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Sombra del pasado

Summary:

Draco Malfoy muere en el baño de Mirtle la Llorona, el Septumsempra de Harry no puede ser revertido, y Severus triste y traicionado por Dumbledore, desaparece junto al cuerpo del platinado.
Nueve años después de la muerte de Draco, un extraño regresa, comienzan los asesinatos de los miembros más cercanos del Ejército de Dumbledore, los héroes de guerra, siendo atacados por una criatura mágica.
El pasado de Harry regresa y con este, las verdades de lo que pudo haber sido un futuro mejor.

Chapter 1: Dorado Gryffindor

Chapter Text

El duelo inició por una tontería, Draco tenía la marca y Harry supo que seguiría los pasos de Lucius.

Levantó la varita para desarmarlo, pero el Slytherin con voz temblorosa gritó la imperdonable.

Cada hechizo más fuerte que el otro, más irracional y con mayor emoción, la pelea parecía perdida, Malfoy esquivaba con la misma rapidez que hacía el contraataque.

Escondido detrás de una columna, Harry trató de que el Slytherin hablara para ubicar donde se encontraba y vencerlo.

—¡Deja de ser cobarde! ¡Igual de miserable que el Mortífago de tu padre!

No obtuvo respuesta, Harry lanzó al aire un Reducto, escuchó un leve gemido, que le fue difícil identificar el lugar donde salió.

—Malfoy, ¿Qué tanto miedo tienes de que un mestizo te gané en un duelo? —soltó una carcajada fingida, si no pudo de la primera manera, sin duda al tocar el orgullo sangre pura, podría—. La familia perfecta, ¡tu padre se lo da al mestizo de Voldemort y tu a Snape!

Silencio, de pronto unos pasos chapoteaban en el agua de la zona de lavamanos, una figura y gritó el hechizo para enemigos de El Príncipe Mestizo «Sectumsempra».

Un grito y el sonido de alguien cayendo. Harry esperó unos segundos y salió con la varita en alto, los alaridos de Mirarle de oyeron por el pasillo “¡Asesinato! ¡Asesinato en el baño!”.

En suelo yacía Draco Malfoy con cortes en su cara, cuello y pecho, la sangre brotaba manchando su blanca piel y lo que fue el chaleco del uniforme, los ojos grises miraban un punto en el techo mientras tosía sangre con cada inspiración.

—¿Esto es lo que querías, Potter? 

La voz de Snape lo hizo apartar la mirada del Slytherin, mientras escuchaba al adusto profesor de pociones entonar un canto para la sanación.

Sus ojos volvieron a Malfoy, el chico echó para atrás la cabeza como si buscará aire, un borbotón de sangre salió de su boca. Harry vio la mano de Draco apretar la túnica de Snape.

—Perdon…ame, debí hacerte caso, Sev —el profesor tomó la mano del platinado y soltando la varita acarició el cabello del chico—. Toujours pur.

—Sanctimonia Vincet Semper.

Respondió Snape viendo cómo la vida de Draco se desvanecía.

Con el último suspiro de Malfoy, el maestro dirigió su mirada a Potter, alzó su varita indicando el duelo, los pasos apresurados de Minerva McGonagall, Albus Dumbledore juntos los murmullos de los alumnos que se arremolinaba en la entrada del baño, detuvieron el enfrentamiento.

—¡Detente Severus!¡Es un estudiante!

El profesor sin bajar la varita analizó la expresión de las dos figuras que acababan de entrar, la arista mujer corrió hacia donde Potter protegiéndolo, mientras Dumbledore dedicaba una ligera mirada al cuerpo en el suelo del baño.

—Una vez más me fallaste, Albus. Confíe en ti y me prometiste que lo salvarías.

—Severus, por favor…

—¡No! Al igual que con Lily pudiste evitar esto, pero decidiste que robarles su tiempo, su relación y que Draco fuese el sacrificio, era más fácil.

Dumbledore comprendió que confió demasiado en la actitud pasiva de Harry, que mejorará en pociones para acercarse a Slughorn fue la intención de darle el libro de Severus, pero nunca pensó que utilizara los hechizos ahí escritos.

Jamás deseó que el final del joven Malfoy fuese la muerte, y menos a manos de quién en unos meses se convirtió en su soporte y consuelo.

—Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore, la deuda de vida que me impusiste con James Fleamont Potter la cobró su descendiente al tomar la vida de quién consideré mi única familia, mi ahijado Draco Lucius Malfoy, ¡Vida por vida! 

Dumbledore quiso detener a Snape cuando lo vio apuntar la varita a su mano, pero el mestizo ya pronunciaba las palabras sosteniendo su mirada.

—Draco nunca ejecutará la misión encomendada por el señor Tenebroso, por eso, yo tampoco me veo en la obligación de cumplir lo prometido…Fidelis Canto Absolvo.

Tres cuerdas doradas aparecieron en las muñecas Dumbledore y Snape, brillaron con intensidad para finalmente disolverse en pequeñas chispas plateadas.

—Mi lealtad contigo y la Orden, mis años de cuidador de Potter y de soportar burlas, acaban.

Con un fluido movimiento de la túnica, Severus levantó el cuerpo de Malfoy, no sin antes mirar a Harry rodeado de Mi era, Granger y los Weasley, una mueca de burla en su rostro al ver las manos unidas de Ginevra y el Elegido.

