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la estrella de bastard münchen

Summary:

Alexis Ness decide dejar atrás sus sentimientos por Kaiser luego de que este lo insultó por darle un pase a Isagi.

Kaiser no permitirá que Ness se vaya de su lado, aunque esto signifique meterle esa idea a embestidas.

Notes:

(See the end of the work for notes.)

Chapter 1: la estrella de bastard münchen

Chapter Text

El sonido metálico de Ness siendo empujado contra los lockers retumbó en el lugar. No era por gusto, Kaiser realmente estaba enojado.

Sus ojos miraban en todas direcciones buscando las palabras para intentar apaciguar la ira del tatuado.

Lo había arruinado.

Todo sucedió en un segundo, juró que quien alcanzó su pase era Kaiser, pero su vista lo traicionó.

Isagi alcanzó la pelota.

Y ahí estaba Ness, siendo acorralado patéticamente en la sala de vestuarios. Intentaba escapar, pero sólo tenía a los fríos casilleros detrás y a Michael furioso al frente suyo.

—Ese pase te costará muy caro, Alexis. 

Kaiser se acercaba aún más, mirándole desde arriba con una expresión fría, en sus ojos azules no había nada más que odio.

—Pensé que Isagi eras tú, los confundí perdóname, yo- yo no creí que- —Ness fué interrumpido.

—¿Me estás comparando con ese imbécil? Cruzaste los malditos límites, Ness. —Michael apretó los puños, sonriendo irónicamente.

Ness tembló en desespero, con sus ojos abiertos al no saber cómo reaccionar o escapar de la situación.

Kaiser lo tomó por el cuello, inclinando su cabeza y mirándolo fijamente a los ojos.

—¿Acaso piensas servirle a otro rey? ¿Ya te aburriste de seguir a mi lado? —su mirada era penetrante.

Algo en la cabeza de Alexis hizo click.

Kaiser estaba celoso. El tatuado era demasiado orgulloso para admitirlo. Quizás no sean celos de forma romántica, pero ahí estaban. 

Por más celoso que Michael estuviera, eso no significa que le interese cómo se siente Ness, eso jamás le importará.

Era una lástima. 

Ness tragó saliva fuertemente, sin saber qué decir, quizás era hora de darse su lugar. El amor que sentía por Kaiser sólo le hace daño.

—Hace no mucho me dijiste que me largara, que dejara el fútbol, que alguien sin autonomía y talento como yo es basura. —su tono de voz era bajo.

Kaiser soltó su agarre, sin despegar sus ojos sobre Ness. Llevó su mano tatuada a su sien y peinó su flequillo hacia atrás.

Con que de eso se trataba.

—¿De verdad vas a abandonarme, Ness? ¿Realmente piensas que te desharás de mi tan fácil? —preguntó, su mirada se convirtió en una desesperada.

—Esas fueron tus órdenes, y como el perro fiel que alguna vez fuí, lo cumplí. Si quedaste solo y decido seguir a alguien más fué porque me lo pediste.

¡Pero eso no es motivo para ya no darme pases! —contrarrestó alzando su tono de voz.

El brillo de los ojos de Alexis disminuía con cada palabra que el rubio decía.

—Yo de verdad iba a darte ese pase, el hecho que Isagi lo alcanzara antes que tú no es mi problema. Me mandaste al demonio así que ya no tengo por qué tener exclusividad contigo, Michael. 

Kaiser estaba atónito. ¿Qué era esa personalidad tan odiosa? Ness no era así, al menos el Ness que solía conocer.

Deja ya el drama, Alexis. —dijo con tono bajo.

Los dientes de Ness crujieron.

—¿Pensaste que seguiría a tu lado para siempre? Ya tuve suficiente de que me trataras como un inútil, limité mi potencial por tí, me odié a mi mismo por tí. Pero a pesar de todo siempre te he ama-

Ness se alteró, pero al darse cuenta recobró la compostura.

Estuvo a punto de decir algo que jamás debería decir. Kaiser no debía saberlo, conocer el hecho que se moría de amor por él. La realidad de que cada insulto lo mataba por dentro. 

Había llegado al punto de quiebre, Ness estaba decidido a alejarse de Kaiser para protegerse a sí mismo.

Parecía que todo ese tiempo en el que se esforzó en seguir a Kaiser, animarlo y apoyarlo en todo fué en vano. Un desliz fué capaz de destruir lo que fuera que hubiera entre ellos.

Si, quizás darle ese pase a Isagi fué lo correcto, él había demostrado ser un amigo mucho mejor que Michael.

Por primera vez; Alexis se elegiría a sí mismo antes que a Kaiser.

Continúa esa frase, Ness. —demandó el mayor.

Alexis apartó la mirada.

Kaiser en una estampida finalmente se pegó al contrario, apretando sus mejillas con su mano, obligándolo a hacer contacto visual.

—Termina esa frase, maldición. —sus ojos azules eran más fríos que el hielo.

Los ojos de Ness estaban abiertos hasta donde era posible.

No... Kaiser no lo notó, ¿Verdad? Él se refiere a que limité mi potencial por él.

—Quizás debí seguir a Isagi desde el inicio, seguro él atraparía mis pases de forma más eficiente, sería un striker mucho mejor que tú. —habló con voz baja.

Kaiser dejó caer su mano, bajó su mirada y se apartó dando pasos hacia atrás lentamente hasta darse la vuelta.

En su mente sabía que Ness mentía, sabía que eso no era lo que estuvo a punto de decir.

Ness lo miraba, sin lograr descifrar qué rondaba en la cabeza del rubio, este lograba intimidar con su aura ardiente en ira.

Dejó salir un suspiro al ver a Kaiser dirigirse con pasos pesados hacia la puerta de los vestidores con la cabeza agachada. Pensó que quizás la humillación era demasiada y Michael simplemente se iría.

Alexis sabía que acababa de romper el ego de Kaiser por completo y su rostro lleno de penumbra lo denotaba. Su sirviente más leal había decidido abandonarlo por su más grande rival.

Pero escalofrío recorrió su cuerpo al escuchar un click. 

Kaiser le había puesto seguro a la puerta.

El rubio se dió la vuelta, acercándose lentamente de nuevo hacia Alexis. Su mirada era la perfecta combinación de enojo y deseo.

El tatuado lo acorraló nuevamente contra los lockers, atrapándolo en un beso feroz, el menor trataba de contrarrestar pero era imposible. Solamente cedió ante la lujuria.

Parecía como si la tensión acumulada que existía entre ellos detonara en un instante, Michael mordía los hinchados labios de Ness y al mismo tiempo sus lenguas se involucraban.

Pronto ambos se miraron el uno al otro, sin aliento y sus pechos subiendo y bajando. Kaiser atrapó con su mano la creciente erección del contrario.

Ness soltó un agudo gimoteo ante el agarre, lagrimeando de placer y tapando su boca con sus manos.

Shh, no querrás que nos atrapen, Alexis. —susurró Kaiser en su oído con voz gutural.

El rubio procedió a abrazar a Ness pasando sus brazos por su espalda baja y frotar fuertemente ambas erecciones.

Ness era un desastre, el aire de los vestidores se volvía cada vez más caliente y pesado, la abrumadora sensación lo cegaba y tener la mirada entrecerrada y llena de placer de Kaiser encima suyo lo encendía aún más.

Maldita sea, se siente tan bien... —murmuraba Kaiser para sí mismo.

Los gemidos de Ness se intensificaban, intentando cubrirlos con sus manos pero era imposible. Kaiser notó que Ness estaba a punto de venirse, parando el movimiento repentinamente y apartandóse.

—¿Eh? ¡¿P-Por qué paraste?! —protestó con voz entrecortada, desplomándose en el frío suelo. Su miembro estaba más duro que nunca y Kaiser paró justo cuando estaba por terminar.

Michael miró al menor debajo suyo temblando de placer, con su vista nublada y boca entreabierta. Su erección dolió más, iba a hacerlo suyo sin importar qué.

Ness estaba fuera de sí, pero recobró su sentido al ver a Kaiser bajándose su short deportivo, dejando su palpitante miembro con presemen al aire.

Alexis abrió levemente su boca en asombro, realmente era un monstruo. Estaba hipnotizado, la larga y gruesa longitud de Kaiser terminaba en una punta color rosa, con venas marcadas y tenía forma curva.

Seguidamente el de mechas azules se despojó de su camiseta del equipo, dejando a la vista su trabajado abdomen.

Kaiser sonrió de forma lasciva al ver la reacción de Ness, tomando su miembro con su mano lo puso en los labios del contrario.

Chúpalo. —ordenó a secas.

Ness balbuceaba, subiendo y bajando la mirada entre los ojos fríos de Kaiser y el miembro ante él.

Alexis abrió la boca dándole paso a Kaiser, quien de una embestida se insertó por completo. Ness se atragantó, pero Michael no tenía piedad.

Tomó el flequillo de Ness entre sus dedos empujándolo, el de cabellos violetas sólo le miraba con ojos llorosos, mientras Kaiser veía su miembro aparecer y desaparecer entre los carnosos labios de Alexis.

Ni se te ocurra morder. —dijo con los ojos entrecerrados.

Alexis sacó el pene de su boca haciendo un  sonido mojado, este estaba lleno de saliva y de presemen.

No te preocupes, sé exactamente cómo hacerlo. —hablaba mientras lo masturbaba con su mano. Un hilo de saliva salía de la comisura de los labios de Ness.

Kaiser bufó en una sonrisa odiosa.

—¿Desde cuándo tienes tanta experiencia mamándola? —dijo con ironía.

Pregúntale a Isagi. —sonrió.

Ness se miraba muy seguro de sí mismo, sabiendo que era una completa farsa. La realidad es que Michael se había llevado absolutamente todas sus primeras veces.

La mandíbula de Kaiser se tensó.

—Deja ya ese acto, Alexis. Eres pésimo mintiendo. —gruñó para luego insertarse de nuevo en la boca de Ness.

Kaiser era el orgullo personificado, pero miraba la felación de Ness y reconocía que era muy bueno. Por su bien prefería creer que era un simple talento y no el hecho que el chico que le gusta se la ha estado chupando a su rival todo este tiempo.

El empuje se intensificaba más, hasta que con un gemido gutural Kaiser se corrió en la boca del menor. Ness tosía intentando tomar aire, aún con el semen en su lengua.

Escúpelo. —Kaiser extendió su mano, donde el contrario depositó el viscoso líquido.

—Eso fue... Intenso... —Ness aún trataba de recomponerse.

¿Ahora sí vas a decírmelo? —preguntó Kaiser. 

