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De Rojo Teñido

Summary:

𝑬𝒏 𝒑𝒓𝒊𝒏𝒄𝒊𝒑𝒊𝒐 e𝒍 𝒔𝒊𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆 𝒔𝒆 𝒉𝒂𝒃i𝒂 𝒆𝒔𝒇𝒐𝒓𝒛𝒂𝒅𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝒔𝒆𝒓 𝒃𝒖𝒆𝒏 𝒖𝒏 𝒉𝒊𝒋𝒐, 𝒔𝒊𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆 𝒎𝒊𝒓𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒅𝒆 𝒍𝒆𝒋𝒐𝒔 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒆𝒔𝒑𝒆𝒓𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒔𝒖 𝒐𝒑𝒐𝒓𝒕𝒖𝒏𝒊𝒅𝒂𝒅, 𝒄o𝒎𝒐 u𝒍𝒕𝒊𝒎𝒐 𝒉𝒊𝒋𝒐 𝒅𝒆 𝑨𝒍𝒊𝒄𝒆𝒏𝒕, 𝑫𝒂𝒆𝒓𝒐𝒏 𝒔𝒂𝒃i𝒂 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒆 𝒆𝒔𝒑𝒆𝒓𝒂𝒃𝒂 𝒅𝒆 e𝒍, 𝒏𝒐 𝒎𝒖𝒄𝒉𝒐 𝒓𝒆𝒂𝒍𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆... 𝘌𝘯𝘵𝘰𝘯𝘤𝘦𝘴 𝘋𝘢𝘦𝘳𝘰𝘯 𝘥𝘦𝘤𝘪𝘥𝘦 𝘦𝘯 𝘶𝘯 𝘮𝘰𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘥𝘦 𝘪𝘳𝘢 𝘺 𝘥𝘰𝘭𝘰𝘳 𝘵𝘰𝘮𝘢𝘳𝘭𝘰 𝘵𝘰𝘥𝘰, 𝘳𝘦𝘷𝘦𝘭𝘢𝘳𝘴𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢 𝘭𝘢𝘴 𝘤𝘢𝘥𝘦𝘯𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦 𝘩𝘢 𝘢𝘶𝘵𝘰𝘪𝘮𝘱𝘶𝘦𝘴𝘵𝘰 𝘺 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘭 𝘤𝘢𝘮𝘪𝘯𝘰 𝘵𝘦𝘳𝘮𝘪𝘯𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘵𝘳𝘶𝘺𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘢 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘯𝘦𝘴 𝘢𝘮𝘢.

Notes:

Me he dado cuenta lo mucho que me gustan las decapitaciones.
Esta historia no tiene un final feliz, segunda advertencia.
Mejor huye mientras puedas, no me hare responsable.
¿Porque solo escribo ABO? ... No se.

(See the end of the work for more notes.)

Chapter 1: Mi Amor impío.

Chapter Text

Daeron Targaryen fue nombre su nombre y Daeron “el osado” se le conoce, tal vez sería más acertado Daeron “el maldito”, tiempo después se lo conocerá como Daeron “el mata sangre”, ¿no fue después de todo su ambición lo que llevo a la muerte a toda su familia y ser borrada del libro de los reyes por la mismísima Reina dragón?

La enemistad profunda dentro de la casa del dragón ya es de por si un hecho, los sucesos que le dieron a Rhaenyra Targaryen el apodo de Maegor con tetas es a día de hoy una leyenda sólida, hecha de mitos y muerte, pero esta historia comenzó con el amor, un amor desinteresado e indeseado, un amor que parece una promesa y se apaga como una vela cuando los vientos no son favorables, la verdad es una ventana se abre para ofrecer la luz de la mañana, pero esta es historia de fuego y sangre.

En principio él siempre se había esforzado por ser buen un hijo, siempre mirando de lejos, pero esperando su oportunidad, cómo último hijo de Alicent, Daeron sabía lo que se esperaba de él, no mucho realmente, pero cuando decidió no conformarse probablemente era demasiado tarde, fueron sus decisiones y sus impulsos los que hicieron que el trágico desenlace marcara su nombre en los libros de historia olvidados por algunos maestres, y sus crímenes y los resultados de esos horrores en las personas que amo o decía amar lo que probablemente orillaron a la reina dragón a esconder la historia de sus hermanos menores, el pueblo no lo olvida pero sin duda alguna mucho de ello fue solapado, esto solo por el dolor que ocasiono cada acción y decisión de un joven que una vez pareciera tener un brillante futuro.

Es cierto que su oportunidad le fue arrebatada de las manos antes si quiera de saber que su reclamo era robado, Daeron se había dejado empujar por el destino imaginando las cosas que se le darían como al resto de sus hermanos y ese fue su error, sobrestimar el cariño de su madre, sobrestimar sus ambiciones personales, pero sobre todo ser demasiado joven para conquistar aquello que el ya concebía como suyo, la reina Alicent fue pues al fin y al cabo la que pago con su cordura por la locura de la sangre Targaryen, quizás un ejemplo para aquellas jóvenes que aspiren a sentarse a la derecha del trono.

Aegon su hermano mayor era un omega, en cuanto Helaena se presentó dos años más tarde él fue entregado rápidamente y sin oposición de nadie, tal vez de Rhaenyra que quería una alianza, pero la reina hizo una súplica y la petición de la princesa heredera o no, se dejó de lado como una mala broma, tal vez eso también le había dado esa falsa confianza y la perspectiva de que su reclamo estaría a salvó, su madre no pensaba dejar a sus hijos a la suerte de esa mujer a la que tildaba de ramera.

Es por eso por lo que Daeron no esperaba que alguna vez fuera tomada en cuenta, aunque era la favorita de Viserys, el solo espero que su madre asegurará también su destino como su el de sus hermanos, era lo correcto, lo más práctico, ya que las esperanzas de Otto y Alicent estaban puestas en él, en él se apoyaron cuando Aemond era indiscutiblemente un Omega, una cosa que lo cambio todo, una cosa que le dio forma a Daeron.

- Mi hermoso hermano. - decía Daeron cuando miraba a su futura esposa, lo arrullaba con canciones de amor, había poemas que aprendió exclusivamente para él, sus ojos amatistas y brillantes, solo brillaban por la luz de una única omega Aemond.

- Mi pequeño hermano. - respondía Aemond con una sonrisa cuando le acariciaba la cabeza, aquello que Daeron veía como un gesto de amor, era el gesto de cariño filial, puro y sin mancha, Aemond era terriblemente ajeno a las pasiones en el corazón de su hermano.

El sincero amor fraterno del niño se había convertido en cariño y el cariño se había convertido en amor, al menos esa parte es verdad, verdad para Daeron, de alguna manera dioses contestaron a la silenciosa plegaria de su juventud y donde los hijos de Alicent uno tras otro se presentaron omegas, al menos los varones, él había sorteado la mala suerte y se había presentado alfa, estaba dichoso y lleno de alegría, sus deseos se hacían realidad ante sus ojos, podía imaginarse a sí mismo llevando a Aemond de su mano, aunque no tomara su apellido tomaría el apellido de su madre para él, Lady Hightower, la señora de Antigua, su destino, su único y verdadero deseo.

Daeron había sido el segundo de los hijos de Alicent en presentase como un alfa, se llevaba un año apenas con Aemond, estaba demasiado emocionado por su presentación, pero al final no fue así como el destino lo quiso, no se imaginó un escenario amargo, pues no había mejor candidato que el para su amado y eso no solo era un consuelo, si no una motivación a convertirse en un mejor Alfa, se pulió a sí mismo y frecuento tanto los campos de entrenamiento, lo suficiente, lo suficiente para ver, lo suficiente para saber.

– Qybor. – decía Lucerys Velaryon con una sonrisa, entraba al campo de entrenamiento ondeando su capa, sus colores azules Velaryon le quedaban de forma perfecta, el bastardo siempre interrumpía los entrenamientos de Aemond, era como una maldita peste para Daeron.

-Taoba.-  era la voz de Aemond, ambos parecían poseer la naturalidad de estar juntos, a pesar de los hechos que le dieron forma a su funesta relación, la gente los observaba, y las pláticas que Daeron seguía del alto valyrio de tío y sobrino, solo hacían latir su corazón con ansiedad y envidia.