—Felicidades señor Potter, lo que NUNCA pudo hacer el hijo del Mortífago, lo hizo usted a la perfección, un ASESINATO. ¡100 puntos para Gryffindor!

Y sin más, desapareció del castillo.

Horas más tarde, nada de lo que perteneciera al Príncipe de Slytherin en las mazmorras, o que estuviese en los aposentos de Severus Snape, se halló en Hogwarts, simplemente era como si jamás hubiesen estado ahí.

 

 

Ocho años después.

Harry Potter, observó la invitación en sus manos un aniversario más de la muerte de Voldemort y una nueva reunión para escuchar las alabanzas de quienes ya ni siquiera saben porque peleaban, una nueva generación de políticos, que se educaron lejos, protegidos por sus familiares del caos que se vivía en Inglaterra.

Sin embargo, esta fecha equivalía que en cuatro días se cumpliría un año más de la muerte de Draco, su noveno aniversario, junto a la posterior humillación de los Malfoy y muerte a manos de Bellatrix y Voldemort, el 5 de junio, una burla cruel porque ese día Draco cumplía la mayoría de edad. Recordó cómo les dijo que estarían a su lado para la celebración, alzó la varita y el Avada Kedavra impactó en Lucius y Narcissa, la risa escandalosa de la Black y el silencio entre los demás mortifagos que fueron testigos de lo que sucedía cuando no se cumplía con las exigencias del señor Tenebroso. 

Esto resultó ser contraproducente a los deseos del Lord Oscuro, pronto muchos de los seguidores de sangre pura se retiraron por la posibilidad de ser los próximos.

La muerte de los Malfoy representó un cambió radical en su manera de ver la vida, aún, después de tantos años, seguía recordando las palabras de Snape en las pesadillas sonaban como un eco, ya no siquiera era Voldemort quien le atormentaba. No obstante, las peores eran aquellas en las que sostenía a Malfoy ensangrentado pidiéndole perdón, diciendo que por favor no lo abandonara. El problema radicaba en la respuesta de Draco: «Harry, tú me abandonaste primero».

Esto aumentaba la culpa, ya que desde ese día la muerte de los Malfoy fue catalogada como un daño colateral, un sacrificio necesario que labró su camino a la excelencia.

A sus veinticuatro años, Harry no era solo el hombre que derrotó a Voldemort; era el Auror Jefe más joven de la historia, condecorado y temido, el artífice de una reforma en el Departamento de Aplicación de la Ley Mágica. Su vida era, objetivamente, perfecta. Tenía una casa en Godric’s Hollow, una esposa atractiva e inteligente, además de ser la capitana de las Arpías de Holyhead. Y tenía el sol en las manos con su hijo amado, James de dos años.

Escuchó un carraspeo, se volteó hacia la escalera para ver a Ginny, hermosa y lista para acompañarlo al festejo. Se acercó, le ofreció su mano y por un momento sintió que esto era incorrecto, que la persona a su lado debía ser otra, no la pelirroja. Sin embargo, abrió la boca y las palabras brotaron como si otra persona las dijera, últimamente verde como un espectador de su propia vida era normal.

A las nueve llegaron al salón principal de la casa Malfoy, reconstruida y bajo la tutela de Andrómeda Tonks, a quien el ministerio dio toda la fortuna Malfoy Black como compensación en parte, y por ser la única pariente viva del matrimonio. Los saludos efusivos, unos sinceros y otros simple cortesía, fueron iguales a los de todos los eventos a los que Harry asistía, “la leyenda viva", su último apodo, más caótico que los anteriores.

Escuchó las insulsas conversaciones, vio a Ron, Ginny y Hermione hablar de la guerra notando que cada vez tenían más relevancia y él quedaba como un simple peón ante la genialidad de Granger, la estrategia de Weasley y el soporte emocional de Ginevra. Cansado, se dedicó a observar quienes estaban en el salón, Harry sintió un escalofrío. 

La figura era alta, esbelta y con un cabello rubio platino que reflejaba las luces de la chimenea cercana. Era él, Draco Malfoy, vivo y al lado de Blaize Zabini.

Sus pies se movieron solos, las voces se apagaron bajo el latido de su corazón, ahí estaba quien se supone murió hace nueve años, con sus elegantes movimientos y la arrogancia convertida en una forma de seducción que provocaba tanto a las mujeres como a los hombres que lo saludaban.

De repente una mano lo detuvo, volteó con rapidez sacando su varita en un reflejo para casi colocarla en el cuello de quién lo tocó. Hermione retrocedió un paso, cubriéndolo con su cuerpo para evitar cualquier comentario inoportuno.

—Harry, ¿estás bien? Estás pálido.

—¿Quién es… quién es ese? —preguntó Harry, la voz apenas un susurro, señalando al platinado junto a Zabini.

Hermione siguió su mirada, luego frunció el ceño. 

—Ese es Lucien Drakull. Un negociante de pociones de Europa del Este, muchos creen que es un vampiro descendiente del original. ¡Puras patrañas!

Soltó una risa sin sentido para Harry, esos juegos de palabras le molestaban.

Con una mueca volvió a ver al hombre que fijó sus ojos en él, y alzó la copa para saludar, desapareciendo entre las personas que se disponían a bailar.

Los discursos siguieron, Albus Dumbledore más enfermo, con la maldición contenida tras la muerte de Voldemort, mantenía el poder tras la figura de Kingsley Shacklebolt, el ministro de magia.