Alexis abrió los ojos, un escalofrío recorrió su cuerpo al darse cuenta.

Kaiser verdaderamente notó que casi confiesa su amor.

—¿Decirte qué? ¿Que Yoichi es mejor que tú? —actuó a ser desinteresado, sin ser convincente en lo absoluto.

Michael frunció el ceño.

En un segundo Kaiser estampó la cabeza de Ness contra el suelo, levantando su trasero y deshaciéndose de su short y camisa en un instante.

El frío azotó en el trasero de Alexis, mientras su pene al descubierto palpitaba buscando atención.

¿Q-Qué estás- —giró su torso, viendo de reojo con una mirada suplicante a Kaiser.

—Si tu boca no es honesta conmigo, quizás tu cuerpo sí lo sea. —dijo con voz grave.

Un sonoro gemido agudo salió de lo más profundo de Alexis al sentir los dedos de Michael juguetear con su entrada, usando de forma retorcida el semen como lubricante.

¡Mi-Micha! ¿P-Por qué haces e-esto? —hablaba de forma entrecortada. Kaiser bufó.

—¿Prefieres que te parta en dos? Te dije que ese pase te iba a costar caro, y lo único que haces es enojarme aún más. —su tono frío no flaqueaba.

Kaiser mordía los trabajados muslos y glúteos de Ness, dejando marcas de dientes a su paso.

Alexis mentiría si dijera que no notaba la mirada llena de celos de Kaiser. Pareciese como si él de verdad odiara la idea de que Ness se involucre de cualquier forma con Isagi.

Peor si era de una forma sexual.

M-Maldita sea... —Ness mordía el dorso de su mano intentando reprimir sus gemidos.

Kaiser no hacía más que burlarse de él con sus dedos en su trasero. 

Alexis no lo soportaba más, con una de sus manos comenzó a acariciar su propio miembro, dejando salir sus gemidos por completo.

Kaiser detuvo la mano de Ness, su agarre era doloroso.

¿Quién te dió permiso de tocarte, Alexis? —demandó; susurrando en el oído del menor.

—Y-Ya no sigo tus órdenes. Decidí seguir a Yoichi ahora.

Michael tensó su rostro.

—Este día vas a olvidar esa puta idea por completo, te voy a follar tan bien que la sola idea de pensar en Isagi como tu rey te dará repulsión. —dijo en completa seriedad.

—N-No hay espacio para mí en tu mundo donde eres la estrella del Bastard München. Tú m-mismo me dijiste que soy un inútil. —Alexis sollozaba tapando su rostro con sus antebrazos.

Kaiser exhaló.

—El inútil fuí yo al decir esa estupidez. Soy yo el que te debe una disculpa.

Al Ness de hace una hora le hubiera encantado escuchar esas palabras, pero justo ahora era lo que menos quería. Kaiser finalmente se estaba disculpando al notar que estaba perdiéndolo para siempre.

—T-Te odio... Michael Kaiser... —sus ojos lagrimeaban de dolor y placer. No quería seguir escuchando al rubio.

Yo también te amo, Alexis. 

Los ojos azules de Kaiser brillaron por un efímero segundo.

La respiración de Ness se entrecortó, estaba a punto de preguntar qué era lo que el contrario acababa de decir; cuando Kaiser de un empujón insertó toda su longitud en Ness.

Un gemido entrecortado abandonó los labios de Alexis, girando sus ojos hacia arriba en placer puro. Kaiser gemía casi gruñendo, apretando los firmes glúteos de Ness.

Las embestidas no eran lentas, mucho menos suaves; era sexo duro, crudo y que quizás más de lo que un atleta como Ness pudiera soportar. 

Kaiser se deleitó al sentir cómo el calor del cuerpo de Ness lo abrazaba, a pesar de la fría actitud que este estaba tomando.

Michael era un completo animal, mordiendo y marcando la espalda de Ness, adornándolo con mordidas y chupetones, sonriendo al ver el desastre en que Ness se convirtió.

K-Kaiser... M-Micha... ¡A-Ah! 

Ness ya no podía aguantar el ritmo del tatuado, era demasiado y el placer era abrumador.

Ness volvió a frotar su miembro con su mano, en cuanto Kaiser se dió cuenta del movimiento; giró a Ness dejándolos cara a cara.

Con una de sus manos contuvo ambas manos de Ness por encima de su cabeza, y con la otra comenzó a masturbarlo.

Odio que no seas honesto conmigo, Alexis. —le habló a su oído.

Ness era incapaz de contestar; pero soltó un grito de placer al sentir la lengua de Kaiser recorrer desde su cuello, deteniéndose lentamente chupando sus pezones; para seguir bajando peligrosamente por su abdomen.

—¿Te gusta cuando te saboreo, Alexis? —se burló con malicia, viendo cómo los ojos magentas de Ness brillaban en lágrimas de placer.

Kaiser miraba con orgullo a Ness deshacerse bajo su toque. Lagrimeaba y gemía sin intentar ocultarlo, ya no le importaba si todo el mundo se daba cuenta de lo que estaba pasando en los vestidores.

—Dime ahora; ¿Crees que Isagi te follará tan bien como yo si decides seguirlo? —su voz era más profunda.

Ness apenas podía hablar, pero ya no le daría el gusto a Kaiser de hacerlo sentir el único en el universo.

Puedo apostar que Yoichi la tiene más grande que tú. L-Lo ví en las duchas hace unos días. —afirmó Ness.

Era una vil mentira.

El empuje de Kaiser se detuvo, sus ojos ya fríos se volvieron filosos y parecía que su rostro comenzó a arder al rojo vivo ante el comentario de Ness.

—Así que eso era... Decidiste abandonarme para que él te follara ¿No es así? Por eso le das MIS pases. 

Kaiser volvió con las estocadas ahora con rabia y enojo, más fuertes que antes.

—Es una lástima, no permitiré que Yoichi me aleje de tí. No me importa si eso es lo que quieres, Ness.

Las pupilas de los ojos azules de Kaiser se contraían.

—¡M-Michael! ¡A-Ah! ¡Es-Espera A-Ah!

Ness lo sabía, hacer enojar a Kaiser no era lo más conveniente, pero alguien debía bajarlo de su nube.

Me perteneces. Eres mío, no de Yoichi. Si vuelves a olvidarlo voy a meterte esa idea a embestidas. —mordió su cuello.

Ness tembló ante el veredicto de Kaiser, mentiría si dijera que la situación no lo encendía.

Quizás debería hacer enojar a Michael más seguido.

Kaiser retomó el vaivén de su mano en el miembro de Ness, haciendo que este vuelva a retorcerse debajo suyo.

Mío, eres mío, Alexis Ness.

Ness sabía que Kaiser tiene una buena condición física, pero desconocía que esa "buena" condición se volvía excelente a la hora de follar.

El tiempo se detenía y se sentía eterno, cada embestida le sacaba un gemido tras otro; jadeando en busca de aire y en su mirada borrosa sólo veía a Kaiser sudando encima suyo con sus ojos de depredador comiéndoselo vivo.

El sonido del choque de pieles era obsceno, haciendo eco entre las paredes.

Llegó un punto donde las súplicas de Ness por piedad se convirtieron en súplicas por más y más, gimiendo el nombre de Kaiser.

M-Michael... ¡Kai... Kaiser! ¡A-Ah! ¡Micha- Más...!

Kaiser disfrutaba la vista debajo de él, las piernas de Alexis temblaban bajo su toque y su interior lo abrazaba cálidamente.

El rubio aumentó la velocidad de las embestidas al sentir que estaba a punto de venirse.

Con un gemido gutural Kaiser se derramó por segunda vez dentro de Ness, quien pocos segundos después se corrió en la mano de Michael.

Kaiser vacilaba su mirada entre su mano llena de semen del contrario y el chico totalmente derrotado debajo suyo.

Marcas de dientes en todo su cuello, su trasero y en sus piernas. Sus muñecas estaban de un color rojizo ante el rudo agarre de Kaiser.

Ambos jadeaban en busca de aire, sus cuerpos estaban ardiendo, perlados en sudor y pegajosos por sus fluidos mezclados.

El rubio dejó salir un suspiro.

—Te amo, Alexis. Aunque no quieras decírmelo. —susurró Kaiser.

Ness sorbió su nariz. Sus palabras cayeron como un balde de agua fría. 

—Me dices esa estupidez justo cuando decidí olvidarte, eres grosero conmigo y ahora repentinamente me amas. Te odio, sólo vete de mi vida, eso es lo que ganas al insultarme. —dijo Ness en un grito ahogado.

El corazón del rubio dió un vuelco. Si bien le encantaría que Ness se amara un poco más, la idea de que lo abandonara por alguien más le destrozaba el corazón.

Sería sincero sobre lo que sentía por Alexis, y corregiría sus malas acciones del pasado.

—Lo siento, no sé como amar correctamente. Odio la idea de que me abandones por alguien más, pero si algo es seguro es que quiero que estés a mi lado- —fué interrumpido.

Ah, ¿Hiciste este berrinche porque no quise confesarte lo que sentía? —dijo Ness tajante.

Un dolor punzante invadió la cabeza de Alexis, este posó su mano sobre la mitad de su rostro. No importaba si Kaiser le estaba declarando su amor. Lo que más anhelaba en el mundo. Seguía desnudo en el frío suelo de los vestidores.

—¿Te sientes bien? —Michael acarició su cabeza preocupado.

Después de unos segundos recobró el aliento. No había tiempo ni era el lugar adecuado para el aftercare.

Sólo, suéltame. —Ness empujó la mano tatuada de Kaiser.

Tomó su short y su bóxer. Maldecía mentalmente a Michael, quien lucía fresco como una lechuga, aunque con su cuerpo perlado en sudor mientras lo miraba con esa sexy mirada azul que lo excit-

Alexis se pellizcó a sí mismo. Michael le propinó una mirada confusa levantando una ceja.

Todo era una mierda. El ambiente era una mierda, Alexis se sentía como una mierda. Trató de levantarse para ponerse su ropa pero sus piernas flaquearon de forma patética.

Kaiser quien ya se había levantado, resignado a que Ness no diría nada más; lo tomó entre sus brazos antes de que este impactara con el suelo.

—¿Realmente estás bien? —preguntó el rubio.

Ness le propinó una mirada llena de disgusto. Odiar y amar a Kaiser al mismo tiempo lo estaba volviendo loco.

—¿De quién es la culpa de que mis piernas parezcan dos putos spaguetis? Eres un maldito bastardo por eso eres la estrella del Bastard München. —su tono era irritado.

