conocer más facetas tuyas, y, aunque quisieras disimularlo, las pocas veces en las que hablabas de tener una familia o convertirte en mamá, había un brillo diferente en tus ojos. Tu voz salía más maternal de lo normal, tus movimientos más suaves, y todo alrededor se sentía más cálido, más hogareño, más seguro.

La rosada soltó una de sus manos con cuidado, para limpiarse las lágrimas.

Una esperanza, una muy chiquita, se instaló en ella al escucharlo hablar.

—Se sentía a algo que yo había perdido hace mucho tiempo, Amy, a algo que extrañé cada momento de mi vida desde que lo perdí... —hizo una pequeña pausa. Aún era doloroso recordar aquellos momentos—. Contigo a mi lado, Rose... comencé a sentirme en casa.

Lentamente deshizo el abrazo, dirigiendo su mano libre al mentón de la rosada, con delicadeza obligándola a mirarlo.

Amy, una vez más, se dejó hacer, y algo más se estremeció en ella cuando Shadow comenzó a acariciar con su pulgar su vientre. No quitó ni por un segundo la mano de ese lugar desde que la reposó ahí.

Sus zafiros brillaron de emoción y nuevamente las lágrimas amenazaban con salir, pero esta vez ya no de dolor.

—Contigo lo quiero todo, Amy Rose, y si seguir sintiéndome en casa significa comenzar a formar una, entonces sí quiero ser padre, pero solo contigo, porque tú me haces querer serlo.

La rosada deshizo todo agarre de inmediato, volteandose y quedando frente a frente con él.

No podía creer lo que escuchaba, pero aún así el leve rastro de la duda se apoderaba de ella.

Necesitaba confirmarlo, saber que lo que escuchaba era verdadero, genuino, algo que realmente le nacía del corazón a Shadow.

—¿Lo dices en serio? No lo dices para que deje de llorar, ¿verdad? Porque si es-

Un dulce beso la calló de inmediato.

Breve, pero intenso, cargado de emociones, sinceridad y compromiso.

—Hay pocas veces en las que he hablado en serio y con la sinceridad más pura que puedo ofrecer, Amy. Nuestros votos matrimoniales fueron una de esas veces, y esta charla, es otra de ellas.

Sus rubíes no mentían.

Al contrario, Amy juraría que vio esa pequeña chispa, esa pequeña luz que ella veía en sí misma cuando a veces, frente al espejo, miraba su vientre plano, imaginando algún día verlo abultado.

Una gran sonrisa, una sincera, nacida desde lo más profundo de su ser, adornó su iluminada carita, y lo abrazó. Lo abrazó muy fuerte, enterrando su rostro en la curvatura de su cuello, dejando que las lágrimas fluyeran y se llevaran todo el mal rato, reemplazándolo con nuevas aguas que traían alegría y esperanza.

Su sueño, su más grande sueño, iba a convertirse en realidad junto al hombre que amaba. ¿Cómo no llorar de felicidad?

Shadow, correspondió, acariciando su espalda con ternura, con amor, dejándola ser, y dejando que Amy también se llevara un poco de sus miedos, porque no podía mentir, temía que Amy también lo rechazara, pues, aún, muy muy oculto dentro de él, sentía que una vez más podía ser juzgado por su pasado, aunque la rosada jamás lo hizo.

Era algo en lo que aún estaba trabajando y sanando.

Con la fémina aún en sus brazos, bajó su mirada al libro, aquel que lo había desencadenado todo, y esbozó una pequeña sonrisa, una sincera, porque sabía que ese montón de papeles los guiaría en una nueva aventura.

Una que, aunque aún no lo admitiera en voz alta, lo emocionaba.

La tarde terminó de teñirse de naranja, entre charlas de posibles nombres, de pañales y de juguetes.

La chispa se había encendido en dos corazones que estaban dispuestos a amar a uno más, no desde el deseo, no desde el impulso, sino, desde el más puro y sincero de los amores.

 

 

 

 

 

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CINCO DE LA MAÑANA AMIGOS, EN MEDIA HORA TENGO QUE IR A ESCALAR UN CERRO Y NO HE DORMIDO NADOTA.

Pero no me importa, inspiración es inspiración.

Ah~ Bienvenidos a mi gran sorpresa: "Guía para erizos primerizos". Una comedia romántica en donde espero que nadie se muera (jiji) nacida desde mi propio deseo de ser madre y de falta de reacciones de Shadow al enterarse que será papá.

Yo siempre dije, a falta de algo, yo misma me lo creo, ¿por qué no?

Estoy emocionadísima por escribir cada capítulo, de verdad.

Espero lo disfruten tanto como yo. 

Nos leemos pronto

Los quiere, su keridísima escritora, Chetos

PSDT: ya tengo twitter y ando más activa por allí, me encuentran como thequeenchetos , quizás suelte spoilers, suba arte y me vean chillando por otros fics que ando leyendo jsj

Un besito a todos.

-QCB