Esa noche, Harry no pudo dormir bien, las pesadillas se volvieron confusas, risas mezcladas con llanto y reclamos, caricias en imágenes sensuales de un hombre pidiendo más de una pasión que a duras penas podía demostrarle a Ginny, y el dolor de la muerte, la pérdida.

 

La vida de Potter continuó sin cambios, el 6 de mayo, como cada año después de la Batalla de Hogwarts, regresó a la Mansión Malfoy, dejó en la cripta vacía una rosa negra, y habló de lo sucedido en el año.

A lo lejos, Andrómeda lo observaba, el dolor de la culpa consumía a Harry, pero muy a su pesar sabía que había algo más en esa soledad y tristeza que parecía ser llenada con el matrimonio perfecto que sostenía con al Weasley.

Ninguno de los dos notó la otra mirada, el águila arpía que observaba silenciosa en la rama de uno de los árboles del bosque de la mansión.

Los siguientes días cambiaron la manera de Harry de ver las cosas, y se obsesionó con Lucien Drakull, entendió lo que Hermione le dijo en el baile, Drakull era el apodo del Drácula de Bram Stoker, pero también una modificación de Dragón en rumano.

Para Harry la coincidencia era demasiada, Lucien Drakull o Lucius Draco, el nombre invertido del heredero Malfoy.

El cinco de junio, el Jefe de Aurores recibió una llamada urgente, un ataque en Hogwarts, en los jardines del castillo, el profesor Neville Longbottom fue asesinado por una criatura.

El cuerpo era un desastre, abierto como las cicatrices de Septumsempra.

—Parece que un Hipogrifo lo atacó, Jefe —dijo el novato en la escena—. Heridas enormes, profundas. Pero en el criadero ninguno muestra rastros de sangre en las garras.

Harry se arrodilló, examinando los rastros. Vio lo que los otros veían: arañazos brutales, salvajes. Pero mientras se acercaba, su sentido de la magia le gritó que las garras no eran de un Hipogrifo; eran más finas, más largas. Debajo de Neville, un destello plateado, una pluma larga y elegante. La llevó a su nariz sintiendo el aroma de la colonia cara, el champagne afrutado y la menta, el olor de Draco,mezclado con el de sangre y algo agrio.

—Esto no es un animal —murmuró Harry, poniéndose de pie—. Esto es… alguien, o algo, con un odio muy específico.

Dos días después, el horror se repitió. Seamus Finnegan y Dean Thomas, fueron encontrados en su casa muertos. Mismas garras, mismo salvajismo. Pero había una adición macabra: marcas redondas de quemaduras, como si hubieran sido tocadas por un fuego místico. Eso y los gritos llamaron la atención de los vecinos que sabían del vínculo laboral y de amistad entre los magos.

Dos víctimas más llegaron en la siguiente semana. Todos muy cercanos a Harry, y muertos con la misma herida. Ninguna pista clara, el departamento de Criaturas Mágicas comenzó la cacería, el estudio de Granger fijó que era una arpía, la única que tenía la suficiente fuerza para eliminar a un humano y con los hechizos de fuego que seguían encontrando en las escenas de los crímenes.

El tiempo siguió su curso, para el cumpleaños de Harry, La Madriguera estaba llena de luces y adornos que recordaban los momentos más felices desde su llegada al mundo mágico, la familia Weasley lo abrazó y repartió los regalos con cariño. Hermione dio una gran noticia ese día, el embarazo de su primera hija, una niña según las ecografías muggle. Eso generó una alegría mayor en el grupo, esa noche se quedaron en la casa patriarcal, Harry sin poder dormir salió en la madrugada al frío jardín, encendió un cigarro, un vicio que adquirió por la tensión del trabajo.

El reflejo de una figura blanca y la disminución de la temperatura a su alrededor, lo colocaron en alerta. Apagó el cigarrillo y con la varita en alto, se dirigió donde el fuerte aroma a champagne se expandía. En medio de un claro vio algo parecido a un humano, al acercarse notó que era solo una camisa, Se arrodilló, su corazón latiendo a un ritmo de rabia y terror. La camisa de Draco Malfoy con las manchas de sangre y los cortes del hechizo que lo asesinó. Era una advertencia, concluyó Harry. Se estaba acercando a él, y jugando con su mente.

Harry regresó a la casa esa noche, observó el cuerpo de Ginny medio desnudo en la cama, la pelirroja lo esperaba con un toque de lujuria en su mirada.

—¿Qué tal si le damos un hermanito a James?

Harry se sintió asqueado por su propia vida perfecta. La figura de Lucien Drakull regresó a su mente. El misterioso comerciante, con el cabello plateado y la mirada de tormenta.

¿Era esto un castigo por la muerte de Malfoy?

Negó con la cabeza, luego esgrimió una excusa estúpida porque James fue engendrado en la habitación donde estaban, pero fue lo único que se le ocurrió. Agradeció que su hijo se despertara, eso desvaneció el momento de seducción, y él pudo sumergirse en los sueños de una pasión que le llenaba.

En septiembre inició la temporada de Quidditch, Harry y James acompañaban a su madre, la capitana de las Arpías de Holyhead, y que buscaban vencer a los campeones actuales, los Wigtown Wanderers .

En el punto álgido del partido, Ginny volaba como un rayo, su cabello rojo era una estela de fuego en el cielo. Harry estaba en las gradas VIP, sosteniendo a James, que balbuceaba emocionado. Fue un movimiento de depredador. Rápido, silencioso y majestuoso.