La envidia se disipaba cuando su hermano mostraba ferocidad y animadversión, cuando al final del día, se alejaba de Lucerys Velaryon, y se acomodaba junto a él, cuando su espacio personal se compartía y se perfumaban con necesidad y alegría, un continuo intercambio que era natural para ellos, Aemond lo dejaba entrar en su cama, un nido precioso hecho de la ropa de sus familiares, quizás las intenciones hostiles empezaron con Daeron tomando prendas de ese nido, ofensivas capas color aguamarina que sabía muy bien de donde venían, pero Aemond ajeno parecía perdonar cada ofensa, reparar el nido y dejarlo entrar en el con la felicidad de un niño recibiendo regalos por el día de su onomástico, Aemond Targaryen era suyo, tan suyo Daeron lo imaginaba metiendo su nariz en el cuello de su hermano, durmiendo con el ignorante del hecho que únicamente era permitido ahí por ser familia, ignorante de que su hermano suspiraba por otro.

Estaba tan enamorado de su hermano, no solo estaba encandilado y prendado de la belleza Omega de Aemond, si no que admiraba su rectitud y devoción, una herencia de la madre, dónde el cabello de Aemond era lacio como la difunta reina decían los sirvientes, su mirada era vibrante y austera, su resolución impecable, Aemond no solo era un dechado de virtudes, sino que además era hábil con la espada, un hermano era conciliador y amable solo con él, una persona que siempre estaba atento a sus necesidades, fiel a sus principios y lleno de pasión por sus intereses, también sería una buena esposa, en palabras de su propia madre.

Pero hablemos del pasado, si bien su abuelo había decidido llevárselo de la fortaleza roja, el logro convencer a su madre de que podría aprender aquí todo lo que necesitaba, su abuelo también se había convencido después de su presentación, donde se presentaba una oportunidad para esas funestas maquinaciones que si bien el conocía, y no le interesaba en absoluto, podría el asentarse pensaba, podría cumplir con sus obligaciones, sin ninguna pretensión estúpida por ese trono que parecía enceguecer a su abuelo, él  tenía un único interés estar cerca de lo que era deseado para su futuro omega, Aemond sería su consorte perfecto, juntos podrían gobernar las tierras de su familia si se presionaba lo suficiente, el futuro parecía maravilloso y él se había acostumbrado a la idea de estar para siempre junto a su hermano.

Sin embargo no pudo escapar de sus verdaderas responsabilidades, un verano tuvo que marcharse a Antigua, volver al cabo de unos años no significaba nada para él, el entrenamiento duro lo que tuvo que durar, se volvió un verdadero alfa bajo la tutela de su tío, un  guerrero consumado con algunos de los mejores profesores que pudiera desear, fue cuando la realidad lo desengaño de pronto, heredar no era una opción.

El no sería un señor debido a su posición, no quería el trono porque entendía el daño que podía ocasionarse, si bien la lealtad a su familia era inmensa, la vida le había enseñado a no anhelar las cosas que puedes construir, su hermano tampoco tendría una herencia, un omega, un segundo hijo, Daeron le construiría su propia casa, su propio castillo, así tenga que extraer piedra por piedra de la roca, Daeron le daría el mundo y Aemond le daría muchos niños, todas caballeras plateadas, todos lo que él pudiera mantener.

Así fue su regreso a la fortaleza roja, lleno de sueños forjados de ilusiones, lleno de anhelos forjados de deseo, lo que el abuelo haya considerado aprendido, lo que su padre requiriese de él, lo que la madre necesitara para enorgullecerse, el solo quería el olor de Aemond, lo quería contra su cuerpo, lo deseaba en verdad.

Llega a la fortaleza roja montado en Tessarion, mientras pensaba en ello cada día con una actitud soñadora, seria decoroso y amable con su amor, haciéndolo sentir bien y queriéndolo en demasía, él lo atesoraría como lo más preciado, lo extrañaba terriblemente puesto que se había acostumbrado a estudiar con él, escucharlo e incluso preocuparse por sus intereses, mimarlo cuando la situación se lo permitía, pero incluso él no podría haberlo protegido del futuro, el día del incidente Daeron apenas llegaba a la fortaleza roja, tarde para los funerales de Laena Velaryon, tarde en ver a su omega conquistar su más anhelado deseo.

Aemond había elegido conquistar una montura digna de él, y él no había estado ahí para protegerlo, lo hizo miserable y le dio el empuje para reforzar sus atenciones para con su hermano, cuando había visto a Aemond al día siguiente de su llegada a la fortaleza roja, su expresión era de horror y furia, esos bastardos, malditos todos ellos, quería reclamar el ojo de Lucerys Velaryon, él había lastimado profundamente a su omega, el olor de Aemond se había marchitado ligeramente desde ese día, Daeron no podía permitir está injusticia, la indiferencia de su padre, el llanto de su hermano, era algo que le molestaría por el resto de sus vida y él tendría que ser el alfa que se parara entre su hermano y el mundo.

Su hermano estaba profundamente triste, no solo su belleza había sido mancillada, sino su confianza, su hermano renegaba de su suerte cuando no lo estaban viendo, la impotencia y tristeza de Daeron y los intentos por animar a su hermano no habían hecho nada para aminorar el daño, pero sobre todo el dolor, la cicatriz no era aún problema, su hermano seguía siendo una omega hermosa y deseable, pero el dolor que sentía era innegable, podía escucharle a veces quejarse cuando pensaba que nadie más estaba cerca, había un tenue llanto por las noches que Daeron decidió velar, una tristeza cuando estaba sumido en el sueño profundo, algo que alimento de rencor el corazón de Daeron contra Lucerys Velaryon, el desgraciado que se atrevió a poner una mano sobre su Aemond.

La infancia se les fue más rápido que un parpadeo, y cuando Tessarion ya era lo suficientemente grande para igualar a Fuegosol, fue cuando Daeron inicio su pequeño cortejo secreto, no es como si nunca hubiera procurado por Aemond, desde el principio él fue galante y caballeroso en cuanto entendió su deseo, fue amable y educado siempre consolando a Aemond cuando todos los demás lo hacían llorar, su hermoso hermano no necesitaba de esa gente horrible, léanse sus primos y sus hermano mayor, para estar bien y Daeron fue su sombra hasta que se tuvo que marchar, volver como un hombre lo había dado esperanzas renovadas de victoria, esperaba que el vínculo de amor y cuidado siguiera intacto, quería volver a los brazos de su hermano cuanto antes, llevarlo al septón y poner niños en su vientre, quería llenarlo de flores y de cosas dulces, pero el mundo parecía escupirle en la cara Daeron y nuevamente los dioses lo pusieron ante la prueba más acida de su vida.

Hablemos del presente, todo había empezado con una cena, la maldita cena donde su padre quiso unir las casas, e invoco el buen juicio de todos ellos para su ambición, pero no fue así como él lo vio, el rey Viserys que lo había ignorado desde siempre fue el que maldijo su destino, el regalo a su Omega a otro, le entrego la mano de Aemond a Lucerys Velaryon un gesto de buena voluntad entre tanta maldita discordia, Daeron estaban tan estupefacto y molesto que no pensó que en reclamar su legítimo derecho de ser el primera opción, pero el daño ya estaba hecho y fue cuando Aemond se levantó, que él esperaba que su hermano se negara, él siempre había odiado Lucerys, después de lo de su ojo, estaba seguro y tranquilo de no tener que intervenir, él era un buen alfa, el dejara que su Omega sea libre y se defienda de esa injuria, porque Aemond no lo necesita para defenderse, Daeron será su compañero, podrá hijos en su vientre, lo llenará de halagos, pero Aemond no necesita que lo defiendan, Aemond no necesita eso de él.

Y que equivocado estaba, contrario a lo que todos esperaban, a lo lógica que había reinado toda su vida y sus deseos, Aemond acepta, su hermoso Omega dice que si, brinda por su prometido, le llama hermoso y fuerte, ambos prometidos sonríen en una broma privada de mal gusto, le sonríe a su madre con todos sus dientes, su Aemond lo ha traicionado, a dónde ha ido el cariño que le dio, le duele el pecho tanto que se cierra, sus feromonas disgustadas hacen un show y su madre lo hecha de la de la cena, mientras su Omega baila en con el alfa idiota con el que ha sido comprometido, ese niño imbécil que apenas puede sostener una espada, no Daeron no está llorando, no está llorando porque él es un alfa y esto no es lo que supone que el destino tuviera para él.