Kaiser solo rodó los ojos, sin palabras. Tomó papel que guardaba en su casillero y limpió a Ness y a sí mismo. Se encargó de ponerle la ropa aunque Alexis se negara.

Le tomaría un tiempo acostumbrarse a la nueva excéntrica personalidad de Ness.

Kaiser lo cargó estilo princesa fuera de los vestidores, con una sonrisa triunfante en su rostro.

Los demás miembros de Bastard München se miraban atónitos entre sí, algunos avergonzados y otros sonrojados al escuchar lo que había pasado entre esos dos hace apenas instantes.

Kaiser conectó miradas con Isagi, sintiendo su sangre hervir. Jamás permitiría que ese imbécil se robara a Ness.

Quizás Alexis lo odiaba justo ahora, pero pronto haría que vuelva a su lado por voluntad propia.

No como su sirviente, sino como su emperatriz.

Chapter 2: ignórame, mago

Summary:

Alexis decide irse de la vida de Kaiser aunque este no esté de acuerdo; Ness le meterá esa idea a base de ignorarlo.

Chapter Text

Pocos días habían pasado desde el partido de Bastard München y el PXG; a pesar de la victoria, el aire se sentía tenso en las instalaciones.

Isagi lo notaba, veía como Ness había decidido alejarse de Kaiser por completo.

Sabía que Michael se arrepentía profundamente de haber menospreciado a Alexis, pero ya no había vuelta atrás.

Ness dejaría atrás su amor por Kaiser y todo lo que eso conllevara.

Faltaban pocos días para que el equipo volviera a Alemania, así que trataría de disfrutar el poco tiempo que le quedaba en Japón.

Los jugadores del Bastard hacían un partido de práctica entre sí, usualmente el nivel de energía y empeño de estos era menor a uno real; pero Ness parecía particularmente histérico ese día.

Para su fortuna; ese día le tocó jugar en contra de Kaiser.

Daba pases sumamente complejos dejando a todos perplejos ante su nueva habilidad.

Isagi estaba en el mismo equipo de Kaiser, pero Michael jugaba sin ninguna emoción o intención de vencer a su rival. Ness lo había estado ignorando olímpicamente por un par de días desde lo sucedido en los vestidores.

Yoichi aprovechó la oportunidad de volver a resaltar al intentar robarle el balón a Ness, comenzando un leve forcejeo entre ambos.

Ness interponía sus brazos para evitar que Isagi se robara el balón, cuando el japonés tiró de la camisa de Alexis en el acto, dejando a la vista su cuello repleto de marcas violáceas.

Las marcas que Kaiser le había dejado días atrás.

Michael miró la situación desde lo lejos, sintiendo como su sangre comenzó a arder al ver a Isagi toquetear a su Ness,

Corrió a través del campo, apartando a Isagi de un empujón con una mirada furiosa en sus ojos azules.

—¡Maldición, Isagi! ¿Qué mierda crees que estás haciendo? —gruñó mirándolo fijamente.

—Suéltame, sólo intento robar el balón como cualquiera lo haría. —habló el japonés cabreado.

—No le pongas las manos encima, o juro que te mataré, Yoichi. —advirtió.

Isagi bufó.

Ness solo miraba a esos dos imbéciles pelearse por cosas triviales, pero el peso de la situación le cayó como un balde de agua al ver al resto del equipo hacer un círculo alrededor suyo y murmurar sin disimulo sobre las marcas en su cuello.

—Esas marcas debió dejarlas cuando se encerraron en los vestidores. —murmuraba Kurona hacia Gagamaru.

—Entonces es verdad que Kaiser lo castigó ese día. —decía Yukimiya por lo bajo con Hiori a su lado confundido.

Ness... ¿Qué hiciste...? —habló Grim decepcionado.

Alexis corrió del lugar, sintiendo cómo se le caía la cara de la vergüenza, encerrándose en los baños para lavarse la cara.

Noel simplemente miraba la escena desde lo lejos, con los ojos puestos fijamente en Ness.

Algo malo estaba por suceder.

Alexis le puso el pasador a la puerta del baño, sus manos comenzaban a temblar y parecía que su reflejo en el espejo se distorsionaba.

Escuchaba como afuera Noa ponía orden y separaba a Kaiser y a Isagi, enviándolos a todos a sus dormitorios por el resto del día; suspendiendo el partido de inmediato.

Rápidamente el lugar se despejó, y escuchó cómo alguien tocaba la puerta.

Ness no pensaba responder, pues estaba seguro que quien estaba detrás era nadie más que Michael.

Un escalofrío bajó por su espalda al escuchar la voz grave de Noel.

—Alexis Ness, ven a mi despacho de inmediato.

La voz de Noa era seca, indiferente. Ness estaba seguro de lo que venía a continuación.

—Estaré allí en diez minutos. —habló Alexis en voz baja.

No hubo respuesta, en su lugar sólo escuchó los pasos del mayor alejarse, hasta que en algún punto dejaron de escucharse.

Alexis caminaba lentamente por la cancha, luego el comedor y así dió un recorrido por el lugar, admirando la simpleza de este y los efímeros recuerdos que había construido en ese lugar.

Después del paseo que sintió eterno pero tan lento a la vez; tocó la puerta del despacho del maestro. Rápidamente el mayor le ordenó que entrara.

—He llegado, ¿Qué quieres hablar conmi- —Ness fué interrumpido.

Siéntate. —ordenó Noa.

Alexis simplemente obedeció, carizbajo.

—Sabes que en Bastard München no hay lugar para las peleas. —comenzó a hablar, con sus brazos cruzados y mirada fría.

Ness lo miraba atónito, sabía que Noa se estaba haciendo el imbécil.

—Peleaste con Kaiser el día del partido contra el PXG, las heridas en tu cuello lo delatan. —continuó.

Alexis iba a decir algo, pero se quedó hundido en lo profundo de su garganta.

—Conoces las reglas, pelear físicamente en Bastard significa expulsión inmediata. —sentenció el delantero.

Ness agachó la cabeza, poniendo su mano en su nuca. La vergüenza no le permitía ver a Noa a los ojos.

—Soy el único con moretones, Michael está intacto. Sabes que él hizo lo que quiso conmigo y aún así vas a expulsarme a mí. —dijo en voz baja.

Noel suspiró.

—No exactamente. Decidí hablar contigo primero ya que eres más razonable que Kaiser. Probablemente él ya se me hubiera lanzado a los golpes.

Ness cerró sus ojos.

—Ve al grano, Noa. No quiero seguir escuchándolo.

Noel se cruzó de brazos.

—Debo respetar las reglas. Uno de ustedes dos debe irse del club debido al enfrentamiento. Tú decides; Ness. O te quedas solo sin tu rey o tu emperador pierde su trono.

Noa posó su mirada fijamente en el menor.

Alexis levantó la mirada al escucharlo;

¿Acaso le estaba dando a elegir?

No, o... ¿Sí...?

Estaba en sus manos.

La respuesta le llegó como un resplandor de lucidez.

—Voy a irme. —dijo firmemente.

A Noel no le sorprendió esa respuesta en lo absoluto.

Sabía de la dependencia de Ness hacia Kaiser. Conocía que Alexis preferiría mil veces sacrificarse a él antes que a Michael.

Y se aprovecharía de ello para que su jugador estrella no se viera afectado.

—Como desees, Ness. Siéndote sincero es una lástima; eres de los mejores mediocampistas que Bastard ha podido tener. —habló.

Ness no aceptó el cumplido, esa mirada seria no abandonaba su rostro.

—Sólo te pido que saques a Kaiser de la habitación cuando empaque mis cosas, no quiero lidiar con eso. —dijo con un cierto tono de lástima en su voz.

—Como quieras. —afirmó.

Gracias por todo... Noel.

Dicho esto Ness salió de la oficina en total penumbra, sin lugar donde esconderse volvió a los baños; encerrándose en un cubículo.

Comenzó a llorar desconsoladamente desplomándose en el suelo. Nisiquiera poniendo su mano en su boca lograba detener su llanto lastimero.

Sumergido en su llanto no notó cuando Yoichi abrió la puerta de donde estaba, encontrándolo llorando en el piso sin remedio.

Le extendió su mano, preocupado al ver a Ness en ese estado. Realmente le preocupaba que Kaiser le hubiera hecho daño, al final del día Ness era humano e Isagi comenzaba a sentir empatía por él.

—¿Estás bien...? —preguntó con voz suave.

Ness no levantaba la mirada.

Todos los sueños... por los que luché tanto; se desmoronaron ante mis ojos. —decía entrecortadamente debido al llanto.

Isagi abrió los ojos.

—¿De qué estás hablando? —comenzó a preocuparse.

Ness sorbió su nariz.

—Me acaban de expulsar del club, Noa piensa que las marcas en mi cuello son por una pelea física con Kaiser. —hundió su rostro en sus brazos.

Yoichi quedó perplejo, dándose cuenta que Noa lo descubrió debido al descuido en el partido de entrenamiento.

—Yo decidí irme y dejar a Kaiser brillar en el equipo, al fin y al cabo él no me necesita, pero duele como mil demonios. —Alexis apretaba su pecho, las lágrimas no dejaban de fluir.

—¿Por qué no decidiste quedarte? ¿A dónde irás? ¿Qué harás ahora? Maldición, debiste expulsar a ese idiota. —Isagi realmente se preocupaba por Alexis.

—Volveré a Alemania antes de tiempo... con mi familia.

El característico brillo en la mirada magenta de Ness había desaparecido. Pareciera como si sus grandes ojos fueran dos cuencas vacías.

—Mago, no es posible que abandones tu carrera futbolística sólo por una estupidez.

Isagi no comprendía cómo el espíritu de Alexis se había apagado tan pronto.

—Al final de todo, Kaiser es la estrella de Bastard München y yo un don nadie, decidí que su bienestar en el equipo vale más que mi devoción hacia él. —murmuró.

Alexis sentía cómo su corazón se partía en mil pedazos. Se alejó de Kaiser por decisión propia; lo ignoró y hasta lo maldijo. Pero aún lo amaba.

Realmente odiaba eso, al punto que era imposible de soportar.

Yoichi relajó sus hombros. Sabía que ya no había nada que hacer. En los ojos del Mago no había más que dolor y la seguridad de la decisión que había tomado.

Ness se iría del equipo.

Pronto Isagi salió del baño, caminado hacia los dormitorios con sus manos metidas en sus bolsillos, lamentándose por no poder ayudar al alemán.

Pronto se topó con Kaiser desesperado, se notaba en sus ojos con las pupilas contraídas y el sudor en su frente, estaba asustado.