La multitud gritó señalando la figura blanca, casi etérea, que revoloteaba sobre Ginny. Parecía hecha de luz de luna, con alas, largas y emplumadas, que batían con una fuerza sobrenatural. Con una velocidad espantosa, Harry vio cómo las garras afiladas se cerraron sobre el cabello rojo de Ginny que soltó la escoba por el dolor. 

Aunque prohibido, Ginny jamás dejaba su varita, como la combatiente que era, la sacó lanzando un Depulso, la ilusión se resquebrajó, y Harry lo reconoció. Era él, Draco Malfoy.

El silencio se rompió por el alarido de alguien que veía el inminente choque de Ginny contra el suelo, Harry lanzó un Aresto Momentum, la criatura lo observó con una expresión de burla y crueldad, batió las alas, las plumas que salieron despedidas rozaron el cuerpo de Ginny rompiendo el uniforme, dejándola herida en el rostro.

El chillido desgarrador y agudo sirvió de distractor para que la bella y feroz criatura desapareciera.

Harry se Aparecio junto a su esposa, que cojeaba y sangraba, recogió las plumas, suaves y blancas, Ginny intentó lo mismo, pero al tocarlas se convirtieron en dagas de doble filo. La llevó a la enfermería del campo. Pero su mente estaba a miles de kilómetros. Miró a su esposa herida, con un corte en la mejilla que de seguro dejaría una ligera cicatriz.

El asesino era su propio fantasma, Draco Malfoy era un Veela resucitado

Chapter 2: Slytherin de Plata

Summary:

El precio del ritual es pagado.

Chapter Text

Harry pasó la noche revisando todos los archivos clasificados del Ministerio sobre criaturas. No durmió, buscó el linaje Malfoy, nada más allá de las cosas de la primera guerra, de la segunda solo se les daba como el final de una familia oscura.

Leyó los textos de Historia Mágica, el libro los delataba como traidores, manipuladores a través del dinero y fieles a Voldemort muriendo por él y sacrificando a su propio hijo en un ritual de magia de sangre.

Harry no dio crédito a las mentiras que allí estaban registradas, analizó lo escrito por el Ministerio, y en la aprobación el nombre de Dumbledore brillante.

Maldito imbécil, pensó Potter, sin embargo, por ahora debían aceptar la manipulación porque era el único que podía tener las respuestas a lo que sucedía. Se dirigió al despacho de quien consideraba un mentor, una parte de su familia. Albus le dio la bienvenida, y comenzó a preguntar por la salud de Ginny, Harry usó eso para actuar de esposo preocupado y decirle que sospechaban que Draco Malfoy fue revivido por un nigromante.

Como cuando era un niño, el anciano profesor entró en su mente con sutileza, Harry ya estaba preparado, arrojó a la mente del hombre el dolor de una Ginny herida y con una posible cicatriz de por vida. La ira y el desconcierto de descubrir que el hombre frente a él fue por quien se culpó durante años. El temor de perder a su esposa e hijo mezclado con el odio irracional.

Dumbledore salió mostrándole una sonrisa de satisfacción. Sólo entonces comenzó a hablar.

La información sobre los Veela era escasa. Seres extremadamente raros, de origen balcánico, cuyo linaje se transmitía solo por línea materna. La idea de un Veela macho era ya de por sí una rareza, una anomalía genética que ocurría una vez cada mil años. La idea de un Veela macho y de pura sangre como Draco Malfoy, cuya madre era una Black sin rastro de herencia Veela, era una absoluta imposibilidad; aunque conociendo a Voldemort, lo más seguro era un ritual oscuro para utilizar un arma diferente, tal vez, Draco llevaba años hibernando o jamás estuvo muerto como dijo Snape.

Harry le dio las gracias al anciano, observó su mano, oscurecida y sin movilidad.

—¿Por qué no la amputa, señor?

—Es el recordatorio silencioso del abandono que cometí hace años —Albus acarició su mano—. He tomado muchas decisiones en mi vida, una de malas y otras no tanto, siempre pensé que lo hice por el Bien Mayor, y me hace feliz ver que no me equivoque con Ginny y contigo. Ella siempre fue la mejor opción.

Las palabras provocaron en Harry un fuerte dolor de cabeza, salió rumbo a la única biblioteca lo suficientemente oscura para un ritual como el que insinuó Dumbledore.

La Cámara Secreta seguía igual, el cadáver del Basilisco, fue el recordatorio de otros tiempos, más fáciles, más alegres y con menos decepciones.

La boca de Salazar Slytherin se abrió dándole paso a un lugar al que creyó jamás volver después de los horrocrux.

—Te demoraste, Potter.

El hombre vestido de negro lucia igual que la última vez que lo vio, en medio de libros y con una mesa de te servida.

—Profesor Snape —Prince, lo corrigió el mayor, ofreciéndole sentarse y acompañarlo en la merienda—. ¿Desde cuándo?

—Desde que lo asesinaste, hablé con Narcissa, pero Lucius tenía la respuesta, Cassiopea Malfoy, mitad Veela.

—¿Por qué?

—No por qué, Potter, la pregunta es para qué.

Severus se levantó, cogió un libro y se lo pasó a Harry. El ritual de Renacer Quimérico.

«Una vida es segada cuando el dolor, el odio y las mentiras confluyen. La víctima recuerda, su alma se desgarra, el amor crea la necesidad.