Cada día intenta disuadir a Aemond del matrimonio, lo poco que puede verlo cuando sus horarios coinciden dentro de la fortaleza, y cada día una negativa es grande que la otra, Aemond parece estar contento con la decisión del rey, aun cuando sus entrenamientos se reducen y lo llevan de un lado a otro para confeccionar sus vestidos, Aemond parece escurrírsele de las manos con las largas horas de cortejo protocolar con Lucerys, la rabia y el odio se acumula, trata de encontrar algo en Aemond que indique el menor indicio de un deseo de detener su compromiso, saber si esta coaccionado, saber que ha hecho ese maldito alfa para embrujar a su hermano, cuanto ha pasado desde que no está aquí, y cada interacción entre la pareja le duele terriblemente en el alma, su corazón sangrante espera una señal, la más mínima, una que permita a Daeron hacer su propuesta, robase a su hermano en su dragón.

Porque el lo intenta, intenta con todas sus fuerzas, con todo lo que tiene y con su propia voluntad, mantenerse al margen, respetar a su hermano, amar a Aemond en la distancia, conformarse y lamer sus propias heridas, dejar ir al amor de su vida para ser feliz, esta bien se dice a si mismo, está bien así y esto es lo mejor para todos, su abuelo incluso parece haber desistido de sus intenciones, al principio, pero una vista mas profunda y unas cuantas reuniones después Daeron se da cuenta que es solo un peón en el juego de otros, que no es un rey, nunca se preparo para serlo, que no es un lord con tierras dispuestas, solo es un alfa cuya vida decidió consagrar a un omega, que hacer cuando eso también se le ha negado, ¿tomar una capa blanca?, ¿juramentar su espada al futuro señor de las mareas solo para contemplar a su omega ser feliz?, no, mil veces no, prefiere morir por su propia mano y la vida le sabe como un trago de hiel y es entonces que lo escucha.

- Somos dragones. - son las palabras de Daemon Targaryen, no son para él, ni la debería estar escuchando. – Tomamos lo que merecemos, incluso nuestro el destino no nos puede ser negado. – es un consejo para los bastardos de Rhaenyra, están en medio del campo de entrenamiento Daemon habla de su propia sobrina, Daemon habla de el mismo. - Estamos más cerca de los dioses que de los hombres. - ¿Lo está el?, ¿lo está Daeron?.

Y así no lo estuviese, Daeron le toma el consejo, le sigue el juego a su abuelo, no sabe cuándo será su golpe, ni siquiera presta atención la mayoría de las veces, estos señores menores con sus intrigas, ¿le darán lo que el quiere?, nuevamente el destino parece traicionarlo, parece que cada pequeña cosa es una piedra de tropiezo, el camino de buenas intenciones que está pavimentando su infierno personal, Daeron descubre que no tiene el apoyo de nadie, que nadie cree en él, y tampoco teme ni esta decepcionado por ello, pero el no retrocederá, no tranzara ni un paso, encontrara la manera, no sabe como y no sabe con qué, pero lo hará.

Y sus esfuerzos no rinden ningún fruto, su cosecha es una cosecha podrida, se encuentra días después ante el exquisito banquete, las bodas de su hermano se celebran hoy, es el año 129 después de la conquista, Corlys Velaryon está muriendo lenta e irremediablemente como el padre de Daeron, lo que obliga a su heredero a asentarse en Driftmark, el compromiso no se pude dilatar más, la princesa heredera dio su venia, Aemond se marchara de su vida para siempre, a donde las mano codiciosas de Daeron no lo puedan alcanzar.

Y es sublime y doloroso en si mismo, Aemond esta vestido de blanco, hermoso de pies a cabeza, llevado por Daemon al septón para ser entregado a su hijastro, la familia esta vestida para la ocasión, 6 caballos blancos tirando de su carruaje, la novia más hermosa que ha pisado los siete reinos, Aemond ni siquiera lleva un parche en el ojo, una rosa blanca hecha de plata y perla adorna la cuenca vacía, la cicatriz ha sido cubierta en su mayoría por el maquillaje, es tan hermoso que Daeron quiere llorar, irrumpir en la boda con su dragón, pero aun así esta resignado a esto, a la vida que eligieron otros para él, la vida que acepto, lejos de lo que realmente desea.

La celebración es un borrón, y el vino se dispersa en su cuerpo ardiente, embriagante y sobre todo dándole valor, la ropa de cama se ha llevado acabo después de un interminable baile, los alfas han sido respetuosos con la novia, Baela los ha puesto a raya cuando han despojado a la novia de sus virtuosas prendas, hay cuidado con la pareja de la persona a la que ella llama hermano, hay cuidado en la forma en la que Jacaerys tomo las joyas de Aemond, hay reverencia en la forma en la que Helaena desata los cordones del corsé, y son todos felices por la situación, por alejar las manos ajenas de otros lores de la novia, de depositar a la novia en su cámara nupcial, marchándose felices de haber cumplido un deber que es para Daeron el comienzo de un futuro martirio.

Incluso Aegon los mira con una sonrisa traviesa, toma a Jacaerys de los hombros para beber de su copa, Helaena apenas si parece interesada, Rhaena también ha colaborado con desnudar a Lucerys, Daeron reconoce a las cinco tormentas riendo entre ellas sobre lo incomodo e inocente que parece el novio, todos ríen con alegría y confianza, y dejan atrás las habitaciones de la pareja, el trabajo esta hecho y Daeron es el único que permanece solo en el pasillo, el lugar esta desprovisto de guardias, él esta ebrio de odio, solo y sin nadie, no necesita más incentivo, sabe exactamente lo que tiene que hacer, sabe exactamente lo que quiere hacer, tiene un daga afilada y una espada reluciente con la que es muy diestro, tiene una motivación y un derecho legítimo, tiene algo atorado en la garganta, pero sobre todo la locura en la sangre, ¿no es esta la única oportunidad que le dará la vida?

Daeron entra en la habitación de los novios, un biombo lo separa de la cama de los desposados, que está haciendo el mismo se pregunta, escucha como los recién casados ríen y se besan alegremente, que esta haciendo verdaderamente, y por un instante le parece que se están riendo de él, y los odia, la locura y la crueldad que emergen de él nublan su visión, siente el olor de su propio hermano, Aemond huele como una verdadera delicia, los novios parecen tan encandilados uno con el otro que no escuchan ni los pasos ni la respiración de Daeron, la forma en que el los odia es visceral y su aroma debería estar agriando toda la habitación, no es posible que no lo sepan, no es posible que se burlen así de él.

- mi dragón plateado está ansioso. - escucha Lucerys decir mientras batalla con las ropas de cama, los sonidos mojados de besos y los gemidos de Aemond resaltan sobre todo lo demás y deseo de ser el receptor de los besos de Aemond cuaja profundamente en Daeron.

- mi señor Fuerte. - dice Aemond cortado por un ronroneo. - quiere mostrarme cuan fuerte ama en verdad. - el tono coqueto de Aemond que le era desconocido hasta ahora, solo hace el corazón de Daeron se estruje contra su caja torácica, de verdad va a hacer esto tomar la vida de su hermano y su cuñado.

Daeron no ha pensado mucho en ello, pero es lo que su corazón desea, si mata al alfa de Aemond puede reclamarlo ahora, incluso podría engendrar hijos con su hermano, no es posible para el admitir otro futuro no cuando su vida gira alrededor de la idea de Aemond como la señora de su casa, con Aemond embarazado y pesado con un niño suyo en el vientre, Aemond cantándole viejas canciones y corrigiendo su valyrio como lo haría un buen hermano, Aemond, Aemond, Aemond, Aemond que esta con otro hombre en la cama, Daeron ha caído al piso jadeando como si no tuviera aire en los pulmones, y sus lágrimas han empañado su visión.

- Tu señor. – dice Lucerys con la voz ronca y juguetona. - Acepta esta virgen en sacrificio. - nuevamente el sonido de los besos y el roce la piel, le perfora la cordura como los sonidos más desagradables que el oído humano puede llegar a escuchar.

Esta a tiempo piensa con la daga pesada en sus manos, esta tiempo de arrepentirse, y marcharse, está a tiempo de dejar las cosas seguir su curso como deberían ser, entonces cuando el olor lo alcanza, el olor de la primera sangre, la sangre de  Aemond, su Aemond, su dulce hermano, su omega, la suya, la de nadie más, los jóvenes amantes ignoran que Daeron está solo a unos pasos de ellos con las intenciones homicidas bulléndole debajo de la piel, su mundo acaba de romperse, se ha perdido su destino, la doncellez de su hermano, su propio deseo, su amor.

-Est… naaa... Lu… Lu....- gemido – Luke… Luke...- hay un ligero llanto, un gemido que suena dulce. - des ... pa... sssioo.-. los gemido de Aemond le envuelven los oidos y Daeron quiere largarse de ahí, quiere taparse los oídos, porque le duele, pero no puede, algo pesado lo ata al piso, y el sonido del jaleo se acrecienta, y las lágrimas caen en el piso una tras otra, mientras el olor dulce de su hermano lo envuelve, los sonidos de la carne contra la carne reverberan en la habitación, y los gruñidos de Luke se escuchan terriblemente hostiles, junto al sonido de la cama de consumación, Daeron se descubre así mismo excitado por los sonidos dulces de Aemond, su mente esta mas allá de la razón.