—Yoichi, ¿dónde esta Alexis? ¿Sabes algo? —preguntó sin su tono arrogante usual. Parecía como si hubiera olvidado que momentos atrás pelearon.

Isagi dudó.

—No, no lo he visto desde el partido. —dijo indiferente.

Kaiser no esperó más y siguió buscando, la ansiedad lo carcomía lentamente.

Momentos atrás Michael había escuchado rumores de que Ness había sido llamado al despacho de Noa, y eso no era ningún buen augurio.

Los mensajes que le había enviado aún no eran contestados y eso lo estresaba.

Iba a seguir buscando cuando el mismísimo Noel Noa le dió palmadas en la espalda a Kaiser, quien se giró quedando ambos delanteros cara a cara.

—Ven a mi despacho ahora, necesito hablar contigo. —dijo con su tono de voz más serio de lo normal.

—Tengo que encontrar a Ness primero. —protestó quitándose la mano de Noa de encima; listo para seguir buscando.

—Es una orden. No lo repetiré dos veces; Michael. —los ojos de Noel eran fríos.

La mandíbula de Kaiser crujió, una vena se marcó en su cuello. La situación lo estaba asfixiando y su maestro solo lo arruinaba aún más.

A regañadientes Michael caminó detrás de Noa, sintiendo una punzada en su pecho, algo inexplicable.

Llegaron y Kaiser se sentó en la primera silla que encontró, cruzándose de brazos.

Noa lo analizó por segundos que se sentían eternos, parecía que percibía el corazón del rubio teñido latir a mil por hora.

—Golpeaste a Ness después del partido contra el PXG, lo dejaste lleno de moretones. —comenzó su discurso ya planificado.

Los ojos de Kaiser se abrieron hasta donde es posible.

No... ¿Acaso Noa vió las marcas de Ness?

—En Bastard München están estrictamente prohibidas las peleas, lo sabes muy bien, Kaiser. —continuó.

—¿Qué quieres decir...? —Michael habló casi gruñendo; cerrando sus puños.

La situación no podía ser peor, pero Noel ya lo había previsto, conocía el temperamento de Kaiser.

—Uno de ustedes deberá ser expulsado del Bastard München permanentemente. —sentenció.

El mundo entero se detuvo por un segundo para Michael, sentía un zumbido en sus oídos y la sangre cayó hasta sus pies.

Kaiser se paró de su asiento caminando como estampidas hacia donde se encontraba Noa, gritando a su paso.

No me digas que expulsaste a Ness... ¡El no tiene nada que ver con esto! ¡Yo causé todo!

—Cálmate, Michael. Ness decidió irse por cuenta propia.

El rubio teñido se congeló en su posición, Noel miraba cómo el joven ante él se desmoronaba al escuchar la noticia.

—Me estás diciendo... Que Alexis acaba de irse...? —su voz era incrédula.

—Fué su decisión. Resígnate, prefirió sacrificarse a él mismo antes que a tí. —el mayor lo devolvió a la realidad.

—Entonces me iré también, jugar al fútbol no es lo mismo sin Ness.

Kaiser se levantó de su silla, abriendo la puerta de la oficina en un estruendo, corriendo por el largo pasillo en camino al dormitorio que compartía con Ness.

Noa simplemente suspiró.

Claramente no dejaría a la estrella de Bastard München irse.

Kaiser se quedó helado al ver la puerta de la habitación compartida entreabierta; eso jamás sucedía.

Soltó un jadeo ahogado al entrar, y ver cómo en cuestión de minutos todas las cosas de Alexis habían desaparecido, su cama estaba pulcramente ordenada y en su mesita de noche sólo había quedado una foto enmarcada de ambos.

Sonriendo.

En los días antes de entrar a Blue Lock; y que todo se fuera al carajo.

Se acercó y tomó la foto entre sus manos, recordando esos momentos.

¿Hacía cuánto Alexis no sonreía de esa forma?

Su corazón se volvió a romper en mil pedazos al darse cuenta que Ness se había llevado todo consigo menos el único recuerdo que tenían juntos.

Kaiser comenzó a sentir cómo sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas.

Alexis realmente estaba decidido a olvidarse de él.

Desde que empezó el proyecto Blue Lock, sin darse cuenta rompió su amistad con Ness por una simple rivalidad con Isagi.

Pasos lentos se escucharon detrás, alguien más había ingresado en la habitación. Kaiser giró su cabeza ligeramente, mirando por encima de su hombro a Yoichi.

Michael se giró completamente, con una mirada de furia en sus ojos zafiros.

Maldito; tú revelaste las marcas en el cuello de Ness. ¿Acaso sabes lo que provocaste? —acusó con voz rasposa.

Isagi apartó la mirada.

—Escucha, eso no fué intencional. Además quien dejó las marcas fuiste tú; no yo. Tú eres el responsable de que se haya ido. —contrarrestó el japonés.

Kaiser bufó, su ceño estaba fruncido y sus manos hechas puños.

—Si no le hubieras puesto las manos encima, Alexis estaría aquí, Noa no habría visto nada. —dijo Michael casi murmurando.

—Y si tú no le hubieras puesto las manos encima en primer lugar él seguiría aquí. Acepta la responsabilidad y agradece que estás aquí. Ness tuvo la oportunidad de echarte y prefirió irse antes de acabar con tu carrera. —el pelinegro se cruzó de brazos.

—Pero lo hizo a costa de la suya, maldición. Tenía que haberme marchado yo. —sorbió su nariz.

Yoichi lo miró indiferentemente. Sentía pena por Ness; no por Kaiser.

—No vine a tomar el té contigo, el Mago me dijo que te diera esto.

Isagi le extendió su mano, con un sobre blanco firmado por Alexis en él.

Kaiser abrió los ojos en sorpresa.

—¿Qué mierda es esto...? —se dijo para sí mismo.

—Me voy, lo que sea que pase entre ustedes no me incumbe.

El japonés se dio la vuelta y se fué de la habitación sin decir más.

Michael simplemente se quedó arrugando el sobre en su mano, sintiéndose traicionado y desechable al punto que Yoichi tuvo que darle la noticia de la partida de Ness.

Ness realmente lo odiaba.

Continuamente, al mismo tiempo Alexis se encontraba en la salida del edificio de Blue Lock. Cargaba consigo una mochila y una maleta con sus pertenencias. Su mirada era pesada y cansada.

—¿Listo para irte? —preguntó Ego en inglés con un acento marcado llegando a lo tétrico.

Ness le propinó una mirada completamente derrotada.

No... Aún no lo estoy. —murmuró.

Alexis avanzó por el gran marco de la salida, donde con letras gigantes podía leerse «Loser's Gate» en esta.

Una vez llegando al aeropuerto, faltando minutos para abordar su avión de vuelta a casa, encendió su teléfono.

Momentos antes cuando empacaba sus cosas en la habitación que compartía, decidió apagar su teléfono. Sabía que Kaiser estaría furioso por irse sin avisar.

Y estaba seguro que esa ira de Michael se multiplicaría por mil cuando este se dé cuenta que prefirió dejarle una nota de despedida con Yoichi; alias su más grande rival, a decirle las cosas en la cara.

No queria enfrentarlo, ya había tenido suficiente.

Ness se horrorizó en el instante de que su teléfono se encendió, un bombardeo de llamadas entrantes, perdidas, correos de voz y mensajes sin leer hicieran que el dispositivo vibrara como loco.

1,008 llamadas perdidas — Michael

Llamada entrante — Michael

Oh, claro. Había quitado el emoji de corazón con el que había agendado a Kaiser.

Ness presionó el botón de silencio al costado de su teléfono, al notar que este estaba atrayendo miradas ante el escandaloso tono de llamada.

Leyó la infinidad de mensajes que Michael le había dejando en los primeros minutos después de haber apagado su celular.

👤 Michael

 

Ness dónde estás?               

 

Respóndeme.                      

 

Me estás ignorando adrede, no es así cachorro?                           

 

Estás asustándome, nisiquiera Isagi sabe dónde estás.                      

 

Te lo ruego, dime algo, te he estado buscando por todo el lugar y no apareces en ninguna parte.               

 

Juro por Dios que si no me contestas voy a volverme loco.                   

 

Te lo suplico, por favor respóndeme, sólo quiero asegurarme de que estés bien, dime que Noa no te hizo algo malo por favor sólo contéstame.                      

 

MALDICIÓN, POR QUÉ LO HICISTE? POR QUÉ DECIDISTE IRTE? TIENES QUE VOLVER.                            

 

DIME POR QUÉ NO FUISTE CAPAZ DE DECÍRMELO A LA CARA, PREFERISTE HABLAR CON EL IMBÉCIL DE ISAGI ANTES QUE CONMIGO.                

 

DE VERDAD NO VALGO NADA PARA TÍ? TE LO IMPLORO, NO SUBAS A ESE AVIÓN Y VUELVE A MI LADO.          

 

Hacía dos horas que Kaiser se desplomó en el frío suelo de la desolada habitación tras que Isagi se fué. Estaba temblando apretando el teléfono entre sus dedos. Sus ojos abiertos hasta donde era posible y balbuceaba incoherencias.

Lágrimas gruesas empezaron a recorrer sus mejillas sin reparo, viendo cómo los mensajes no le llegaban a Alexis.

Repentinamente alguien más entró en la habitación, cerrando la puerta tras él. Cruzándose de brazos al ver a Kaiser tirado y llorando patéticamente en el suelo.

Michael levantó la mirada llena de odio, aún con lágrimas en sus ojos.

—¿Qué mierda quieres, Noa? —dijo con voz grave y limpiando con el dorso de su mano las comisuras de sus ojos.

—Es inútil, Alexis ya estará en el aeropuerto en proceso de abordar un avión de vuelta hacia Alemania. —su voz era serena.

Kaiser en un estruendo se levantó, con su mano hecha puño dispuesto a golpear a Noel en la cara.

—No eres tan rápido con tus manos a diferencia con tus piernas. —Noa atrapó la mano de Kaiser con facilidad.

No pudiste esperar una semana para al menos regresar todos juntos a Alemania...?

Lágrimas de odio invadían la mirada de Michael.

—Las reglas son reglas, pelear significa expulsión inmediata. Y lo sabes muy bien, Kaiser. —contestó Noa.

El rubio de mechones azules dió dos pasos hacia atrás.

—Entonces expúlsame por pelear contigo, maldito. —desafió.

Noel soltó una risilla sarcástica.

Sabes que no voy a dejar ir a la estrella de Bastard München. —alardeó.

Kaiser dejó salir un suspiro.

—¿De qué estás hablando? —frunció el ceño.