Tres cosas son indispensables: La sangre de un protector dispuesta al sacrificio, la magia de un ser pasional que ha sido traicionado, y el cuerpo del receptáculo del alma».

Harry unió los puntos, Severus, la herencia Veela y el cuerpo de Draco.

—¿Quién lo traicionó?

Severus sonriente, el Jefe de los Autores seguía tan ciego como siempre.

—Tu, Potter, traicionaste al humano y rechazaste a la criatura, asesinandola. Ahora está vivo para vengarse.

 

Harry salió de la Cámara de los Secretos rumbo a la cabaña de Hagrid, el punto de Aparición en la barrera con el bosque prohibido, el dolor de cabeza no se iba y cada vez más sentía que algo en su vida no estaba bien.

El viento frío de una alas sobre él lo detuvieron, posado en una rama estaba Draco Malfoy, elegante, sereno, tan bello como la noche de Ministerio, tan amenazador como el día del partido de Quidditch.

Harry lo vio descender con elegancia, a pesar de estar descalzo, la caminata la hizo con una seguridad que hipnotizaba. Los ojos grises atrajeron su atención cuando la mano de Draco se situó frente a él, acariciándolo sin tocar.

Potter agarró la fina muñeca atrayendo a Malfoy a sus brazos, lo sujetó con fuerza por la cintura mientras se deleitaba con el aroma de su cuello. Al fin de sentir completo, ese pequeño espacio que siempre queda libre cuando estaba con Ginny.

Como si fuese una rutina aprendida de la repetición, deslizó sus manos debajo de la camisa que llevaba Draco, quien gimió por el frío de las manos del azabache, que cubrió su boca en un beso que llevaba años esperando. Las alas del Veela se extendieron para luego cubrir a su pareja, el dominio del azabache se impuso sobre las defensas del platinado, que fue impulsado hacia atrás para ser lentamente desvestido por el azabache.

Las voces angustiadas de dos mujeres y los ladridos de un perro, estallaron en la oscuridad rompiendo el momento, Harry sintió la fuerza que brotó de Draco poco antes de que este lo apartara con un empujón de encima suyo.

— DESMAIUS .

— CONFRINGO

Draco movió las alas rechazando ambos ataques, al abrirlas, imprimió la fuerza de la criatura en la magia no verbal de su esencia como mago, el viento que se formó fue frío y denso, una neblina cubró el lugar dando el tiempo para escapar.

—¡Recuerda quiénes fuimos, Potter!

Lo siguiente fue una rafaga de viento en medio de bolas de fuego en dirección a Hermione y Ginny, quien corrió a abrazarlo. Las preguntas y respuestas brotaban una tras otra sin darle tiempo a hablar, pero pudo comprender el significado detrás de estas, un secreto y por los nombres, Dumbledore, Hermione y ella, estaban involucrados.

Al día siguiente, Harry inició una investigación sobre el verdadero motivo de Lucien Drakull para estar en Londres. Las empresas Zabini fueron allanadas, esto generó un conflicto con el Ministerio y más exactamente con el departamento de Criaturas Mágicas a cargo de Hermione, ya que se acusó abiertamente a Drakull de ser un vampiro no registrado. Con esto, obtuvo lo que deseaba, Hermione lejos de él.

Cuando se creía que todo estaba en calma, un nuevo ataque provocó otro escándalo. Los laboratorios de sortilegios Weasley fueron incendiados, y las existencias de las pociones de amor y multijugos, destruidas. Harry entendió el mensaje, George y Fred se vieron envueltos en trámites legales que cuestionaban el permiso para gastar libremente pociones clasificadas como Altamente Peligrosas por su impacto mental y ético, así como la posibilidad de graves secuelas si no estaban bien elaboradas.

Esto llevo a Harry a inteceder por lo gemelos, a ordenar una requisa y confirmación de las pociones utilizadas y expedidas en Sortilegios, el resultado llevo a nuevos productos que no estaban aún en el mercado y que contenían ambas sustancias.

En todo ese tiempo, cada noche al regresar del Ministerio, Harry dedicaba su tiempo a James, el niño crecía feliz. Conversaba con Ginny tratando de continuar normalmente su vida, pero tan pronto cerraba los ojos, la tortura en los sueños empezaba.

 

Harry corría entre los árboles del bosque prohibido, perseguía a Draco que se camuflaba silbando de vez en cuando para que lo atrapará. Cuando llegó al claro dónde alguna vez los Dementores le atacaron, atrapó al rubio que reía celebrando su victoria.

Pronto las cosquillas comenzaron y Draco trató de detenerlo sin conseguirlo de la manera como Harry lo sostenía, al final cayó sobre la colcha preparada para su picnic nocturno.

El rubio echo la cabeza hacia atrás buscando aire para calmarse tras el ataque de risa, el blanco y largo cuello de Malfoy fue expuesto sin pudor a un Harry que descendió a besar, los besos de mariposa pronto se convirtieron en pequeños chupones que sacaron un jadeo del platinado.

Harry sintió que su pene crecía en los pantalones, tomó distancia para ver al chico debajo suyo, su némesis, su confidente y finalmente, su amante. 

Tanto cambió la relación desde el reencuentro en el Ministerio tras el encarcelamiento de Lucius.

—Harry…yo, quiero esto.

Las manos de Draco se deslizaron por el pecho del azabache hasta la pretina de su pantalón, ninguno sabía que tanta experiencia tenían con parejas anteriores, pero lo cierto, es que esa noche nada podría detenerlos.

