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My love.

Summary:

—P-picero.

—Cállate.

Notes:

Perdón por cualquier error, esta es la segunda vez que escribo un fic. espero haberlo hecho bien, lo siento estoy muy nerviosa..

(See the end of the work for more notes.)

Work Text:

—P-picero.

—Cállate.

Dolía, ardía tanto, pero al mismo tiempo no podía evitar sentirse tan bien al ser usado. Era asqueroso el sonido de sus fluidos ya mezclados cubriendo su miembro mientras embestía su pequeño agujero una y otra vez, sin darle ni un segundo de respiro.

—Ah… —No pudo contener un grito ahogado al sentir a Agares rozar su próstata con la punta de su pene. Comenzó con un ritmo frenético a pesar de que acababa de correrse dentro de él, usando parte de sus fluidos para entrar y salir con más facilidad. Su semen empezó a desbordarse entre las embestidas, escurriéndose por sus muslos, creando una imagen tan obscena merecedora del segundo círculo del infierno. Eso era exactamente lo que Agares quería.

De ir a un ritmo frenético, redujo las embestidas, haciéndolas más profundas pero a la vez más lentas, torturando así a su pequeña mascota que rogaba por un poco de piedad. Gaap sintió cómo retiraba su miembro después de un lento vaivén, soltando un pequeño chapoteo. Solo pudo aguantar las ganas de llorar al apretar alrededor de la nada.

Agares alzó su culo para poder mirarlo con más claridad.

Gaap sintió la fuerte mirada del pelirrojo, como si estuviera analizando su cuerpo con puro deseo en los ojos, planeando su próximo movimiento para que esto durara lo máximo posible.

Tenía una mano jugando con sus pezones y la otra sosteniendo su cintura. La que estaba clavada en su cintura comenzó a moverse hacia su vientre, dándole un pequeño masaje y apretando de vez en cuando, esperando obtener algo. Y lo encontró.

—Ahí.

—A-aah… —Mientras más apretaba, sentía cómo el semen grueso de su interior comenzaba a desbordarse por la insistencia de Agares en su vientre. Gaap sabía cuánto le encantaba a Agares verlo así: jodido y sucio, asquerosamente sucio.

—Te ves jodidamente bien, escurriendo de mi semen.

Debería dejarlo así por siempre: satisfecho, lleno de todo lo que sabía que le pertenecía solo a él. Aunque este se negara, Agares sabía que era lo mejor para él. Siempre lo sabía.

—Picero, por favor…

Sin ningún aviso, Agares metió dos dedos en su culo, haciéndolo callar por la repentina intrusión. Pudo ser peor, pero los fluidos que aún quedaban dentro de él ayudaron a la fuerte presión de sus dedos.

—¿Dime, esto es lo que quieres? —dijo mientras movía aleatoriamente sus dos dedos dentro del culo de Goemon, abriéndolos, cerrándolos, empujándolos hasta el fondo y rozando su punto.

—No puedes soportar estar vacío de mí, ¿verdad? Mi putita… —Agares lo provocaba con sus palabras, sabiendo dónde hacerlo retorcerse de placer. Mientras tanto, Gaap intentaba (fallidamente) ocultar sus gemidos, clavando su rostro contra la almohada que Agares había hecho específicamente para él.

Era rudo con sus dedos: los encajaba con la misma dureza con la que gritaba, y los movía con una rapidez casi sobrenatural. Parecía como si quisiera sacarle un orgasmo a la fuerza utilizando solo ellos. Tal vez eso era lo que en verdad quería.

Pero de repente, tal como los metió, volvió a sacarlos, soltando un hilo fino de fluidos escurriendo de sus dedos. Parecía que todavía estaba muy húmedo, a pesar de que ya habían pasado horas desde que habían empezado.

Y Por más que Gaap se quejara, sabía que amaba que jugara con su culo, y eso solo lo delataba.