—Alexis Ness sabía que no valdría la pena expulsarte y quedarse solo. Tú puedes jugar sin él; pero él jamás podrá jugar sin tí.

Chapter 3: te encontré, mago

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Un silencio sepulcral invadió la habitación.

—Explícate, Noel. —demandó el tatuado.

Noa sólo bufó, en cierta forma burlona.

—Quiero que seas mi sucesor, Kaiser. Te he entrenado como mi proyecto personal desde hace un tiempo.

Michael frunció el ceño.

—¿Y eso qué tiene que ver con el hecho que expulsaste al mejor mediocampista del equipo?

—Aunque Ness hubiera decidido quedarse; lo habría echado a él. Simplemente me aproveché del hecho que te ama demasiado y no tenía el valor de echarte, para yo expulsarlo del equipo.

Una vena brotó en el cuello de Michael. Su maestro realmente era alguien sumamente frío; más de lo que creía.

—¿Por qué...? Sabes que él no hizo nada malo. ¡FUI YO QUIÉN LO DEJÓ LLENO DE MARCAS! —vociferó.

—Claro que lo sé, pero Alexis ya no tenía una razón para seguir en el club desde que decidió abandonarte. Entiende que permití que Ness estuviera en el equipo sólo para sacar tu mayor potencial.

El frío tono de voz de Noa no hacía más que enojar a Michael aún más.

Así que de eso se trataba.

Noa había decidido usar la pelea entre Ness y Kaiser como coartada para deshacerse del mediocampista. Para el mayor; el único valor de Alexis en el equipo era el de apoyar a su sucesor, y una vez este dejó de cumplir su propósito; Noel lo descartó como si fuera basura.

—¿De qué mierda estás hablando? Alexis se ganó su titularidad con su propio sudor y esfuerzo. —habló el de mechones azules con voz gutural.

—Desde que te diste cuenta que estás enamorado de él no haces más que bajar tu rendimiento. No puedo permitir que por trivialidades reduzcas tu nivel. —contestó.

En la mirada de Noel no había nada; absolutamente nada. Para la rosa azul era imposible comprender realmente el indescifrable plan del mayor con él.

Porque para Noa, era sencillo. No dejaría que por culpa de un don nadie, su jugador estrella bajara su potencial. Michael se estaba estancando por culpa de la indiferencia de Ness hacia él después del partido contra el PXG.

Si expulsar a Ness del equipo era lo que Kaiser necesitaba para evolucionar; Noa lo haría sin dudarlo.

—Vamos, Kaiser. Alexis Ness enterró su propia carrera al decidir dejar de seguirte y ya no darte pases. Olvídate de él.

Noa se dió la vuelta, estaba dispuesto a irse del lugar.

—Te equivocas. Alexis fué el único que estuvo a mi lado hasta el final. Fué el único que siempre creyó en mí. Aunque lo tratara como la mierda...

Noel volvió a verlo a la cara, sólo para soltar una carcajada burlona. Michael hervía en furia ante la reacción de su maestro.

—¿Seguir a tu lado? ¿Hablas del mismo Ness que le dió el pase ganador a Isagi Yoichi? Me das risa, Kaiser.

Michael ya no soportaba la indiferencia de Noel sobre la situación.

—Fué una confusión, Alexis iba a darme ese pase. Él me lo confesó en la pelea en los lockers. Si decidiste echarlo por esa razón; haz que vuelva. —hablaba con los puños cerrados.

Si abandonar su orgullo era la única forma de que Ness regresara, el rubio teñido se rendiría y lo abandonaría.

Noa se cruzó de brazos, apartando la mirada.

—¿Estás seguro que realmente se confundió o fué solo el calor del momento? No sé como pudiste ser tan descuidado, Michael. Ambos hicieron un escándalo en los malditos vestidores.

Noa sobó su sien con sus dedos, comenzaba a estresarse. Michael jadeó en asombro, sus orejas se tornaron de color rojo ante la creciente vergüenza.

Te lo ruego, Noa. Sólo... tráelo de vuelta. No volverá a suceder. —habló en voz baja, sin su tono de voz arrogante usual.

El francés lo tomó del hombro, mirándolo fijamente a los ojos.

—No voy a permitir que la estrella de Bastard München pierda su trono por estar decaído por una estupidez. Alégrate que te quité ese estorbo del camino.

—Pero Noa- —Kaiser fué interrumpido.

—Y no cambiaré de opinión. De vuelta en Alemania necesito que estés al ciento diez por ciento. Olvídate de cualquier distracción o te irá peor.

El ojiazul bajó la mirada, sintiendo cómo las lágrimas volvían a acumularse en las comisuras de sus ojos.

No entendía la razón por la que Noel era tan severo ante la situación, si el problema era su extraña relación intentarían esconderlo.

Pero no era capaz de hacer nada.

Noa en un instante azotó la puerta tras él, dejando a Kaiser de nuevo en completa soledad.

Alexis jamás fué un estorbo... —murmuró para sí mismo.

Porque quizás si no hubieran sentimientos involucrados; Alexis seguiría junto a él en el equipo. Si no se hubiera confundido en ese pase; estaría junto a Kaiser. Y ese diminuto detalle le costó su carrera futbolística.

Mientras que al otro lado del océano, estaba él, desempacando sus maletas en la casa de sus padres.

Hacía tanto que no visitaba Hamburgo, su ciudad natal; tanto que se asombró al ver las remodelaciones en el lugar.

—Sí que eres molesto. Podrías haber avisado que vendrías con más tiempo de anticipación. —reclamó su madre apoyada en el marco de la puerta.

Lo siento, fué de imprevisto.

Ness estaba cansado, el vuelo fué agotador y la fatiga mental que tenía por lo sucedido era abrumadora.

—¿Por qué fuiste expulsado tan repentinamente? Dudo que hayas sido capaz de hacer algo tan malo para merecer expulsión inmediata. —agregó su hermana.

Alexis se detuvo abruptamente ante la pregunta, sin saber qué responder.

Quisiera no hablar de eso ahora. Discúlpame.

Sí... Ese pase a Isagi había condenado su futuro como deportista profesional.

Los días pasaron rápidamente, Ness había decidido volver a la universidad para seguir sus estudios y eventualmente; convertirse en científico como sus padres.

Había cambiado de número telefónico, cerró absolutamente todas sus cuentas en las redes sociales y desapareció del mapa sin ningún rastro.

Con ayuda económica de su familia logró mudarse a un acogedor apartamento cerca de la universidad. Ya que convivir en la misma casa era algo complicado. Su familia seguía tratándolo como un inútil a pesar de todos esos años transcurridos.

Empeorándolo aún más el hecho de que el único sueño por el que había apostado falló miserablemente. Las clases iniciaron; conoció nuevas personas pero algo dentro de él le impedía olvidar lo sucedido.

Alguna que otra persona lo había reconocido como el famoso mediocampista del Bastard München, pero la simple mención de su pasado como futbolista lo deprimía.

Todo terminó por una maldita estupidez.

Odiaba su destino y maldecía su suerte, aunque dijera lo contrario; lo único que quería en ese instante es volver a los brazos de Kaiser y decirle cuánto lo había extrañado.

Sí, quizás haber aceptado ese trato no fué lo mejor.

Pero era imposible, aunque lo amara, eso jamás lo haría olvidar las mil y un formas en las que Michael le rompió el corazón.

Hacía meses que la Liga Neo Egoísta había terminado, el tatuado debería llevar mucho tiempo ya en Alemania. Las noticias estuvieron bombardeadas de fotos de él en el aeropuerto de Berlín recién llegado a su país natal junto al equipo.

«Él juraba amarme, pero entonces ¿por qué no me ha buscado?»

Quizás no lo hacía por el resentimiento de herir sus sentimientos y su orgullo. Eso es lo que se ganaba al insultarlo.

No... Era mejor si jamás lo volvía a buscar.

Lo más seguro es que Kaiser ya olvidó todo, siguió su camino y Ness sólo fué una pequeña parte de este; o tan sólo una piedra con la que se tropezó.

Debía sacar de su cabeza todos esos pensamientos. La etapa de su vida como futbolista había terminado y con ello finalizó toda relación con Michael Kaiser.

Tal vez debió obedecer a sus padres desde el inicio y no haber entrado en el club, quizás de esa forma no estaría pasando por esa situación.

Lo que guardaba dentro de su corazón dolía, Michael ahora sabía que lo amaba, pero al mismo tiempo lo odiaba...

Estaba en su escritorio estudiando, pronto empezarían los exámenes y no podía fallar. La visión empezaba a ponerse borrosa a través de sus lentes debido al cansancio; pero debía seguir esforzándose.

El lápiz en su mano se resbaló de sus dedos y un escalofrío le recorrió por la columna al escuchar cómo golpeaban la puerta.

Ni su madre ni sus hermanos le avisaron que llegarían; tampoco tenía amigos cercanos que lo visitaran.

Rápidamente se levantó, dispuesto a abrir la puerta un poquito; sólo para ver quién se encontraba tras esta.

Y lo hizo.

Un olor familiar invadió su nariz, levantando la mirada se encontró con esos ojos azules que tanto había extrañado.

Michael Kaiser estaba en su puerta.

Antes que Alexis pudiera reaccionar, Michael empujó la puerta, adentrándose en el lugar. Agarró a Ness del hombro y lo aprisionó tras la puerta al cerrarla.

Vaya que esa mala costumbre de acorralar no se le quita.

Micha... ¿Qué haces aquí...?

Ness lo miraba a los ojos, creía que era una alucinación producto de todas esas noches desvelándose mientras estudiaba.

—¿Por qué te sorprendes tanto? ¿Creíste que no te iba a buscar...? —acercó su rostro escondiéndolo en el cuello del menor.

Ness sentía la respiración pesada de Kaiser en su cuello bajando lentamente hasta la clavícula; dándole escalofríos en el proceso.

—¿Cómo me encontras- ¡A-Ah!

El pelimagenta soltó un gemido entrecortado al sentir cómo Kaiser subía sus manos bajo su camiseta, con sus largos dedos jugando con sus pezones.

—Prometo que te lo diré, sólo déjame sostenerte un poco más.

Alexis se tragó sus palabras y todas las preguntas que tenía en cuanto Kaiser unió sus labios en un acalorado beso, ambas lenguas buscando dominar la contraria.

Ness se deshacía bajo el toque del mayor; gimiendo sin reparo al sentir los dedos de Kaiser recorrer todo su cuerpo.

—Y-Yo creí que- ¡H-Hah! me habías olvidado. Debiste haberlo hecho. —trataba de hablar coherentemente, fallando miserablemente.