Cuando el gemido de satisfacción final de Aemond termina de romper su mente, Daeron se levanta con fuerza con los ojos llenos de lágrimas, no puede contenerse más, parece que paso una eternidad en un mundo de tortura, su odio por Luke le ciega por completo a la realidad, el odio contra la vida misma y contra el destino que le ha maldecido de esa forma, malditos seas Lucerys Velaryon, maldito para siempre, es lo único que reza su mente, Daeron ataca a los novios, solo a uno de ellos, sin compasión, sin miramientos, sin ningún tipo de misericordia, esto es a lo que le ha llevado su amor, un amor enfermo, un amor maldito.

Ese es el momento en que Daeron no aguanta más, el momento en que sale de su escondite con la espada en la mano, ha dejado atrás la daga con la que quería acabar con Luke mientras dormía, la pareja lo ignora, están felices en su lecho nupcial, el rostro de Luke mira feliz a su sonrojado hermano, Daeron no aguanta la visión llena de rabia y se acerca a la cama y sin miramientos y de un solo tajo le corta la cabeza Luke que aun esta sobre su hermano.

- Cachorros. - dice la voz alegre de Aemond. - dentro... dentro alfa... Luke... alfa... quiero tener tus cachorros. - los gemidos casi inteligibles de Aemond se acompañan con los gruñidos de Luke y sus últimas embestidas en el cuerpo de su marido, son su ultima acción antes de ser cercenado por el acero de Daeron.

El grito de terror de Aemond, es fuerte y violento, la cabeza de Luke ha caído sobre su pecho, Aemond grita tanto, sin entender que ha pasado mientras su pecho se llena de sangre, y sigue gritando en shock porque es cuando lo comprende, el dolor del vínculo recién formado lo está ahogando, Aemond siente como si quemara, el dolor es demasiado fuerte para ser tolerado, en ese mismo instante pierde el conocimiento y Daeron retira al alfa de su hermano, es asqueroso para el en todo sentido, retirar el cuerpo sangrante de Luke de Aemond.

Ver como el nudo del alfa muerto es arrancado de la entrada de su hermano, ver como el cuerpo desnudo de Aemond expulsa sangre y semilla del alfa que fue su marido, Daeron tira el cuerpo de Luke por el piso de la habitación y observa a su hermano desmayado cubierto de sangre y fluidos, la cabeza de Luke también la quita de Aemond como si fuera mera basura, Daeron utiliza su capa para limpiar el cuerpo el Aemond, la visión del pálido cuerpo de su hermano lo reconforta, es cuando se da cuenta de lo que ha hecho.

No hay nada en el que sea rescatable, si deseaba al omega podría haber sido honorable y haber retado a su sobrino a un combate, ¿pero quién lo hubiera apoyado?, estaba claro que su hermano no lo deseaba de la misma forma, estaba claro que nadie hubiera apoyado su reclamo, ahora no les quedara más remedio que hacerlo, la vista se le vuelve a nublar, pero esta vez de deseo, ha usado su capa para limpiar el cuerpo de Aemond, y ha tocado su suave piel con sus dedos en su proceso de limpieza.

Debería estar asqueado de sí mismo, de su deseo, la aberración que es tomar al omega en mismo lecho nupcial, en la cama donde hace segundos su esposo lo desfloró, pero no puede vitarlo, aun esta duro de los gemidos exhalados por Aemond, y si no lo estaba lo está ahora, no hay miedo recorriendo el cuerpo, hay hambre de conquista, la fuerza y el tesón que necesito para decidirse a levantar la espada contra su sobrino, ha desatado en el una pasión que ahora se combina con la lujuria, el deseo de reclamar todo lo que ha ganado para él, es malvado y asfixiante pero curiosamente reconfortante.

- Te amo. – Le dice a Aemond tomando su mano inconsciente. - Te amo, Te amo, TE AMO. - desata rápidamente los nudos de su túnica y se baja las calzas con velocidad, no necesita hacer ningún esfuerzo para alinearse con las piernas de su hermano, hundirse en su cuerpo sabe cómo la gloria, esto es lo que ha deseado toda su vida, y es lo que ha anhelado desde siempre, ninguna cosa hasta ese momento le había hecho sentir una satisfacción similar, nuevas lagrimas caen de sus ojos, esta vez sobre el cuerpo de Aemond.

Chapter 2: Mi justo castigo.

Summary:

Consecuencias logicas de matar a tu cuñado y violar a tu hermano... creo.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Aegon los encuentra así la mañana siguiente, Daeron ha tenido su pasión toda la noche sobre el cuerpo desmayado de Aemond, con el reciente vinculo roto el cuerpo de Aemond no ha tenido mejor defensa que sumirlo en un sueño profundo e intranquilo, con los gritos y bailes de las festividades en el salón del trono resonando en su oídos, mientas él tenía el cuerpo de Aemond una y otra vez, el cuerpo de Lucerys siguió desangrándose en el piso,  en ningún momento se planteó cuando detenerse, los ojos muertos de la cabeza cercenada de Luke lo veían indolente, pero ¿Quién llamaría a esto amor?, si una de las partes estaba completamente destruida, Daeron simplemente perdió la cuenta de las veces que ha mordido el cuello de Aemond.

Es el grito de Aegon al encontrarlos lo que termina de despertar a Daeron, Aemond sigue desconectado de la realidad y Daeron ha empañado la legitima marca de su desposado, el cuello de Aemond está destrozado, la mordidas bajan de su cuello a su pecho y sus brazos, que de haber sido mordido únicamente en su cuello probablemente el cuello de Aemond no seguiría unido a su cabeza, el cuerpo es un mapa de hematomas violáceos todos hechos por Daeron, su vista nublada clama que son en nombre del amor, cuando observa su obra traga duro y tapa el cuerpo de Aemond de la vista de su hermano mayor, esta avergonzado de si mismo pero no demasiado, sabe que no hay vuelta atrás.

Aegon se tapa la boca con horror, y mira a ambos y luego al cuerpo muerto de Lucerys, estas consternado y estupefacto, mira a Daeron como si descifrar un complejo enigma, es obvio para Daeron que no sabe si salir corriendo o quedarse ahí, Aegon quiere creer en algo, quiere justificar a sus hermanos, él puede ser una persona inmoral y grosera, pero esto es simplemente impensable, Aegon empieza a Reír nerviosamente y rodea el cuerpo de Luke para asegurarse de lo que esta viendo, su lealtad esta con sus hermanos, con su familia, pero hay cierta tristeza en el rostro, no sabe si ha sido engañado, ¿acaso guardaba algún cariño por sus sobrinos?, una risa nerviosa, seca y un poco fingida sigue saliendo de sus labios, Aegon contiene las lágrimas, esta es una resaca de la celebración de ayer piensa Aegon, alguien entrara a su cuarto a despertarlo ahora, posiblemente su alfa con unos besos, pero si hay algo que no quiere es hacerse daño, La mente de Aegon decide rápidamente lo que está viendo.

- “¿Como pudieron?” - dice con los ojos un poco rojos, Daeron no sabe si es llanto a punto de emerger o un solo un remanente de la celebración, aunque su cerebro esta nublado por el sueño y su pasión, Daeron es rápido en responder.

- “Ayúdanos a salir de aquí” - dice Daeron. – “no planeábamos que sucediera de esta forma.” - Daeron es rápido para mentir y es natural para el hablar de su fantasía como si fuera real. - “Tienes que ayudarme a sacar a Aemond de aquí.” - suplica Daeron. - lo llevare a Antigua, a donde sea, a donde este seguro.

- “Madre… Madre tiene que saberlo.”- dice Aegon recuperado del shock, hay algo amargo en su vientre, Aegon puede evitar vomitar de costado de la cama, se limpia la boca con el dorso de la mano. - “Tenemos que llegar a los dragones, todos... Daemon va a matarnos, seremos… seremos ejecutados por traición.”- Aegon empieza desesperarse y quiere gritar, pero Daeron el da un bofetón, tratando de centrar a su hermano mayor.