Llevándose ambos dedos a la boca, pudo reconocer el sabor de su querida mascota, que era infernalmente dulce. Agares no era el mayor fan de los postres, pero definitivamente este era su favorito. Nunca se cansaba de su sabor; podría vivir solo de él. Sacando sus dedos, dándoles una última lamida antes de volver a dejar su mano sobre su nalga otra vez, dejando a su cachorro apretando alrededor de sus propias paredes (para desgracia de él).

—B-basta, por favor…

—Mmh, ambos sabemos que no quieres eso… Debería comerte para que veas lo que realmente necesitas —terminó con un tono seco pero a la vez burlón, como si no le importara el montón de nervios que tenía enfrente. De manera lenta, subió su cuerpo sobre él para bajar su cabeza en el centro de su columna, dejando suaves besos por toda su espalda, encaminándose lentamente hacia su culo, que mantenía con suavidad entre su mano.
Siguió bajando hasta llegar a el, deteniéndose para dejarle besos y chupones, conteniendo sus ganas de comérselo para hacer aún más larga esta tortura.

—Todo mío.

“Todo tuyo”, pensó Gaap internamente. Así siempre había sido; Agares tomando todo lo que quería, todo lo que sentía que le pertenecía. Claro, jamás objetó nada; es más, hasta cierto punto, él le dio todo de sí, aunque no se hubiera dado cuenta. Tal vez porque ese era su destino: estar a su lado. Destino o no, Gaap sabía que así eran las cosas, siempre lo habían sido y siempre lo serían.

Bajó su otra mano, que había estado jugando con los pezones de su mascota, quedando ambas en la misma posición. Una la mantuvo quieta mientras la otra amasaba con dureza su culo y daba pequeños pellizcos. Mientras jugueteaba con una, a la otra la mimaba con besos y mordidas lo suficientemente duras para sacarle gemidos a su amante, pero lo suficientemente suaves para no sangrar. Después siguió con algunas lamidas hasta que se detuvo, y Gaap pudo jurar que lo sintió alejarse.
Hasta que volvió a sentir su respiración en la puerta de su entrada. No, no, no.

—Picero, no, por favor… Y-yo no… A-ah… —Justo en ese momento sintió su lengua forzar su entrada, como si estuviera lista para entrar.

Sus jadeos se convirtieron en sollozos en ese instante, y la reacción inmediata de su cuerpo fue intentar alejarse de ese extraño sentimiento. —Picero, por favor, no… —suplicaba entre su llanto, rogándole que no hiciera esto aún más tortuoso. Mientras tanto, Agares, aferrando sus manos en sus caderas, lo acercó y le dio otro lengüetazo.

—No, no… Y-yo no… —Luchaba débilmente, retorciéndose de un lado a otro, intentando liberarse de alguna manera, todavía temblando, hecho todo un desastre atrás de su melena plateada. Claro que Agares no podía ver su rostro, sin embargo, podía observar algunas lágrimas escurriéndose por su cuello y un pequeño hilo de saliva bajando por debajo de su lindo cabello.

Agares se enderezó de su posición, con una expresión de molestia en su cara, como alguien que acaba de ser interrumpido de una siesta. En un solo movimiento, tomó las dos manos de Gaap que estaban aferradas al futón, las colocó por encima de su cabeza y entrelazó sus muñecas con el tatami del piso usando “mi área”, haciendo imposible el movimiento de sus brazos. Y aunque en ese momento Gaap no se dio cuenta, hizo lo mismo con los tendones de sus piernas, dejándolo completamente rígido e inmóvil.

—Eres tan molesto, solo estás ahí retorciéndote y llorando como un crío. Una muñeca hubiera sido mucho más obediente que tú. Por desgracia, eras lo único que estaba al alcance. Ahora, compórtate —dijo, volviendo a incorporarse en su antigua posición, empezando de nuevo su trabajo: lamiendo en círculos alrededor de su entrada con algunas provocaciones en su centro para al final meter la punta de su lengua.

—A-AH… —Agares solo escuchó un grito siendo callado por un hipo tembloroso.

—Goemon —deteniéndose abruptamente, habló demandante para captar rápidamente su atención—. Goemon, dime, ¿de qué color es la sábana?