Harry abrió la camisa de Draco, atacando los pezones rosados ​​frente a él, mientras el rubio luchaba por abrir su pantalón, tomando un respiro, se separó para mencionar un hechizo que desde segundo año manejaba a la perfección sin varita, y por primera vez agradeció que los Dursley lo obligarán a aprenderlo, el Evanesco desapareció sus ropas, la imagen de Draco desnudo, y la sensación de la piel de ambos rozandose, fue la mejor experiencia que en ese año pudo tener.

Sintió las manos de Draco bajar por su pecho hasta llegar al pene erecto que fue frotado con firmeza, pero Harry quería más.  

Atrajo al platinado sentándose y haciendo que las blancas piernas le rodearán la cintura. Acarició cada una de ellas, besó cada centímetro de piel expuesta y se ubicó en medio de las nalgas de Draco.

Una risa salió de su boca al ver que el maldito se había preparado. El ojigris al menos tuvo la decencia de esconderse en su cuello parloteando algo sobre libros y virginidad. 

¡A la mierda, menos trabajo! Pensó Harry, introdujo primero uno de sus dedos, el gemido en respuesta lo obligaron a moverse más rápido e ingresar el segundo y tercero.

—Por favor, Potter, te quiero a ti.

El deseo fue cumplido, la inexperiencia evitó que actuara con delicadeza, entró de una sola estocada en Draco, disfrutando lo apretado que estaba.

Esperó unos minutos para que el rubio le deje moverse. Lo siguiente fueron embestidas rápidas, jadeos y besos desordenados, percibiendo un fuerte presión del esfínter que ocupaba y la sensación del semen de Draco en su abdomen, mientras él lo llenaba con el suyo.

Al final, con la respiración agitada y los cuerpos entrelazados, Harry se acercó al oído de Draco y dijo las palabras que provocaron la risa arrogante del platinado.

—Estoy totalmente enamorado de ti.

Con un beso ligero, Malfoy respondió sobre sus labios.

—Menos mal, porque los Malfoy amamos una sola vez en la vida, y yo te amo Harry James Potter.

 

Al despertar, lo entendió.

Ginny se levantó asustada al sentir el movimiento, le preguntó qué pasaba.

—¡Lo sabías! —Harry agarró la varita y apuntó a la pelirroja mientras atraía sus lentes—. ¿Qué mierda me hicieron?

El Auror Jefe, el hombre perfecto, se sentía estúpido. Su matrimonio con Ginny, su perfecta vida familiar, era una manta hermosa que cubría la podredumbre de una mentira, de la manipulación y el engaño.

Había amado a Draco. Él y Malfoy habían compartido en secreto un amor imposible, por eso las palabras en sus sueños y las que le dijo cuando se encontraron.

Sellaron sus recuerdos, miró la poción que Ginny le extendía, el color, Filtro del Olvido, breves lapsos de tiempo que se borraron. Sacudió la cabeza, imposible, jamás hubiera vuelto a recordar.

—Harry es un filtro de paz, amor tómalo, esto ayudará con las pesadillas.

Ginny era una excelente duelista, no tenía la fuerza de él, pero sí gozaba de gran agilidad.

—Agua, quiero agua, o un Whisky.

Salió de la habitación hacia donde James, cerró la puerta y tomó al niño en los brazos. No había tiempo, Aparecio en el único lugar seguro ya donde nadie podría entrar sin su permiso, la Antigua Mansión Potter.

 

Las protecciones retumbaron con los recién llegados, la casa estaba limpia, iluminada y con un aroma que reconoció enseguida.

—Para finales de sexto año, ninguno de los dos quería volver a sus casas, así que fuimos a Gringotts y te dijeron que desde los catorce estabas emancipado por tu participación en el Torneo de Los Tres Magos.

Draco caminó hacia Harry arrastrando las blancas ay, James estaba tan absorto como su padre, a penas Harry escuchó que se escondieron allí, que las protecciones las diseñoon para que únicamente ellos y los que realmente les amaran pudiesen entrar.

—Aquí me trajo Severus, él, Luna y curiosamente, Ronald, eran los únicos que sabían lo nuestro, que nos ayudaban, y con quienes seguí hablando después de tu regreso de La Madriguera en Janus.

Harry escuchó como volvió a tratarlo como si fuera su enemigo, la obsesión en la persecución, según Ron, era porque pensaba que se convertía en Mortífago, quería ayudar, pero Severus y Luna dijeron que no, era mejor seguir con la farsa, ya que Voldemort a cambio de la marca, pidió a Draco una muestra de lealtad, dar muerte a Dumbledore.

Harry a duras penas se sostenía en pie, Draco estiró los brazos y James se lanzó a ellos gritando algo como “Ángel” que hizo reír al Veela, el Sharm de la criatura relajó al niño que pronto estuvo dormido.

—Descansa, hay que descubrir qué fue lo que te hicieron.

 

Al amanecer Harry se comunicó con Ron, habló de estrés por el trabajo, de una secuela por el encuentro con Lucien Drakull, que necesitaba unos días, así mismo, que por favor tranquilizara a todos, James y él estaban bien.

Draco comprendió que Potter requería tiempo para sanar, pero ante todo, para pensar con cabeza fría el paso a seguir. Nunca fue vengativo, quizás por eso el sombrero accedió a dejarlo en Gryffindor, pero en ese instante debía sacar a relucir sus dotes de Slytherin.