- “Ve por nuestra madre ahora, ordena a los que te son leales a ti que saquen a tus hijos del castillo.” - es todo lo que puede hacer por ellos piensa Daeron. – “Helaena y el resto de nosotros nos marcharemos en los dragones, Rhaenyra no tendrá piedad y lo sabes” - y Daeron dependen únicamente de Aegon en ese momento, y es ahí donde empiezan sus errores, poco importa ya si mueren en el proceso, no dejara que nadie le arrebate Aemond, Aemond es suyo y si la muerte se cierne sobre ellos morirá con él y en sus términos.

Aegon hace el camino por la fortaleza roja, contrariado y confuso como si hubiera bebido demasiado vino, no entiende cómo se puede retorcer el destino tan rápido, encuentra a la niñera de sus hijos y ordena que los lleven a la guardería, los siguiente que hace es procurar por ellos con sus soldados leales, les explica detallada y locuazmente lo que tienen que hacer y  les pide que no se detengan ahora, al principio parecen reacios a sus palabras pero hay algo en el que los hace obedecer, es bueno piensa Aegon con los ojos picándole, no cree que vallan a lógralo, siempre ha sabido de su delicada posición en la fortaleza roja, el hecho de que rechazaran para él la mano de Jacaerys, ama a Helaena, es la única que lo podría tocar con una mano candorosa y firme, es la única que sabe por lo que ha pasado después de sus excesos, aunque nunca lo admitiría bajo tortura, es como si acabara de ver a sus hijos muertos y la primera vez que se arrepiente de su matrimonio.

Va por su madre en cuanto puede, la encuentra en sus aposentos y la apura para que se vista y salga de ahí como sea, Aegon se reúne con Helaena y van corriendo a la habitación nupcial de Aemond, Daeron ya está vestido y es claro lo que ha pasado, Alicent se lleva las manos la boca y llora, sus piernas pierden fuerza para sostenla y cae al suelo sentada, Daeron explica apenas lo que esta pasando, no hay más que desesperación en su rostro, por la mirada de Helaena, Daeron sabe que no le cree ni una palabra, la historia es demasiado atropellada y simple, Aemond no pudo haber fingido tan perfectamente su amor o su comportamiento durante el cortejo, no para arrepentirse así y ahora, pero es Alicent quien da la venia para que todos sus hijos salgan de la fortaleza roja, ella ir por su padre, enfrentaran sus castigos, talvez Rhaenyra entienda, tal vez no todos tengan que morir.

Talvez, talvez, talvez, se repite Alicent mientras sale de la habitación a paso firme pero lento, Daeron no le da ni un pensamiento de lastima a su madre, ella lo orillo a esto, nunca le dio un segundo pensamiento, nunca le dio esperanzas, no vale la pena sentir dolor por alguien que no te amaba los suficiente, Alicent finge no que no es un camino directo a la horca, finge no tener miedo por amor a sus hijos, no podría vivir con la muerte de segundo hijo a cuestas o cualquiera de ellos para el caso, Alicent finge que vivir hasta conocer a los nietos que Aemond le dé, fije que no está llorando y empieza a tararear una triste canción mientras va a las habitaciones de su padre, es lo mejor que puede hacer.

¿Ir con él y es escapar?, ¿ir con él y advertirle?, la reina viuda no quiere nada, quiere creer que su amiga de la infancia no los desollara vivos por haber consentido tal aberración, se ha entero del crimen y ya lo está ocultando, si Daeron muere ahora no sería lo mejor para todos, ¿lo mejor para quién?, entregara un niño de su vientre deliberadamente a la muerte, había brindado el día anterior por los lazos reparados, y ahora está escupiendo sobre la lealtad, había brindado por los buenos deseos, y está vomitando traición sobre la propia Rhaenyra, había brindado por el matrimonio de Aemond, había orado a los siete por la felicidad y la fertilidad de su hijo amado, ¿cómo se atreven?, que pecado ha cometido para que el mundo le devuelva los golpes de esta manera, como va pedirle Rhaenyra que deje caer a hermana obscura sobre sus hijo con ímpetu puede hacer eso.

Es la última vez que Aegon ve a su madre, porque los verdes fueron castigados, es el año 129 después de la conquista el año, año que inicia con el matrimonio Lucerys Velaryon heredero de marca deriva y su tío el príncipe Aemond Targaryen, el que inicia una guerra descarnada y cruel conocida como la danza de dragones, la historia de los asesinos verdes huyen de la fortaleza roja, como pueden cada uno más traicionero, cómplice y culpable del anterior, Aegon ha asegurado las salidas y pasillos, pueden llegar hasta el poso de dragón, no lo cree, no está convencido, y aun ahora las motivaciones tras este conflicto son extrañas y han sido poco clarificadas, muchos hablan de un complot que salió mal, otros hablan de una extraña riña entre los amantes y los hermanos del desposado, poco que sabe más allá del linaje de quienes llegaron después.

Sin embrago no todos son completamente leales, Daeron no tiene la capa con la que envolver a Aemond, así que Aegon  envía a una sirvienta por ella, la sirvienta que llega con  un cambio de ropa completo para Aemond, la visión del príncipe Aemond desparramado aun en su lecho nupcial vestido completamente de blanco con su camisón y la cabeza de Luke a sus pies parece un broma macabra, Daeron no tenía la intención de que la cabeza de Luke estuviera  a la vista pero ni siquiera se ha preocupado por el hedor del cuarto, la sirvienta esta impactada a tal punto se desmaya con un grito agudo, los guardias a fuera se alarman irrumpiendo en el cuarto, el grito fue demasiado largo y aterrador, son leales a Aegon pero no sabían que ha pasado a puerta cerrada, cuando lo descubren intercambian miradas un momento antes de que uno de ellos decidiera huir.

Es ese guardia ha salido corriendo tan leal no debería ser, los cobardes son los que suelen arruinar los planes, los que cometen los errores primero y es por eso que hay preguntas, preguntas de Daemon cuando un guardia que asigno en alba al cuarto de su hijastro se encuentra fuera de su puesto antes del relevo correspondiente, mientras tanto Aegon le grita al otro que se mueva y Daeron ya está cargando a su hermano, para salir a toda prisa, Aemond todavía esta desmayado en los brazos de Daeron, el abuso fue demasiado para su cuerpo y Daeron tampoco desea que se despierte ahora, que pasara si eso pasa, va aceptar silenciosamente o va enfrentar a Daeron, no supone que las cosas pasaran y como se supone que serían a partir de ahora ni Daeron lo sabe.

Ambos hermanos empiezan una carrera loca hacia el carruaje que dispuso Aegon para que los llevará a pozo dragón, no es muy inteligente ir todos juntos, pero Daeron se asegura de tener todas las piezas para asegurar a Aemond, hasta que pueda atarlo a la silla de Tessarion, el castillo no parece alerta aun de los terribles sucesos, aunque el camino se vuelve encarnizado y terrible, cuando Daemon ha sido alertado, se ha movilizado rápido y los hijos de Rhaenyra ya han podido comprobar el horror con sus propios ojos, eventualmente la noticia llega a la princesa heredera, la impresión hace que su parto se adelante y es Daemon  ladra ordenes como un verdadero rey, mientras el rey verdadero se pudre en sus habitaciones lejos de la horrible verdad que sucedió bajo su techo.

-“ASESINOS.” – Los gritos y los guardias, que vienen detrás de ellos no se cortan ante el desconocimiento de los sirvientes, pero todos se hacen a un lado. 

- “MOUNSTROS.”- Los gritos son lo de menos.

- “TRAIDORES.”- Esa es la forma más fácil de detenerles el paso, pero aun entre ellos, lo guardias de la ciudad no parecen preparados para detenerlos en esta loca carrera.

- “HOMICIDAS”- la gente sigue preguntándose de quien, mientras ellos siguen corriendo.

- “ASESINOS DE PARIENTES.”- Están más lejos de ser detenidos por simples palabras.

Un insulto cada cual más horrible que el anterior y los cuatro hermanos han tomado el carruaje y Aemond sigue muerto para el mundo, se miran entre ellos por la velocidad con la que el cochero se está moviendo, es posible que puedan ser detenidos, ¿habrá guardias alertados por los cuervos en poso dragón?, o han sido más rápidos de lo que son los leales a la heredera, mientras algunos de ellos los persiguen a caballo, el carruaje va lo más rápido que puede por el camino del rey, la persecución continua cuando ellos apenas se miran con sus rostros pétreos, hay flechas y gritos, solo hay una disposición a lograr la huida lo más rápido posible, el carruaje termina estrellándose casi a la entrada del pozo dragón, y todos ellos emergen ilesos y adoloridos, con Daeron la cabeza aun cargando Aemond, no es que le interese mucho la seguridad de su hermano pero 3 dragones son mejores que uno para lograr su cometido.