—V-verde, sigue s-siendo verde —respondió, intentando sonar lo más estable posible, aún con el pulso acelerado después de horas.

—Bien… —Y así volvió a su tarea. Gaap solo sintió cómo su lengua forzaba la entrada de su ano para comenzar a abusar de él con toda su boca. Lloraba con sollozos entrecortados; no podía hacer nada. Muy dentro de él, sabía que tampoco quería hacer algo al respecto. Era inquietante la felicidad que le traía pensar en ser solo la putita adorada de Agares. Dentro de él, eso es lo que quería: ser suyo solo para joder y para ser humillado. Eso es lo que realmente deseaba.

—Picero, ah-a… Voy a… — balbuceó con la voz cortada por haber estado gritando hace horas, a punto de correrse, aunque pensó que ya no sería posible por todas las veces anteriores.

—Shh, lo sé. No intentes contenerlo; me gusta cómo tiemblas cuando te corres —soltó, captando inmediatamente lo que quería decir su mascotita. Agares aumentó el ritmo de su jugueteo: chupando y haciendo círculos con la lengua aún más profundos. Atrajo con aún más fuerza a Gaap, tomándolo por sus caderas, casi empuñándolo con sus uñas largas.

Gaap luchaba por no perder la conciencia, ladeando la cabeza, desorientado por toda la sobreestimulación que estaba pasando. No iba a durar mucho más. Sintió el calor subir por todo su vientre; todo su cuerpo se contrajo. Su pene, que no había sido tocado en ningún momento, se tensó.

Al fin el momento llegó: sintió cómo todo se desvanecía a su alrededor, soltó un pequeño quejido de incomodidad al sentir la nueva humedad entre sus piernas.

Agares terminó retirándose con cuidado, asegurándose de tocar otra área sensible, y terminó por dispersar “mi área”, dejando libre a Gaap.

Se dejó caer a un lado de él y lo acercó con cuidado, Estiró su mano buscando la manta que habían dejado olvidada desde hacía horas, tomandola con cuidado, para ponerla encima de los dos, atrajo a gaap con más fuerza y lo enrolló entre sus brazos. Escondió su cara entre su cuello y empezó a dejarle pequeños besos, mientras este aún temblaba.

—Perdóname, Goemon. Fui demasiado hostil esta vez —se disculpó con una falsa calma, ya que Gaap podía notar la angustia dentro de su tono y el pequeño temblor de sus manos mientras tocaba gentilmente su cuerpo. Esos pequeños detalles hacían que se enamorara una y otra vez de él. Amaba a su esposo, aunque la mayoría asumía que era un gruñón con muy poca paciencia y un horrible carácter.

Y en parte lo era.

Pero había estos momentos donde dejaba ver la otra cara de la moneda: esa parte dulce y cariñosa que solo sacaba con él. Aunque Agares nunca lo aceptaría, ambos sabían que era el más pegajoso de los dos.

—Está bien, anata. Fue la mejor noche de mi vida —alcanzó a decir con su voz aún temblorosa, manteniendo su tono dulce de toda la vida, pegándose aún más al cuerpo de su marido, apoyando su rostro cubierto entre sus largos cabellos anaranjados.

Sintió a Agares tomar su mano, entrelazando sus dedos con los de él, haciendo rozar sus anillos.

—Te amo.

—Yo te amo más.

Notes:

El fanfic pasó por dos editores; yo y mi mejor amiga que cambió y puso algunas palabras. Es una OBSESIVA con la ortografía, DE VERDAD. Se enojó porque me olvidé de un punto y lo corrigió todo. Ojalá se me mejore de la cabeza… Además, no quería que la añadiera como co-creadora (porque le da mucha pena), pero aun así, un aplauso para ella!

Espero que se notara el detalle de la almohada. Me encanta la idea de que Agares piense en ambos a la hora de construir su hogar. También imaginé que él diseñaría su habitación haciéndola más cómoda para Gaap (porque es así de romántico). Vivirían en una casa tradicional y dormirían en un futón y etc etc.

"Vivía el amor!!! la cabra y el cerdito muy felices podrán vivir~"