La tarde del tercer día Luna ingresó a la casa Potter con Severus y un rompemaldiciones a cuestas. Los análisis se realizaron a puerta cerrada, Draco cuidaba a James que no se cansaba de decirle palabras bonitas y de pedirle vuelos en los que el Veela disfrutaba con un poco de malicia darle la sensación de ingravidez al niño.

Esa noche, cuando dormía con James en brazos, percibió la magia de Harry rodeándolo.

—Crearon un campo de oclumancia en mi cabeza, encerrados los recuerdos de nuestra relación, realzaron las emociones negativas que tuve por la muerte de Sirius, en contra tuya por la Brigada Inquisitorial, de Lucius por la batalla en el ministerio.

—Lo demás fue causalidad, Ginny y tú amor por ella, la seguridad del hogar, las ideas de los Malfoy como familia Oscura y fieles al Lord.

Harry bufó por la ironía, la fidelidad de los Malfoy era con el poder, y la única lealtad para la familia.

—El ritual exige venganza, Harry, ¿Dejarás que la tome?

La respuesta fue un beso lento y posesivo, interrumpido por el leve lloriqueo de James. Acomodándose, el Jefe de los Aurores le prometió no interferir, antes de volver a besarlo. Tan pronto como padre e hijo se durmieron, Draco se levantó dirigiéndose a donde Severus le esperaba. Los Slytherin no necesitaron palabras, el tiempo se acababa.

 

Los asesinatos regresaron, a personas específicas. Hermione escuchó cómo sus padres fueron atacados y la casa incendiada. El departamento de Criaturas Mágicas cada día recibía más quejas de negligencia. Las asociaciones que abrieron un favor de los elfos domésticos y Hombres lobo, se quejaron de no recibir lo prometido. Se filtraron las estadísticas de los elfos que habían muerto por no tener un vínculo con las casas mágicas, de las pociones fallidas para aliviar la maldición de la licantropía, y el número de los sujetos de prueba fallecidos.

Harry se convirtió en un simple espectador de la venganza de su amado, en las noches, cuando se encontró en la mansión Potter, el nido formado resplandecía de amor, complicidad y enseñanzas ancestrales. La casa Potter y la fortuna Black resurgió con lentitud en el mundo mágico postguerra.

Una semana fue suficiente para socavar la imagen de Hermione, El Profeta lo llamó un error administrativo, los nacidos de muggles dijeron que demostraba negligencia y falta de fundamento teórico especializado, una vergüenza para aquellos que compartían su origen. La angustia apoderándose de Granger la llevó a cometer un error más, acusó a Lucien Drakull, aseguró que era Draco Malfoy, que la perseguía por lo que pasó en su sexto año en Hogwarts.

Draco se presentó, permitió que confirmara su identidad, renacido como criatura, la sangre Malfoy quedó oculta, además, él era magia pura. 

El momento fue el indicado, ante los hechos y la posibilidad de una esquizofrenia, Hermione Jane Granger Weasley, por recomendación del Jefe Auror, se sometió a un protocolo antiguo, uno reservado para quiénes cruzaron líneas éticas durante conflictos armados: Amnesia Selectiva Compensatoria.

Hermione no perdió todo. Conservó su inteligencia, su vida, su libertad para recibir visitas, porque encerrada en la sala de enfermedades mentales de San Mungo, los recuerdos que le dejaron fueron aquellos que la humillaban, que la hacían sentir menos que los pura sangre, que le impedían hacer del mundo mágico un lugar como el de sus fantasías. El dictamen fue su verdadero castigo, la locura.

 

La lista creada por Draco dejaba dos nombres, los demás ya habían sido tachados. Cada uno de ellos responsable por acción u omisión como Longbottom, que prefirió no intervenir a sabiendas de que Ginny y Hermione cometían un delito.

Por eso, dejó que Harry fuese la carnada con su esposa, igual debían hablar de su matrimonio y de James, el bello niño de ojos dorados.

Ginevra Weasley se abrazó a Harry tan pronto lo vio entrar, lloró preguntando las razones de no volver a casa, a ella. El azabache le dio unas palmaditas en la espalda, para luego separarla en indicarle que la visita no era para quedarse, dio paso a dos elfos de la casa Potter indicando lo que debían hacer.

—Lo sé todo Ginny —la pelirroja hizo la mueca de no comprender de qué hablaba—. Las mentiras, las pociones que me suministraron, la manipulación de mi mente.

—Yo te amo, mi amor es sincero, no sé de qué hablas.

Se incorporó para ir a la alcoba y traer el botiquín con los frascos, Harry vio la diferencia, años en los Aurores no le convirtió en experto, pero sí aumentaron la capacidad de reconocerlas. Dejó el acuerdo de divorcio con la disolución de la unión mágica y la separación de bienes encima de la mesa. 

—Por su seguridad y mi tranquilidad, la custodia total de James me pertenece.

Harry se marchó sin una palabra de consuelo.

Ginny cayó de rodillas llorando, el momento de debilidad difícil poco. Irguiéndose, usó la gripe roja para ir al Caldero Chorreante, el plan en su mente iniciaba con la poción de amor, aquella que dejó de usar tan pronto Voldemort fue derrotado, jamás negaría a James la posibilidad de amar. Luego invitaría a Harry a una cena en La Madriguera, como siempre, se vería obligado a aceptar o bajar la guardia por el agradecimiento a su familia. Una vez solos, lanzaría el Obliviate, lo que debía hacerse desde el principio.