En la loca carrera Helaena ha roto sus vestidos, roto sus zapatos y está llorando por sus hijos, no es muy alfa de su parte, pero no fue criada nunca como una dama guerrera, hizo su casta aun lado por el bien de su presencia en la corte, Aegon solo la alienta tomándole la mano con fuerza entre las suyas, Helaena ni siquiera sabe porque está huyendo, porque no se quedó a rogarle a Rhaenyra, están obligados juntos y quizás Daemon hubiera tenido compasión de ella, Aegon hizo una decisión tonta y la arrastrado a ella, el decidió en ese momento ser leal a que, no lo sabe con certeza, murieron en cuanto Daeron lo convenció de ayudarlo, en ese momento Aegon se convirtió en un conspirador y ahora les tocara pagar por el único hecho de tener la misma sangre.

Aegon la ama como una compañera de vida, como aquella que fue su promesa desde niña pero con la nula pasión que siente por sus amantes prostitutas, su amor por Helaena es más puro y filial, pero ha condenado su pequeña familia, lo hizo por tonto, pero si alguien le hubiera interesado en sus últimos días, una habría sido la respuesta y eso habría sido su amor por Aemond, le ha hecho cosas tan terribles y al mismo tiempo se siente tan responsable de él, es fácil caer en las mentiras de Daeron cuando estás dispuesto a dar la vida y hay cierta gratitud en ello, Aegon sabe que no van a lograrlo, lo sabe en ese momento, y lamenta estar tan fuera de forma, azuza a Helaena a encontrarse con Dreamfyre y él se planta en la entrada para darles más tiempo  y ese es quizás es su ultimo error.

- “Estoy detrás de ti, corre hacia Dreamfyre”- dice el, sus últimas palabras para su esposa, no hay un adiós, ni una grandiosa despedida, solo una promesa mentirosa y esperanzadora, solo un breve intercambio antes de enfrentarse con valentía a su destino, con un dragón habría sido mejor, pero no llegarían ni acercarse si el no detiene a sus perseguidores ahora, tiene una espada con él y los guardias se acercan preparados para el combate, y el condenado es duro,  se planta en a la entrada aun cuando está fuera de forma, y con todo el arrepentimiento en sus hombros, utiliza su acero para su última danza, esta vez no puede evitar la heridas, pero está cansado de huir, un lastre menos, es un lastre menos y una oportunidad más.

Helaena y Daeron llegan a sus dragones, Helaena monta a Dreamfyre y Daeron ya ha asegurado a Aemond en Tessarion, no hay forma de volver atrás, las puertas abiertas de pozo dragón son indolentes ante la huida de los fugitivos, pero hay algo en sus decisiones que hace a Helaena detenerse y sopesar sus posibilidades solo por un instante, ella es un alfa no puede abandonar así a su único vínculo, ha aceptado esta situación de una manera demasiado complaciente, no va a poder vivir consigo misma si esto termina como sabe que lo hará, a quien le reclamara sus propios actos, como va mirar a sus hijos a la cara y decirles que abandonó a su omega.

- “TENEMOS QUE VOLVER.”- ella grita en un ruego, no está segura de que Daeron le ayude a pesar de todo lo que se está sacrificando por él.

- “No volveremos no podemos” - dice Daeron firmemente, asegurándose las correas de Tessarion.

- “Es tu hermano!, ES MI OMEGA, NO LO VOY A ABANDONAR” - grita Helaena.

- “Son nuestras vidas, pero no voy a detenerte.”- Dice Daeron, quiere que Helaena se valla con él, ni siquiera quiere pensar en el futuro del hermano que deja atrás.

- “No voy a dejarlo.”- y es Helaena la que regresa montada en Dreamfyre por Aegon.

Helaena no le da una segunda mirada a Daeron y decide volver por su esposo, pero ya es demasiado tarde y desde el aire observa el corte mortal que desde esa distancia pareciera le atestan a Aegon, cuando su esposo herido logra acabar con el guardia, hay un muy breve cruce de miradas y hay aceptación, resignación y un asentimiento, Helaena sabe lo que tiene que hacer en ese momento, Aegon le ha dado su consentimiento, y su voz es triste y rota cuando Dreamfyre baña con fuego a los soldados.

- “DRACARYS!” – y Helaena grita con el fragor de su corazón atormentado, no sabe si su esposo fue calcinado o no, porque las lágrimas le empañan la vista pero así fue como sus voluntades lo acordaron en silencio, sabe que tiene que irse cuando una de la flechas le da en el brazo, está volando demasiado bajo y Daeron simplemente parece haberla dejado atrás, sin embargo hay algo ahí, la sensación de que su vínculo no está roto del todo hace que ella respire amarga y hondamente, se promete volver por su desposado.

Los pensamientos de Helaena son frenéticos cuando se afirma sobre su montura, está describiendo su curso de acción cuando reconoce Daemon, ha llegado a pozo dragón entre una hueste de soldados, el miedo se apodera de Helaena, si Caraxes sale del pozo del dragón no tendrá oportunidad de llegar al Reach, Helaena agarra vuelo y trata de buscar a Daeron en el cielo, ella nunca ha hecho el camino a antigua y si Daeron no la guía es obvio que no lo lograra, con el alma rota y el dolor de la despedida Helaena asciende a toda prisa, Dreamfyre también parece inconforme y doliente bajo sus riendas.

Daemon llega entre los despojos de los soldados y el olor a quemado, el cuerpo de Aegon yace respirando con dificultad, esta quemado y con múltiples cortes de espada pero vivo, el cielo no se ve amigable esta mañana y Daemon decide no perseguir a los traidores con Caraxes, no el día hoy, ha visto elevarse a Vhagar al cielo hace unos minutos y sabe que Rhaenyra lo necesita,  el prisionero responderá, y el acechara antigua con sus dragones muy pronto, mentiría si dijera que no ha querido encender el faro del septón supremo desde siempre, mentiría si dijera que no quería la sangre de sus enemigos en hermana obscura con cierta fruición, enemigo que ha destrozado por dentro a su familia, cuando les ofrecieron tratados y amistad, su esposa podría estar muerta ahora por esta terrible situación, Daemon se lamenta haber sido tan blando con los chicos verdes.

Daemon lleva a Aegon Targaryen a una celda, tiempo después una serie de torturas inician, los hijos del traidor han sido capturados también y solo la pequeña Jaehaera logra llegar a antigua con su madre, Daemon disfruto matar a Maelor y Jaehaerys delante de su padre omega, y aunque Aegon suplico y suplico por sus hijos, aunque el insistiera en su inocencia y desconocimiento, todo se justificó con el odio de Rhaenyra por quienes consideraba asesinos de su hijo, pero fue a Daemon a quien no le tembló la mano, Aegon confeso que no conocía los planes de Daeron, aunque la crueldad se atribuye y seguirá atribuyéndose a la heredera, lo cierto es que las ejecuciones fueron obras de Daemon Targaryen y sus verdugos.

La reina Alicent se mantuvo enclaustrada y en custodia por el resto del año, se dice que a Otto Hightower le cortaron las manos y los ojos, él fue encerrado en el mismo lugar que su nieto, y a veces los carceleros le podían oír rezar junto Aegon, nadie habría imaginado al príncipe como un hombre piadoso,  pero lo cierto es que las torturas no cesaron, que al cabo de un tiempo también uno de los ojos del príncipe se perdió y la lengua de su abuelo fue cercenada, otra vez el silencio reino en las frías celdas de la fortaleza roja, solo una cosa es cierta, el vínculo permaneció cerrado del lado de Helaena, silencioso, tortuoso y frio, lo que hizo de la joven alfa una cascara vacía y taciturna, mientras Rhaenyra se debatía entre la vida y la muerte, fiebre puerperal tras un aborto espontaneo dejan a la heredera postrada, un estado casi tan delicado como el de su enfermo padre, día tras día no parece haber respuestas a ninguna de las preguntas de Daemon.

- “¿por qué?” – no hay respuesta de Aegon.

- “¿que pretenden?” – solo hay una mirada de odio, el más puro y fragante que Daemon ha visto.

- “Querías la corona sobre tu cabeza” – las preguntas se vuelven afirmaciones, una afirmación tonta que le arranca una carcajada seca a Aegon, él no es un alfa, solo quiere morir.

- “Que absurda barbarie es esta” – le dice Aegon secamente un día, ha arrojado sus dientes y su sangre.

- “¿Que pensabas hacer?” – la preguntas vuelven y Aegon ni siquiera puede pensar, ni siquiera puede dormir, ¿dónde están sus hermanos?, ¿por qué lo han abandonado?, ¿Helaena?, ¿Aemond?, ¿Alguien?