Kaiser lo miró a los ojos.

—Estos han sido los peores tres meses de mi vida. Te he buscado como lunático desde el instante que desapareciste en Japón.

Michael no estaba dispuesto a perder el tiempo, con sus manos recorrió la cintura de Alexis hasta llegar al borde de sus pantalones; metiendo sus dedos en este y apretando los glúteos del menor.

Quizás no era demasiado tiempo, pero el rubio notó la abrupta pérdida de peso de Ness. Su cintura estaba más pronunciada y sus antes gruesos y trabajados muslos habían desaparecido casi por completo.

Vaya que la universidad lo había demacrado.

—¿Por qué t-tanta prisa? Acabas de llegar y ya estás como un animal en celo. —cuestionó el pelimagenta mordiendo el dorso de su mano.

Kaiser suspiraba profundamente, sintiendo su propia erección crecer involuntariamente. Ver al chico al frente suyo jadear y lloriquear lo excitaba en demasía.

—Nada me garantiza que mañana podré volver a verte. Quizás desaparezcas sin rastro tal y como lo hiciste hace tres meses.

—Realmente dudo que eso pase. ¡Y-Ya, Micha!

Kaiser desabrochó los pantalones holgados de Ness, sacándolos por completo y dejándolo en ropa interior.

—Te llamé desesperado y lo único que hiciste fué ignorarme. Preferiste hablar con el maldito de Yoichi antes que conmigo. ¿Sabes cómo me sentí cuando te esfumaste?

Michael repartía besos y mordidas en el cuello de Alexis, mientras que con una de sus manos acariciaba la erección del contrario por encima de su bóxer.

—M-Michael, ¡Y-Ya! Es suficiente. —lagrimeaba lleno de placer.

Volvieron a unir sus labios en un beso, Alexis abrazó al rubio por la nuca; soltando un jadeo al sentir como este lo cargó y lo aventó a su cama. Rebotando un poco ante la acción.

Kaiser se quitó la camisa dejando a la vista su abdomen tonificado y su tatuaje completo. Ness sólo notaba que la diferencia entre sus cuerpos se había hecho más grande aún.

Alexis no tenía ningún físico dotado, todo lo que logró fué con su esfuerzo. Cuando era titular del Bastard München podía decir que lograba darle pelea a Kaiser o a Grimm en cuanto a fuerza; pero todo eso se había esfumado.

La mala dieta debido al estrés de la universidad lo estaba matando, y con ello se fué el físico de deportista por el que tanto se esforzó.

—Oye, Ness. Deja de pensar en otras cosas, estoy aquí contigo.

El rubio le dió un pequeño beso en la frente.

Alexis apartó la mirada.

—Si viniste sólo a metérmela entonces apúrate y vete. —sentenció.

Michael dejó salir un suspiro ante la reacción del menor. Parecía como si la personalidad de Ness cambiara en un instante.

Sí, había dicho que extrañaba a Michael, que lo amaba y estupideces parecidas; que haría todo por volver a verlo. Pero no pensó en lo difícil que sería encontrarse de nuevo.

Ver esos ojos azules sólo le traía los malos recuerdos del Bastard München que había decidido enterrar junto con su carrera profesional.

—No... Vine a llevarte conmigo de vuelta, por favor escúchame. —habló el tatuado desesperado, acunando el rostro del contrario en su mano.

—¿Qué? ¿Qué harás? ¿Llevarme contigo a ser tu puta ama de casa? Estoy expulsado permanentemente del club, no digas estupideces.

Ness apartó la mano del rubio de su cara.

—Vuelve conmigo a Berlín, puedes transferirte a la universidad de la ciudad, lejos de tu familia porque dices que no les agradas y- —el mayor fué interrumpido.

—No pienso depender de tí, Kaiser. Y jamás vuelvas a intentar persuadirme usando a mi familia. No trates de convencerme utilizando cosas que te dije en confianza.

Michael abrió los ojos intentando solucionar lo que acababa de decir, vacilando su mirada.

—Lo siento mucho y prometo que no volverá a suceder, pero te lo suplico. Vuelve a mi lado. —tomó su mano, besándola.

—Es gracioso que dices «vuelve a mi lado» en lugar de «vuelve conmigo» porque así son las cosas. Después de todo, no somos nada.

Kaiser se quedó frío ante el desdén con el que el chico debajo suyo hablaba. El Ness que pasaba siempre cuidando sus espaldas y halagándolo ya no existía.

—¿Crees que no somos nada? Todos esos años que compartimos... ¿No fueron nada para tí? —comenzó a besar el cuello de Alexis.

Ness intentaba ocultar los gemidos, fallando en contenerse.

—La única relación que tuvimos era de amo y perro, y créeme que me harté de ser tu jodido perro faldero. —habló entre dientes.

Kaiser dejó a Ness por completo al desnudo, deshaciéndose de la poca ropa que le quedaba al pelimagenta.

¡¿Qué estás-

—Si uno es el perro del otro; entonces yo sería tu perro. Parece que no entiendes cuán loco que estoy por tí.

Kaiser sacó rápidamente de su pantalón su billetera, sacando así mismo de esta un pequeño sobre de gel y un condón.

Abrió el sobre de gel y lo derramó en sus dedos, que metió de imprevisto en Ness.

El menor sentía escalofríos por la extraña sensación, una algo familiar. El gel helado poco a poco se volvía tibio dentro de sí, y los largos dedos del rubio tocaban un punto que lo hacía delirar de placer.

—¡A-Ah! E-Eso basta ¡Ah! Maldición, Michael.

El pecho de Alexis subía y bajaba erráticamente, su miembro palpitaba buscando atención.

Ness ahogó un gemido al sentir un bulto rozando su trasero.

Michael bajó sus pantalones, quedándose en ropa interior. Su pene hinchado se marcaba perfectamente a través de la fina tela, con un rastro de pre-semen que denotaba lo ansioso que estaba.

—Se ve aún más grande que la última vez, me das miedo. —una gota de sudor frío pasó por la frente de Ness.

Kaiser sólo rió por lo bajo. Comenzó a simular embestidas, haciendo que Alexis gima entrecortadamente por los roces.

—¿Lo sientes? Estoy completamente loco por tí.

A Ness le costaba mantener la compostura.

—Sólo mételo. —susurró.

Michael bufó, sacando su longitud y poniéndose el condón. Insertó la punta lentamente, ambos jadeando ante el placer que empezaba a inundarlos. Lo hizo hasta llegar a la mitad, donde Alexis pidió un descanso.

—Vas a matarme, siento que voy a morir. —el menor jadeaba en busca de aire.

Kaiser bajó su rostro hacia el pecho de Ness, besándolo ferozmente dejando a su paso mordidas y chupetones que tardarían varios días en desaparecer.

Te amo, Alexis. —susurró en su oído.

Alexis no respondió, se limitó a sólo apartar la mirada.

Abruptamente Ness soltó un grito de placer, dándole un golpecito en el hombro al rubio.

L-Lo metiste todo de un solo... ¡Ah- A-Ah!

Michael ya tenía suficiente, estaba siendo rechazado patéticamente, sus sentimientos aparentemente no eran correspondidos; Pero en su conciencia sabía que era mentira. Sabía que Ness aún lo amaba.

Odiaba eso, que la única forma en la que Ness era honesto era sacándole la verdad en la cama.

Alexis quería llorar, su boca lo maldecía de mil formas, pero su cuerpo perlado en sudor lleno de escalofríos placenteros decía otra cosa.

Seguía un ritmo acelerado, el sonido del choque de pieles era obsceno y hacía eco en el lugar. Ness sentía que el aire poco a poco le faltaba.

Recordaba la excelente condición física de Kaiser y cómo incluso le costó seguirle el paso cuando tenía resistencia atlética, pero con su nuevo estado deplorable de universitario promedio creía que moriría en ese instante.

No quedaba de otra, Ness tomó el rostro de Kaiser entre sus manos, acaparando toda su atención.

Michael, ve más lento. Por favor.

Los ojos azules del tatuado se iluminaron con un brillo que Ness jamás había visto. Como si él fuera el único chico en el mundo.

—No quise lastimarte, perdóname. Es solo que... Ha pasado un tiempo y no pude contenerme al verte. —besó la mano del contrario.

Michael bajó el ritmo, haciendo que Alexis por ende sintiera con más precisión cada empuje dentro de sí. La sensación era abrumadora, haciendo que ambos llegaran al clímax en unísono no mucho después.

Kaiser se dejó caer encima del menor, este quejándose intentando apartarlo.

—De verdad que vas a aplastarme, imbécil. —lo empujó.

Michael rió en una tierna carcajada, abrazando al contrario y dándole un beso en la frente.

—¿Quieres saber cómo te encont- —fué interrumpido.

—No me interesa cómo me encontraste, ya viniste por lo que querías. Vete de mi apartamento.

La sonrisa de Kaiser se cayó en un instante.

—¿Por qué hablas así? —su tono de voz era bajo.

Ness rechinó los dientes.

—Verte sólo me hace más daño. Justo cuando estaba comenzando a olvidar mi pasado vuelves a poner mi mundo de cabeza. —hundió su rostro entre sus manos.

—Vine porque quiero recuperarte, Noa nos apartó en el campo pero no podrá fuera de este. Vuelve a mi lado. ¿Si?

Michael quiso apartar las manos del menor para mirarlo a los ojos, ganándose una bofetada.

—No digas estupideces. Tú y yo no somos nada. Que nos hayamos acostado un par de veces no nos compromete a nada.

Kaiser se quedó helado, mirando fijamente a Ness. El menor sentía sus ojos llenarse de lágrimas al ver al chico que amaba tocar su mejilla roja debido al golpe.

—Realmente que... Me odias tanto. —Michael bajó la mirada.

—No creas que con un par de palabritas voy a olvidar todo el sufrimiento que pasé por tu culpa. Me arrebataste mi virginidad en el suelo de los vestidores por tu maldito egocentrismo. —reclamó casi gritando.

—Discúlpame, yo sólo quiero enmendar todo. Genuinamente quiero hacerte feliz, sé que fuí un idiota, pero déjame demostrarte que ahora soy mejor. —tomó las manos del menor.

Los ojos de Ness sólo demostraban desdén. Odiaba estar enamorado del rubio. Incluso después de todo lo que le había hecho sufrir.

—Me insultaste y me humillaste, me trataste peor que a un animal. Lograste que me odiara a mí mismo y eso jamás va a cambiar. Tu discurso jamás va a arreglar eso.