Sortilegios Weasley lucía devastado, La sección del almacén parecía haber sido saqueada, el desorden en la penumbra imposibilitaba sus movimientos.

El batido de las alas y la risa fría de Draco la alertaron. 

—¿Qué quieres Malfoy?

Sin embargo, la respuesta fue dada por una voz que desde niña no escuchaba, Tom Riddle le susurró lo escrito hace tantos años en el diario.

Pronto se vio en la Cámara de los Secretos, el frío, la soledad y el horrocrux en sus manos, lo soltó de inmediato. El escenario cambió, la sala de las profecías, la risa de Bellatrix sosteniéndola y la amenaza de muerte que casi cumple en el último enfrentamiento.

Vio a Harry y escuchó lo que la quebró por completo, cuando lo rodearon los de ED, sus amigos, la traición, el dolor en sus ojos, y la pregunta que contestó con soberbia: 

«Los hacemos por tu bien, porque te amo»

«Tu amas a la ilusión de quién soy Ginny, no a mi».

Los hechizos volaron hacia Harry, lo necesitaban despierto, pero sin resistencia.

Al día siguiente, cuando los Aurores llegaron después de las quejas de gritos y actividad ofensiva mágica, Ginny seguía sumergida en los recuerdos en un bucle interminable.

Para el mundo mágico la herida del partido de Quidditch nunca sanó del todo. Los Sanadores hablaron de una contaminación de magia de criatura durante la guerra, de residuos de magia oscura creciendo en ella, expandiéndose.

El miedo se apoderó del mundo mágico, El Profeta filtró la historia de la posesión por Voldemort, una turba la acorraló, el miedo, la ira por la posibilidad de revivir al Lord Tenebroso. En la calle, junto a Harry, Molly lloró al ver el cuerpo de su hija irreconocible por los hechizos de corte, por los golpes, por la sangre.

Ginny Weasley había muerto.

 

Dumbledore esperaba su turno en la Torre de Astronomía donde debía ser su muerte hace tantos años.

—Vienes a cumplir el pacto?

—Hueles a muerte, viejo. Tu soberbia no dejó que hicieras lo correcto, cercenar el mal en tu mano.

Dumbledore alzó la manga de la túnica, el brazo era un pedazo de carne ennegrecido pegado al hueso.

—¿Tanto lo amas?

Severus no respondió, Draco le brindó antes de entrar a Hogwarts la calidez de ser amado, de verlo como si fuera lo más importante del mundo, el reconocimiento de sus virtudes por encima de los defectos.

—Los Malfoy me aceptaron a pesar de ser mestizo, valoraron mi mente, mi conocimiento y supieron dejarme ser quien era —murmuró con firmeza.

Albus repuso recordando como ellos llevaron ante el señor Oscuro, la prueba de fidelidad, la muerte de Lily, el amor que siente por ella a pesar del tiempo.

—Y tú ¿Acaso no has hecho lo mismo? Mi lealtad a cambio de tu ayuda, mi silencio a favor de quienes me acosaban, mi trabajo al servicio de quién casi me asesina, mi vida a favor de tu causa.

Draco se dejó ver detrás del hombre de negro abriendo las alas, oscuras por la firmeza de ser pequeñas dagas a punto de atacar.

Los ecos de años de historia resonaron en el castillo, Fawkes brilló con más fuerza hasta explotar en llamas para nunca resucitar por decisión propia, porque su vínculo con Dumbledore, también lo maldijo.

Las dos figuras, alternándose, unidas en un clamor de venganza, tantos muertos, tantos sacrificios por una obsesión, lo llevaron poco a poco al borde de la tarima. La voz de Ariadna se oyó detrás suyo, quiso acercarse, pero un fuego azul lo separó de la ilusión permitiéndole ver a quien amó al punto de hacer un Pacto de Sangre.

—Grindelwald…

Fue la palabra que mencionó antes de caer al vacío, Albus Dumbledore se suicidó.

 

 

Esa noche Harry llegó a Hogwarts con James, la venganza al fin terminó cumpliendo el ciclo de nueve años de muerte y resurrección.

Potter había visto a Draco debilitarse con el destino de cada uno de los que le causaron daño, el ritual cumplió su propósito y con esto, reclamaba lo que la muerte le dio en préstamo.

Llegó al claro del bosque prohibido donde se entregaron uno al otro por primera vez, declarándose su amor y lealtad. 

Draco extendió las alas por última vez, las plumas blancas cayeron desvaneciéndose en pequeños copos de nieve.

—Siempre fue temporal —admitió Draco, con la voz quebrada—. No más sangre para mí, Harry. Quiero descansar.

Harry se acercó abrazándolo junto con James, la luz que brotó del interior de Draco los envolvió transformándose poco a poco en volutas y chispas de magia pura.

El Veela descansó, libre del odio y de las cadenas que lo ataron al mundo físico.

Harry se despidió de quién era una constante en su vida, miró al suelo donde una pluma seguía intacta. La guardó junto a su corazón, el lugar que siempre ocuparía Draco.

 

Años después, en la plataforma 9 ¾, James antes de subir al tren le preguntó por el ángel que vivía en el Bosque Prohibido, aquel de alas blancas que le enseñaba a no tener miedo.

Harry lloró abrazándolo, porque a pesar del tiempo, Draco seguía amándolo y protegiendo a quien más quería.

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