- “¿Conspirabas contra todos nosotros?” – Aegon no sabe cuándo ha dejado de llora o gimotear, solo se descubre un día llamando a su madre.

- “Señala a aquellos que conspiran junto contigo”. - Aegon ni siquiera tiene fuerzas para levantar los dedos, hay lagrimas solitarias y secas de sangre en sus mejillas, hay buenos deseos para sus hermanos, hace un tiempo que ha perdido la cordura.

En la víspera del año 130 después de la conquista, más de un Targaryen ha muerto, Aegon fallece en los calabozos a causa de las torturas y el hambre, y por otro lado la fiebre y la peste se han llevado al rey Viserys, la nueva reina es una mujer con el corazón ennegrecido de dolor y venganza, tiempo después la cabeza de Aegon Targaryen está en un pica a las afueras de la fortaleza roja, es tan macabro el espectáculo que el pueblo llano le teme a su recién coronada, la muerte de dos hijos le ha arrancado el alma a la reina Rhaenyra, Lucerys Velaryon murió en su lecho nupcial y a su hijo le siguió su hija nacida muerta la princesa Visenya, es un año funesto para la casa reinante, parece haber un tensión fría de guerra que no cuaja en nada, sin embargo los habitantes de la capital parecen esperar algún movimiento.

Si hay que mencionar los horrores de los niños muertos, hay algo terrible en lo que acompaña la cabeza de Aegon Targaryen, no es solo la cabeza de su abuelo Otto Higtower, si no las pequeñas cabezas de los hijos de Aegon, cuando Rhaenyra ve aquel espectáculo macabro vomita y manda a retirar los cuerpos, la herida es fresca en su corazón y en su mente, no quiere más muerte pero aun así su alma clama por pasar por la espada  su propia sangre,  si tiene que quemar todo el Reach para pasar por la espada a sus otros hermanos que así sea, sin embargo trabaja en su propia imagen y lo niega delante de la mayoría, finge ser piadosa mientras escupe veneno a puertas cerradas con su pequeño consejo de guerra, algo de su humanidad se ha ido con sus hijos.

Las noticias han llegado a Antigua, Lord Ormund Hightower acepta a sus sobrinos más por algún tipo de lealtad enferma que alguna cosa que le ate a estos niños, la pequeña Jaehaera llega unos días después, pero las cosas rápidamente van cuesta abajo, no hay hombres apoyando la causa de Daeron, no hay gente dispuesta a morir con él, cuando las explicaciones no son contundentes y el reclamo no es algo justo, aunque se ha ido a la guerra por menos, un omega Targaryen parece una causa justa y valida, a la luz de los nuevos acontecimientos la casa ancestral de la familia Hightower se llena de llantos y gritos, tras tiempo inanición, parece haber un enfrentamiento al interior.

- “¡TUS MENTIRAS, TU AMBICIÓN!” – grito Helaena llorando y golpeándolo con sus puños –“TU LUJURIA Y CODICIA HA MATADO A MI ESPOSO!…  A MIS HIJOS… A  MIS HIJOS, MIS BEBES, MI OMEGA, TU MOUSNTRO… TU… HAS MATADO A TU HERMANO…”– llora Helaena acusa a Daeron de cosas terribles una peor que la otra, Lord Ormund se entera de ello pero permanece en un mutismo solemne, no puede imaginar que esas calumnias y horribles injurias sean verdad sobre su protegido, Daeron es un alfa honorable, no perpetraría tales crímenes, no violaría a una novia en su noche de bodas después de matar a su legítimo esposo, quien haría tal atrocidad a un omega recién vinculado, al menos no a uno que dice amar, no puede ser cierto, Ormund Hightower elige creer que Lucerys Velaryon es el mal encarnado, que su sobrino fue violado y vinculado con el contra su voluntad, elige creer que Daeron está en lo correcto que hizo todo esto para proteger a su hermano, pero a que costa, quien entrega un hermano para salvar al otro, y si hay algo que sabe con certeza es que su hermano también ha muerto en la capital.

Los gritos y las decisiones son apresuradas, el fragor de la guerra no cala en oldtown, antigua esta tan lejos de la capital, tan reticente a unirse a una causa vana, puesto que aquel a quien se inculpa en lo que se refiere al señor de Antigua ya obtenido su merecido, si la reina coronada exige su presencia el no se negara a presentarse ante ella, hay un pequeño consejo que se reúne y decide las acciones siguientes, Helaena es encerrada, mas por su bien que cualquier otra cosa, Daeron pide un septón y validez de un matrimonio ante los siete con su hermano Aemond, Jaehaera, es entregada al cuidado de nodrizas y doncellas que son las misma que atienden a Aemond, a pesar de todo Ormund Hightower cede en algunas peticiones y niega otras, una unión con Aemond, es escandaloso para antigua, aunque ambos hermanos sean Targaryens  de nacimiento, si le es concedido pero en cuanto la condición del pronto a ser desposado mejore, cada cosa que cede, no parece mejorar en nada la situación siempre tensa con sus entre Ormund y sus sobrinos.

Una mañana llega en que no se puede más con ello, Helaena escapa de la habitación que la tiene prisionera, esa niña hace tiempo que habia perdido la cordura, talvez porque ella decidiese abrir el vínculo, talvez porque ese día un chispazo de realidad le ínsito a buscar a Aegon, ese día fue el que ella se dio cuenta que sus hijos a los que buscaba, su esposo al que llamaba estaba muerto, que ella corrió, semidesnuda por todo torrealta y su lanzo desde una ventana, ella ni siquiera sabia que su pequeña Jaehaera aun estaba dormida en una de las habitaciones de la casa ancestral de los Hightower, Aemond Targaryen por otro lado esta aun en una de las habitaciones casi en las misma condiciones que Helaena, rendido a Daeron por derecho, nadie se ha atrevido a mencionar algo más sobre la situación de los sobrinos del señor de Antigua, todo ha sido dicho pero la justicia poco se puede evadir.

Rhaenyra inhala con fuerza, esta recuperada en fuerza física pero hay un dolor enconándole el corazón, quiere acabar con él, y esa mañana ella toma su dragón, le pondrá fin a esta escusa de guerra silenciosa, quiere terminar con cualquier enemigo, con cualquier cosa que este lejos de su mano y su poder, va sellar el agujero de su alma y lo va llenar con sangre, es el año 131 después de la conquista, cuando Rhaenyra y sus hijos menores vuelan a antigua, sitian la casa ancestral de la casa Hightower, ella es el dragón y ordena que abran las puertas, su rey consorte va a su derecha, Daemon es poderoso aliciente para su causa, Jace aún está en king's landing encargándose de todo, el y Cregan Stark pueden hacerse cargo de lo que haga falta mientras Rhaenyra obtiene lo que ha venido a buscar, amarga y fría venganza, pero sobre todo el cierre a su dolor, se hace tal como ella lo ordena, la señora de los siete reinos no tendrá reparos en convertir Torre Alta en un segundo Harrenhal, no le importa si la Citadel o el septón supremo se ven afectados, y a cada paso sigue encontrar aquello que vino a buscar, cuando no encuentran resistencia alguna.

Rhaenyra entra a entrevistarse con Ormund Hightower, y de repente le salen al paso algunos hombres buscando pelea, Rhaenyra está preparada para ello, ella lleva la espada del conquistador, fuego oscuro es ligera en su mano y hambrienta de sangre como su portadora, Rhaenyra permite a la hoja tomar todo lo que puede, Daemon empuña a hermana obscura y todo los que no se rinden son pasado por sus espadas, no es poca la justicia que le reparten, estos hombres no parecen soldados especialmente comprometidos con una cusa, parece que hacen tiempo, desde el principio hubo un factor sorpresa en la forma en que los reyes de poniente llegaron a antigua, sus dragones están apostados en la puerta, Joffrey esta con sus hermanos, nadie entra o sale, nadie quiere enfrentarse al fuego del dragón.

- “QUIERO VER A AEMOND, ¡AHORA!”- ruge la reina y va matando, y va preguntando por el príncipe traidor, pero perdona aquellos que se rinden, a los sirvientes que se apartan, pregunta por todos sus hermanos, realmente es suficiente sangre, incluso la pregunta que ella misma se hace, es si desea matarlos en verdad, un número, una masacre, algo que empaña su imagen y no será olvidado, ella es el dragón, tomara primero y preguntara después, hasta saciarse piensa con lastima, hasta que su alma no este gritando de dolor.