Las pupilas de Kaiser vacilaban, sentía que el mundo de le venía encima. En el corazón de Alexis no había más que rencor. Construido a base del extinto amor que tenía por el rubio.

—Escúchame, sé que sonará ridículo; pero Noa maquinó en tu contra. Todo por el pase a Isagi. Es una completa estupidez pero- —de nuevo, fué interrumpido.

—Ya lo sé, maldición. Sé que el único propósito de Noel es hacerte su heredero o una mierda así. La única razón por la que llegué tan lejos no fué por mis habilidades, sino por ser tu asistente.

—¿Lo sabías...? —el tatuado se quedó en silencio.

Tch, todo es culpa de tu maldito fichaje en La Real. —gruñó el menor entre dientes.

Kaiser lo miró lleno de confusión, Alexis no era capaz de mirarlo a los ojos, hasta que habló de nuevo;

—Noa me lo dijo en el momento que nos vió jugar juntos. Me dijo que teníamos buena química en el campo y me daría la titularidad permanente si hacía lo que él decía.

«Kaiser tiene una horrible personalidad pero es un excelente jugador, y necesita un mediocampista que le dé sus pases»

—¿Cómo es que yo fuí el único que no lo sabía? Es impresionante... —Michael apartó su flequillo de su rostro.

Kaiser se sintió estúpido. ¿Acaso todo el mundo lo sabía menos él? El rencor que sentía hacia su maestro por haber utilizado a Ness sólo aumentaba.

—Por tu culpa muchos mediocampistas abandonaron el club, como último recurso Noa me ofreció ese trato. Quizás es culpa mía por querer tener una carrera profesional a costillas de alguien más.

Las piezas del rompecabezas comenzaron a tomar forma en la mente de Kaiser. Sentía su sangre hervir; a Noa le importó más el desliz del pase de Ness hacia Yoichi que el incidente de los vestidores.

Tomó como tapadera el incidente y se aprovechó de la ley de no peleas, para expulsar a Ness por incumplir un jodido contrato que nisiquiera estaba firmado en papel. Por eso necesitaba otra excusa para expulsarlo.

Algo dentro de la cabeza de Michael hizo click. Su corazón estaba a punto de estallar.

—¿Me estás diciendo que decidiste seguirme sólo por el trato? ¿Todo fué falso? Todo... —dijo en un hilillo de voz.

—Si lo comprendiste entonces límpiate y vete de mi casa. —dijo el pelimagenta con desdén.

En ese preciso instante, el corazón del rubio se rompió en mil pedazos.

Chapter 4: resígnate, rosa azul

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De nuevo, era una vil mentira. Sólo pensarlo era una completa estupidez.

Ness se enamoró perdidamente de Kaiser desde el momento que lo vió, el trato quedaba de lado, le sería fiel con o sin este.

Pero amarlo le costó caro, perdió su autoestima y soportó miles de iniquidades. Acomodó y simplificó sus pases haciéndolos fáciles, sólo para él y su comodidad.

¿Y qué recibió a cambio? Maltratos e insultos.

Lo único en lo que Alexis podía pensar era;

«Si no te vas de mi vida, yo me iré de la tuya»

Sabía que no era indispensable para Kaiser, cualquier mediocampista tendría buena sinergia con él. Pero no cualquiera soportaría su rudo comportamiento, preferían irse aunque el rubio tuviera talento.

Si la única forma de olvidar a Kaiser por completo, borrar los amargos y buenos recuerdos que construyeron juntos, era romperle el corazón para que este no lo volviera a buscar;

Lo haría.

Después de todo, Kaiser se lo rompió innumerables veces antes. Una sola vez que Alexis lo hiciera no haría daño.

Sé que estás mintiendo, Alexis. Sé que me amas y créeme que yo también.

Alexis levantó la mirada.

—Lo que sea que haya pasado entre nosotros se acabó el día de mi expulsión. Enterré mi carrera de futbolista y cualquier sentimiento inútil que haya sentido por tí. Juro que jamás volveré al fútbol.

Kaiser tomó ambas manos del chico, poniéndolas en su pecho.

—Y yo juro que jamás me perdonaré que por mi culpa tu carrera haya terminado. Sonará ridículo, pero mi corazón sólo late por , me haces sentir vivo como nunca antes, Ness.

Alexis quitó sus manos.

—Sí, te sientes vivo cuando me mataste un millón de veces con tus acciones. Si lo que quieres es que te perdone lo haré, pero vete de aquí y no me busques más.

Las palabras de Ness eran puntuales, filosas y su oratoria no flaqueaba. Su respiración era irregular pero lograba suprimir sus sentimientos.

Kaiser jadeaba en desesperación al ver que el contrario no estaba dispuesto a aceptar sus sentimientos. Buscó su ropa interior y su pantalón, vistiéndose.

Se bajó de la cama, arrodillándose ante el menor con la cabeza baja.

—No me hagas irme, sólo quiero estar a tu lado. Te lo imploro, Alexis.

Ness sólo apartaba la mirada, incapaz de procesar el hecho de que la persona más orgullosa del mundo estaba de rodillas al frente suyo.

Todo pensamiento se esfumó de su cabeza al escuchar sollozos provenientes del tatuado.

Nada le aseguraba que Kaiser cambiara su actitud realmente, y tampoco estaba dispuesto a descubrirlo. Ya había sufrido lo suficiente.

La única forma en la que Michael fué capaz de reconocer sus sentimientos fué haciéndole daño; pasó tanto tiempo y sólo se le ocurrió confesarse cuando Alexis juntó el coraje necesario para salir de ese círculo vicioso.

Lo dudó por una milésima de segundo; pero un suave «No» salió de los labios de Ness.

El mundo entero de Kaiser se acabó en ese instante.

Los segundos pasaron, y Alexis juró que jamás olvidaría la última mirada que Michael le propinó antes de irse.

En esos ojos azules llenos de lágrimas sólo había arrepentimiento puro. Brillando como las estrellas a la decadente iluminación de la recámara. Parecía como si su mirada hablara y le rogara que se quedara; pero se oscurecían con cada minuto que pasaba. Su esperanza se desvanecía.

Quizás en otro universo, profundamente en los más grandes anhelos de Kaiser, Alexis le dijo que se quedara; que conversaran y arreglaran la situación. Resignándose a soñar con ese final feliz todas las noches restantes de su vida.

Porque ese no sería el caso esta noche.

Volveré algún día por tí, Alexis.

El azote de la puerta sacó a Ness de su ensoñación. Miró a su alrededor, parecía como si nada hubiera pasado; y que lo recién sucedido fué solo una pesadilla.

Escondió su rostro entre sus manos, sintiendo las lágrimas correr a través de estas.

—Le dije que no lo amaba, le mentí... —murmuraba para sí mismo.

Se desplomó en su cama en ese instante. Sucumbiendo ante el cansancio, deseando no volver a despertarse.

Su nueva rutina era cansada, aburrida y poco emocionante. Extrañaba la adrenalina de las prácticas en Bastard.

Era malo haciendo amigos, pero afortunadamente logró congeniar con más de una persona en sus clases.

Lograba decir que tenía una vida universitaria común y corriente. Se desvelaba leyendo para sus exámenes y bebía energizantes para seguir el ritmo de sus sesiones de estudio.

Todo volvió a la normalidad desde esa noche. Donde maldijo al tatuado que consideraba su peor decepción amorosa cuando nisiquiera lograron ser amigos genuinos.

Se jodía en el día que decidió entrar al club, quizás su destino siempre fué ser un triste científico resignado a vivir una vida monótona pintada en tonos grises.

Los lejanos recuerdos que atesoraba del Bastard München le empezaban a aborrecer, comenzaba a odiar cualquier cosa que le recordara esa triste mirada azul.

Se odiaba por haberle mentido esa noche, por decirle que no lo amaba; pero se odiaría aún más a sí mismo si aceptaba y todo resultaba ser una mentira.

No quería volver a ser maltratado.

Desde niño encontró la magia en su amado deporte, luego la sintió como mariposas en su estómago al conocerlo a él.

Dudaba, muy a menudo.

Quizás debió concederle el perdón esa noche, tal vez en ese momento estarían felices juntos.

Pero no podía amar en ese estado, se sentía inestable y vulnerable.

Maldeciría el día de su suerte hasta el día de su muerte.

Los días eran oscuros y las noches lúcidas, bebiendo en ocasiones queriendo volver a sus memorias en su borrachera; y deseando escapar de sus recuerdos en su sobriedad.

Meses pasaron en un abrir y cerrar de ojos, tachando un día nuevo en su calendario al despertarse.

Faltaban pocas semanas para los días festivos de Navidad, en el pasado le traía alegría, pero ahora sólo estaba cargado de melancolía y nostalgia.

Encendió la TV con las noticias, escuchando el pronóstico del clima, caería nieve pronto. Quizás eso le suba el ánimo.

Revisó su buzón como de costumbre, algunas facturas y cosas poco interesantes. Pero una carta algo peculiar llamó la atención de Ness. La presente estaba firmada y sellada en una bella caligrafía cursiva.

Atte; Marc Snuffy.

Alexis dejó caer la carta al suelo quedando paralizado.

 

...

 

El frío azotó en la cara de Kaiser al salir del apartamento de Ness aquella noche. La impotencia de no poder hacer nada hacía que las lágrimas en sus ojos no paren, sino aumentar.

Sus ojos brillaban a la luz de los faroles de las calles, su visión volviéndose borrosa por sus lágrimas y sorbiendo su nariz.

Su aliento era visible al exhalar, sus manos comenzaban a doler y tornarse pálidas debido al frío.

Miró a través de la ventana del tren que lo llevaría de vuelta a Berlín; murmurando entre dientes maldiciones por no conseguir el perdón del chico que ama.

Su enojo predominaba hacia Noel Noa, por utilizar a Alexis de una forma tan estúpida, pero ese sentimiento fué desvaneciéndose al meditar sobre todas las ocasiones que trató a Ness como un perro.

Todas las veces que lo hizo llorar. La culpa era suya y de nadie más.

Y quién lo diría, los papeles se han intercambiado. Ahora Kaiser lloraba desconsolado por haber perdido a la única persona que lo amó en este mundo.

Alexis le había devuelto la alegría en sus días oscuros, quizás si hubiera tenido una infancia normal hubiera sabido manejar sus emociones y aceptar desde el inicio que amaba a Ness; nada de esto habría sucedido.

Desvió su mirada de la ventana por un momento, viendo cómo en algunas filas de asientos más adelante había una bonita pareja; ambos hombres, abrazados tiernamente para darse calor el uno al otro.

Los ojos de Kaiser estaban rojos y un poco hinchados de tanto llorar, sus cejas ligeramente arqueadas hacia abajo en resignación y sus ojos apagados sumido en pura tristeza.

Pensaba en la mínima posibilidad de que hubieran sido ellos dos en esa situación; Exhalando al darse cuenta que no era más que una fantasía.

Abrazados, tomados de la mano mientras se decían palabras cursis de amor.

Pero no, lo había arruinado todo por completo por mano propia. En ese instante dejó de culpar a terceros por sus acciones y se mortificó a sí mismo por ser el responsable de que Alexis ya no sonriera más.

El tren llegó a su destino, se bajó de este y se resignó a su nueva realidad sin Ness a su lado.

Los primeros días fueron los más difíciles, en los meses pasados la pequeña esperanza de recuperar a Alexis persistía, pero esa flama se había apagado casi por completo.

Se juró a sí mismo mejorar su personalidad y trabajar esos aspectos que tenía tanto miedo de cambiar.

Sería mejor para Alexis.

Quizás abandone Bastard München y empiece una nueva carrera con su oferta en La Real, no le importaría ni cómo Noa podría llegar a reaccionar.

Después de todo, ya no tenía una razón para seguir siendo la estrella de Bastard München.

El tiempo jamás perdona; los días pasaban y el reloj simplemente no se detenía. Sus característicos mechones azules poco a poco se desteñían y su corte de cabello perdía la forma.

Recordaba con melancolía las tardes completas que Alexis dedicaba a cuidar de su cabello, teñirlo y darle forma.

Era de madrugada, miraba el reloj en su mesa de noche; distinguió las tres de la mañana, los minutos eran irrelevantes. Se levantó hacia el lavabo mirándose fijamente al espejo.

Se miró, completamente irreconocible.

Marcadas ojeras bajo sus ojos, su cabello lleno de negligencia y sus labios resecos.

«Así que este es el efecto de tu ausencia en mi vida...»

Ya no se veía a sí mismo como la estrella que todo el mundo le decía que era.

Desvió ligeramente su visión hacia un lado, donde en una mesita yacían unas tijeras. No recordaba por qué razón estaban ahí.

Se lo atribuyó a la bendita suerte.

No lo pensó, fué pura inercia. En dos cortes certeros sus característicos mechones azules estaban en el suelo.

Siguió cortando las capas crecidas de su cabello, dejándose un improvisado y extraño mullet. Se desprendió de lo único que Alexis le había dejado.

Volvió a verse en el espejo, su cabello corto y rubio natural lo dejaron irreconocible.

Exhaló en una incoherente mezcla de arrepentimiento y alivio.

En los días siguientes tuvo que soportar cuestionamientos inútiles por parte de sus compañeros. Maldita sea, ¿tan importante es un corte de cabello?

Sus entrenamientos eran más intensivos, crecía tanto física como mentalmente. Todos quienes lo conocían se preocupaban al notar cómo Michael comenzaba a saludar en las mañanas en una inquietante sonrisa que en el fondo parecía genuina.

No era propio de él, pero tampoco se quejarían.

Era amistoso con casi todos sus compañeros, a excepción de su maestro; Noa. Parecía como si una mínima parte del resentimiento aún estuviera ahí. Aunque Michael lo negara, ese sentimiento jamás se iría.

Noa se limitaba a observarlo, sin intervenir en lo absoluto. Sabía que Kaiser buscó a Alexis y que este falló miserablemente, lo notó desde el primer día.

Su plan había sido exitoso, desde que Ness dejó el club; Kaiser estaba dando excelentes resultados en todos los ámbitos. Su determinación no flaqueaba y este no hacía más que evolucionar.

Tomó la decisión correcta.

Kaiser se miraba más enfocado que nunca, su rendimiento aumetaba cada temporada y con ello los fichajes llegaban. La Real seguía insistiendo, querían a Michael en su equipo. Hasta que por fin el día llegó.

Aceptaría irse a España; despidiéndose del Bastard.

Noel se sumió en un profundo silencio ante la noticia, claramente no lo permitiría. Kaiser era el proyecto en el que estaba trabajando y no iba a abandonarlo por nada en el mundo.

El silencio en la oficina de Noa era inquebrantable, parecía como si sólo sus latidos acelerados hicieran eco en el lugar.

—Espera una temporada. Eso es lo único que te pido. Si no te convences de seguir en Bastard después de eso no te detendré.

Noa estaba intranquilo, su mejor jugador estaba a punto de irse. Necesitaba darle un motivo para quedarse.

—Bien... Pero cuando haga mis maletas no me pongas excusas. —determinó el rubio.

Noel dió un larguísimo suspiro.

—Como quieras, Michael. Sabes que no te dejaré irte tan fácilmente.

Kaiser no respondió.

Salió del lugar sin dirigirle la mirada a su maestro. Irónicamente saludó a Grim de buena gana, quien sólo iba pasando por el lugar.

Debía prepararse para el próximo partido que tendría lugar en un mes. Miraba videos de sus oponentes, realmente lo odiaba.

El equipo alemán jugaría un amistoso contra Ubers en Berlín.

Miraba la grabación, al maldito devorador de Ases, una defensa impenetrable, era impecable. En el video del partido notó otra cara muy familiar; un ¿integrante de Blue Lock...?

Leyó los comentarios del video;

 

"El Rey Barou abandonó Blue Lock decidiendo quedarse en Ubers, que emoción"

"Es refrescante ver su estilo de juego tan egoísta"

 

Kaiser se quedó desconcertado.

Otro aburrido oponente que analizar, no importaba su procedencia; iba a aplastarlos como acostumbraba.

Sí... Quizás debió fijarse en los jugadores sentados en la banca.

 

...

 

En un parpadeo estaba entrando al estadio; escuchaba los hinchas gritando y se maldecía por no haber dormido bien la noche anterior.

Noa le dió una palmada en la espalda.

No dejes que lo que veas ahí dentro te desconcentre; Michael. Gana este partido a como dé lugar. —sentenció con una voz más profunda de lo normal.

Kaiser rodó los ojos asintiendo. No era un novato, tenía experiencia.

No iba a asombrarse con cualquier cosa.

No había pasado ni cinco minutos cuando se retractó por completo de esas palabras.

Ambos equipos formaron filas paralelas, todos sus jugadores viéndose cara a cara, y ahí estaba él.

Su corazón ardió al ver a Alexis despreocupado, ignorando su presencia completamente. Verlo con esa camisa blanco y negro a rayas le dió un sentimiento indescriptible.

«El juró que no volvería al fútbol... Quizás me mintió para que no lo volviera a buscar...»

No... No se haría conclusiones estúpidas en su cabeza. Al menos no ahora, debía concentrarse.

—Asegúrate de darme unos buenos pases, Ness. —dijo Barou, autoritario como de costumbre. No era una sugerencia, era casi una orden.

Sus ojos azules se abrieron de par en par llenos de furia al escucharlo hablarle de esa forma tan despectiva.

¿Desde cuándo son tan amigos esos dos?

Hizo un recuento del tiempo transcurrido; había pasado casi un año desde que buscó a Alexis en su apartamento.

Sí, seguro ahora era un completo extraño para Ness.

—Sin problema. —respondió el contrario casi sin prestarle atención al japonés.

Alexis se veía diferente. Su semblante cambió por completo. Su sonrisa fué reemplazada por una cara seria indestructible. Una póker face absoluta.

Su antes delgado cuerpo debido a la universidad había desaparecido, mejorando su físico aún más que cuando jugaba en Bastard München.

Kaiser no podía descifrar qué rondaba por la cabeza de Alexis. Su corazón se detuvo por un milisegundo al ver cómo sus ojos se encontraban de nuevo.

Esos ojos magenta que extrañaba tanto...

Pero esos ojos se habían transformado en una mirada filosa, una que desconocía por completo.

Ese no era su Ness.

Ambos equipos comenzaron a ingresar al estadio, quedándose ciego por un instante ante las luces del lugar.

El corazón le latía a mil por hora. Odiaba el extraño reencuentro.

Las palabras de Noa aparecieron en su cabeza;

«No dejes que lo que veas ahí dentro te desconcentre...»

El imbécil de Noel sabía que Ness jugaría para Ubers, sabía que aún lo amaba... Y que no podía dejarse llevar por sus sentimientos en ese partido y perder.

Odiaba la situación.

Alexis parecía importarle una mierda su presencia, hablaba despreocupado con Barou y Lorenzo; quien recargaba su brazo en el hombro de Ness.

Una vena brotó en la mano tatuada de Kaiser.

Iba a matarlo.

Estaba tan hundido en rabia que nisiquiera escuchaba a sus fans gritar su nombre en las bancas. Nada de eso le importaba.

Un silbato sonó, dándole inicio al encuentro.

El campo ardía, ambos equipos buscaban desesperadamente la pelota.

Grim se hizo con el control de la pelota, dándole un pase preciso a Kaiser quien atacaría con un impacto.

Aprovechó la situación de que en el ángulo perfecto para su impacto no se encontraba Lorenzo; el que consideraba más odioso de esquivar. Ya que este había tratado de marcarle a Grim y se quedó atrás.

Los hinchas gritaban eufóricos al querer presenciar la potencia de un impacto Kaiser en vivo; pero todos se quedaron en un profundo silencio.

Michael acababa de patear la pelota, en cuanto Alexis llegó desde la derecha pocos metros adelante. Con un salto robó la pelota en un milisegundo impactando en su pecho. Bastó un parpadeo para que robara la pelota.

El estadio comenzaba a murmurar; Los fanáticos del equipo alemán gritaban en enojo al ver al equipo contrario interferir con el impacto. Mientras que los hinchas de Ubers gritaban eufóricos coreando el nombre de Alexis Ness por su hazaña.

Kaiser giró su cabeza hacia un lado, con su mirada desconcertada. Miró a Ness, quien analizaba a quién pasarle la pelota. Su determinación más flameante que nunca.

Pero lo notó, el impacto había hecho que se quedara sin aire. Su respiración se había tornado irregular, tanto que jadeaba en busca de oxígeno.

Pero en sus ojos magentas ardía el mismísimo infierno, encontrándose ambas miradas por una segunda vez. Kaiser se quedó congelado dándose cuenta de la realidad.

Alexis había detenido el impacto Kaiser.

Ness dió un pase largo a Barou deshaciéndose de la pelota, quedándose de frente a frente con Michael. Alexis tosía descontroladamente; entre insultos murmurados miró por tercera vez al rubio con una sonrisa inquietante.

—Vaya forma de recibirme, Michael.

Notes:

Gracias por leer! 🍒