Y su travesía es corta, como el reguero de cadáveres es largo y se encuentra con el cara a cara, sabe de oídas en su loca carrera por las esclareas de torre alta de la muerte de Helaena, de las explicaciones lejanas de rendición, del pedido de paz de Ormund Hightower, de que se ha llevado a uno de sus hijos en su desquiciada casería, que más da cuando se encuentra con Daeron, a la puerta de un cuarto amplio, como si protegiera algo, tampoco pudo llegar a Aemond en su loca carrera, fue rápida y sorpresiva, su ataque ha sido más que efectivo contempla la cara de Daeron, y sabe que es culpable cuando su espadas se cruzan, sabe desde ya que es el asesino de su hijo, si lo hizo por órdenes de Aemond o no, no le importa, Aemond será el último ella tomara la sangre Daeron, lo ha visto a los ojos y no puede perdonarlo, ha matado a uno de sus hermanos sin ella blandir la espada, cual es la diferencia ahora, que su sangre sea ejemplo, recuerda los consejos de Cregan Stark, a veces es mejor acabar con cada reclamo desde el principio, a veces la justicia y la venganza son lo mismo dependiendo de quien cuenta la historia.

- “No te permitire un solo paso más” – Grita Daeron, el es demasiado bueno con la espada y la escalera es estrecha, Rhaenyra sabe no podrá con esto, sus brazos están cansados, pero la furia le renueva el espíritu.

- “permitirme, Hermano”- dice ella con rabia- “He esperado demasiado tiempo para esto”- y es apenas un silbido en el viento cuando las espadas se conocen entre ellas, chocando como dos amantes que no se han visto en mucho tiempo.

El choque de espadas no es algo bueno, Rhaenyra perderá si esto se prolonga, ella no tiene intenciones de alargar el combate, y apuesta todo por su fuerza, cada golpe es doloroso, cada golpe es un reproche de inmenso dolor, cada golpe es un recuerdo de que cuando pueda hundir su espada en la carne de Aemond todo acabara y ella embate con fuerza, y usa su posición para desestabilizar a Daeron, el habría tenido la ventaja en ambiente adecuado, pero ella no deja de atacar haciéndole perder el equilibrio y ella no perdona, cuando le corta el cuello, no se demora en matar, pero su rabia no cesa ante el cuerpo de su hermano, ha cortado hasta que Daemon la detiene, Daemon que ama el caos le pide que guarde fuerza para su verdadero premio, sin embrago Rhaenyra aun esta perdida en ese frenesí de violencia, le toma unos segundos calmarse, está llorando de una emoción contenida, matar a su hermano también es despedirse de su padre, es un sentimiento extraño de dolor, retribución y vacío, que no calma su desesperación.

Cuando la reina ha matado a Daeron se da cuenta que el cuarto donde esta Aemond esta en frente de ella, hay algo extraño en su interior, cuando las lágrimas caen imparables por su rostro, quiere ver al asesino de su hijo y matarlo ella misma, quiere que al abrir esa puerta las cosas sean igual que antes, quiere ver a su hijo ahí, es un extraño delirio lo que la asalta, es un deseo inaudito, y por un segundo Rhaenyra contempla su proceder, sus manos manchadas de sangre y no esta arrepentida un segundo, el cuerpo de Daeron ha tomado su odio, hay algo mas que pueda ser extraído de ella, hay algún tipo de necesidad que pueda ser lavado de esta masacre, es justicia dice la odiosa voz en su interior, pero sabe que no lo es, no ha sido lo correcto, lo correcto era esperar a que Ormund Hightower cumpliera sus demandas, lo correcto seria quemar este lugar y no mirar atrás, pero ella ha hecho una elección, ha definido un castigo y ha sido implacable, no hay nada que la haga retractarse de ello, ¿o podría haberlo?

Ella penetra en el cuarto con Daemon, mirando al interior sin saber, la sed de sangre se ha desvanecido como si fuera un sueño, fuego obscuro cae al piso, el olor de la soberana inunda la habitación y ella se lleva las manos a la boca tratando de tapar su asombro, la imagen es dolorosa y hermosa al mismo tiempo, el piso del cuarto cubierto de almohadas y alfombras, un omega hermoso que reconoce como su hermano, Aemond Targaryen tiene el cabello largo, tan largo que se arrastra por el piso, el omega esta ciego de ambos ojos ahora, ambos tobillos tienen sendas cicatrices, este omega ha sido privado del movimiento cortando las ligaduras de sus tobillos, nunca volverá a caminar eso es obvio, y ahora Rhaenyra sabe que no puede levantar la espada contra él, por más que quiera, incluso aunque Daemon pueda hacerlo por ella y es el quien se adelanta cuando de repente las palabras rompen el aire, Rhaenyra vuelve a llorar esta vez con tipo de sentimiento diferente.

- “Lucerys”. - dice la voz de Aemond, es temerosa y suave, como si temiera un golpe. - “Lucerys... eres tú”. - repite con voz llorosa. - “HAZ VUELTO…”. - grita a la nada. –“LUKE, LUKE …”- La voz de Aemond llora. - “Luke... llévame a casa”. – la voz de Aemond se rompe en cada palabra

- “Él no está aquí ahora”. - La voz de Daemon es cruel, con el castillo asegurado y los hombres de Ormund Hightower, doblando la rodilla ante su reina, no le toma mucho tiempo a Joffrey llegar hasta al cuarto de Aemond y contemplar la escena, el omega roto, su padrastro esgrimiendo a Hermana obscura, listo para sacar a la omega de su miseria, su madre esta rota una vez más.

–“LUKE… LUKE …”- La voz de Aemond es un lamento indefinido que resuena en el cuarto, Joffrey se pregunta si madre volverá alguna vez a estar bien, ya no queda nada en este mundo que le pueda salvarla de esa sombra de tristeza que parece consumirla, ella a envejecido en segundos, la motivación de la retribución se acabado ahora.  

- “He venido a llevarte a casa Qybor”. - Dice Joffrey impostando la voz de manera misericordiosa, al tiempo que hace a Daemon bajar su espada, Joffrey se acerca a Aemond, su corazón se ha conmovido por él, es como ver al interior del alma, y Aemond se arrastra hacia él, hasta tocarle el rostro y continua llorando, Joffrey sabe que incluso su aroma es muy parecido al de Luke, en ese estado no se dará cuenta, no lo notara realmente, el cuello está plagado de marcas secas, Aemond ni quiera ha notado que su segundo alfa ha muerto, no hay nada que decir.

Es el final del año 131 después de la conquista, cuando Rhaenyra Targaryen la primera de su nombre, destrozada en espíritu y herida en el alma, obtiene su venganza, cobrada esta su deuda, resarcida su razón y su corazón permanece vacío, cuando las ganas de seguir se han ido, es en ese preciso instante que la princesa Jaehaera de 8 años de edad, llega al cuarto de su tío Aemond con la nodrizas, en ese día tan aciago dos niños le son presentados a Rhaenyra, dos niños que apenas llegan a un día de su nombre, un niño pequeño de cabellos rizados con todos los colores Targaryen, que aun con su pequeño tamaño es la viva imagen del príncipe Lucerys y el otro niño es de los colores más comunes que Rhaenyra ha visto, el rostro en miniatura que el devuelve la mirada es el rostro de su propio hermano Aemond cuando tenía esa edad, es así que vuelven a king's landing, la familia real, lo que queda de ella, sus dragones y su tesoro a cuestas.

Notes:

No se si alguien queria leer el final de esto, hace mucho tiempo que ya estaba escrito, de hecho lo escribi de un tiron, solo que me demore en editarlo y le perdi las ganas porque no estoy segura de que alguien lo este esperando, pero si no acabo con esto no podre continuar con los siguientes, asi que al mal paso darle prisa, pero aun asi disfrute escribirlo, espero que si haz llegado hasta aqui, igualmente lo hallas disfrutado y no sea una terrible molestia el haber leido esto, gracias.

P.D 01. Si yo tampoco entiendo porque Aegon y Helaena tuvieron que sufrir tanto, pero es por ser un par de tibios supongo, por el bien de la trama? me vuelvo a disculpar? si te das cuenta que no? XD

Notes:

Esta fue la segunda historia que se me ocurrio para el fandom, ¿No me basta con el canon ya de por si desgraciado a mas no poder? Exacto, No.

Sabes tan bien como yo que no haz debido leer esto, y si te preguntas que me hizo Aemond, no se la culpa de todo es de Daeron.

le puse la etiqueta "Dead Dove: Do Not Eat", pero no creo que realmente lo meresca... no se ;)